Si yo fuera “negro sudado” votaría por Héctor Rodríguez

Antes de que Hugo Chávez estableciera el tratamiento, al parecer ideal, de “afrodescendiente” para quienes cuyo fenotipo es oscuro, me encontraba entre quienes cuestionaban la asignación de “negro” a los portadores de este tipo de piel. A las razones históricas que esclavizaron a mujeres y hombres “no blancos”, le sumaba un argumento directamente vinculado con la precisión semántica: ninguno de nosotros es negro o blanco. Catire, menos aún. La clase magistral del Comandante, abrochó –a mi juicio- tan fastidiosa pero necesaria discusión.

Como hubo quienes acatamos la explicación liberadora del barinés, hubo también quienes no. De hecho, revolucionarios y revolucionarias reaccionaron y reaccionan -a estas alturas- contra la línea esclarecedora dictada por el Libertador del siglo 20. “Me encanta que en la calle me digan negrito lindo”, he escuchado a más de uno palabras más, palabras menos. En la derecha política ¡ni se diga! En un infinito porcentaje de esa corriente, el concepto es virtualmente unánime. Por más que algunas o algunos de nosotras o nosotros tengamos los ojos verdes, el cabello amarillo y la tez cercana a la claridad de la leche, fuimos, somos y siempre seremos “negros y punto”.

No tengo duda alguna de que Carlos Ocariz apartó su cupo, entre estos últimos. Lo tiene bien ganado. Él es racista. Xenófobo. Clasista. Y a riesgo de que me fusilen, diré lo siguiente: no es culpable del todo. Fue lo que escuchó desde niño, rodeado de quienes así pensaban. Pudo haber cambiado desde que Chávez nos abrió los ojos, pero era mucho pedirle que atendiera la aclaratoria filosófica hecha por tan insigne y “negro” mentor.

Los textos que intercambió con la inhabilitada Adriana D’ Elía, difundidos esta semana gracias a quienes desde su equipo decidieron pasarle factura, despejan cualquier duda que hubiese podido quedar al respecto. En ellos se leen frases, como “negros sudados” cuyos “olor es terrible” y “colombiches” entre otros. Repetimos: Ocariz es así. Cuando lo dice, no lo hace porque sea un ño maluco sino porque está convencido de que ellos “los blancos” son los buenos de la película, y nosotras y nosotros los malos por no haber tenido la suerte de haber sido “favorecido” con ojos claros y oliendo bien.

Ocariz no debe llegar a la primera magistratura de la gobernación del estado Miranda el próximo 15 de octubre. Electoralmente hay que impedirlo. Su ascenso a ese sitial sería una desgracia para las grandes mayorías humildes de esta importante entidad, en la que hay “el negro que jode”.

Si yo viviera en Miranda y además fuera uno de esos “negros sudados” de cuya piel despidiera “olor terrible”, votaría por el negro (de paso, pelón), Héctor Rodríguez quien jamás ha dado señales de haberse enrolado en las filas de la discriminación humana. Alentaría, con ese sufragio, a que el resto de las y los mirandinos procedieran igual ante la pantalla comicial en busca de extirpar el peligro de ser tratados como colombiches, pedigüeños y marginales.

Si yo viviera en Miranda, impediría con mi voto la llegada a Los Teques de este Donald Trump de los tantos que Primero Justicia tiene en su ariana organización.

¡Chávez vive…la lucha sigue!

@ildegargil