Salud sexual y reproductiva [placentera, sin imposiciones y liberadora] parte I

#SanasYVivasNosQueremos

¿Salud sexual? ¿Reproductiva? ¿Placentera? Las primeras dos son nociones que medianamente manejamos (escuetamente) y la tercera es una que no entra en el imaginario, así que ni hablemos de “sin imposiciones y liberadora”. Con el título seguro pensaron, no lo nieguen lakritas, algo como “acá viene la feminista ésta a decir vainas jipis de totonas y pipís”. Un poco así, pero nada jipi.

Partiendo en primera instancia de que nuestros cuerpos son sólo nuestros y sólo nosotrxs podemos ejercer poder sobre ellos, es necesario seguir abriendo espacios donde se naturalice, de una puta vez, el discurso sobre los cuerpos, nuestros derechos y nuestras responsabilidades, tumbando el discursito adeco noventero —que arrastra todo el tabú católico del siglo XX—, que rezaba “cómo ponerse pacatamente el condón, cómo se hacen los bebés, los tatuajes en el pipí duelen y es-malo-muy malo-van-a-ir-al-infierno-si-se-masturban” por educación sexual. Educación un coño. ¿A ustedes lxs educaron? A mí no.

¿Por qué no hablamos de salud sexual? ¿Por qué siquiera hablamos abiertamente de sexo, de relaciones, de masturbarse, de parir, de abortar? Todavía sigue siendo tabú toda esta habladera de aparentes pendejadas pecadoras llenas de la influencia de Satanás que en verdad deberían ser la vaina más normal del universo, porque parten del poder de decisión, pero como el poder de decisión fue lo primero que nos quitaron entonces todo lo que salga de allí está llevado de las manos del diablo.

Segurito que acá nadie se toca, nadie coge, nadie pare, nadie aborta. Segurito.

Venezuela tiene el índice de embarazo adolescente más alto de Latinoamérica, un índice de VPH que va entre el 80% y 85%  en la población sexualmente activa (es decir, que por lo menos de 10 personas, 8 tienen VPH) y un índice no claro de aborto clandestino y de muertes de mujeres por aborto. Estos tres factores, importantísimos, parten de dos celulitas malditas y peligrosas: la desinformación y la imposibilidad de ejercer nuestra voluntad sobre nosotrxs mismxs.

No sólo es que estamos arrechamente desinformadxs como población en términos de salud sexual, sino que además nos condenamos a nosotrxs mismxs por estar desinformadxs. Si sabemos mucho, somos unxs pervertidxs/putxs. Si no sabemos, es que somos pobres y putxs, y por eso es que nos pasan las cosas que nos pasan.

Venezuela tiene el índice de embarazo adolescente más alto de Latinoamérica, un índice de VPH que va entre el 80% y 85%  en la población sexualmente activa (es decir, que por lo menos de 10 personas, 8 tienen VPH) y un índice no claro de aborto clandestino y de muertes de mujeres por aborto

Acá voy a empezar yo con la tiradera: la página web del MPPS (Ministerio del Poder Popular para la Salud), además que no invita a quedarse a navegar, no tiene ni un solo botón que indique siquiera algo parecido a salud sexual, ni tiene estadísticas.

Pareciera que no estuviese dirigida al público sino más bien que apuntara aún más al Estado burocrático donde quizá poner los nombres de los cargos de los viceministerios es más importante que un pendejo botón sobre salud sexual y reproductiva, y ni hablemos de una campaña nacional. Epa, y no digo que no existan las campañas de salud sexual; digo que no existe una campaña de información y atención permanente, activa, pertinente y que alcance los espacios demográficos que debe y que, además, propicie lugares para la información y la desnaturalización del imaginario colectivo que sigue refiriéndose al tema como un “ay, chica, ¿no te da pena?” por parte de las instituciones del Gobierno que se supone llevan esto como responsabilidad. PLAFAM les lleva una morena.

Los Indicadores Básicos de Salud que presenta el INE (Instituto Nacional de Estadística), entre 1999 y 2011, presentan los siguientes campos: Esperanza de vida al nacer, 1998-2011; Tasa de mortalidad infantil de niños menores de 5 años, 1990-2010; Tasa de mortalidad infantil de niños menores de 1 año, 1990-2010; Desnutrición infantil en menores de 5 años, 1990-2011; Disponibilidad energética en la dieta del Venezolano, 1998-2011; Población con acceso a agua potable, 1988-2009; Población incluida en la recolección de Aguas Servidas en Redes 1998-2009; Consultas Barrio Adentro I, 2003-enero 2012; Vidas salvadas en Barrio Adentro, 2003-2011; Indicadores Misión Barrio Adentro II, acumulado enero 2012; y Número de centros construidos y dotados Misión Barrio Adentro, 2005-2012 (Indicadores básicos de Salud 1999-2011. INE).

Bello todo, ¿verdad? Pero no hay ni un solo uniquito campo que refiera a una población demográfica clasificada en algún tema de salud sexual. Ni uno solo. Ni por enfermedades, ni por abortos, ni por población sexualmente activa, por ejemplo.  ¿La sexualidad no es considerada, entonces, un ámbito de salud, y menos todavía, uno de atención nacional? Carajo. Qué preocupación.

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Ahora, peor aún, voy con los campos del Boletín de Indicadores de Género del II Semestre de 2013: son 15 cuadros estadísticos que manejan cifras que describen y diferencian algunas realidades por género, como la tasa de analfabetismo, población remunerada, fuerza de trabajo, ingreso salarial, tasa de desocupación, condición de pobreza, jefaturas de hogar, tasa de mortalidad de cáncer de próstata, tasa de mortalidad de cáncer de cuello uterino (algunas cepas del VPH son factores para el crecimiento de este tipo de células cancerígenas) y tasa de mortalidad por cáncer de mama.

Haciendo una relación hombres/mujeres que en verdad es una diferencia comparativa y discriminatoria (algunos estadísticxs podrían decir que la diferenciación por género indica los índices de desarrollo, pero que compara arrechamente y no aporta, siquiera lo piensa, a apuntar a la equidad de género), el párrafo introductorio lee:

Los indicadores permiten describir características, comportamientos o fenómenos de la realidad que comparados con años anteriores hacen posible evaluar el desempeño y su evolución en el tiempo. Es por ello vital que se establezca una secuencia histórica para tener la referencia temporal de estas realidades o situaciones.

Siendo consecuentes con esta premisa, la intención del boletín es mantener los indicadores en cada uno de los contextos referidos con el fin de que el usuario pueda evaluar las tendencias de la información reflejada en materia de educación, empleo, ingreso, salud”. (Boletín de Boletín de Indicadores de Género II Semestre de 2013, INE)

“La intención del boletín es mantener los indicadores en cada uno de los contextos referidos con el fin de que el usuario pueda evaluar las tendencias de la información reflejada en materia de educación, empleo, ingreso, salud”. La información reflejada en materia de salud, por ejemplo, no incluye un campo que tenga que ver con la salud sexual. La diferenciación por género es una herramienta para apuntar a la descripción de los índices de desarrollo, pero, contradictoriamente, no hay índices en materia de sexualidad donde la diferenciación de género sí pudiese apuntar, de igual manera, a los índices de desarrollo pero también, y muy necesarios, a los de subdesarrollo.

Rueda la bola entre algunxs médicxs que el Gobierno no quiere comprar las vacunas para el VPH y empezar a aplicárselas a la población infantil femenina a partir de los 9 años. Insisten que con la vacuna podrían aminorarse los casos de cáncer de cuello uterino y la tasa de mortalidad por esta enfermedad bajaría. Apartando el hecho de que las vacunas de Cervarix y Gardasil todavía no aseguran ser exitosas, traen muchísimos efectos secundarios que podrían afectar la cotidianidad de una niña en crecimiento y su desarrollo como mujer (los casos en España han sido graves), el problema no puede apuntar a resolverse desde la enfermedad, sino desde la prevención.

No tenemos educación sexual en ninguno de los espacios donde hacemos vida desde que nacemos: ni en el hogar, ni en centros educativos, ni en los ambientes laborales ni en la calle. La que tenemos es la de la negación de los cuerpos y de la sexualidad, que son sustituidas por incomodidad dura sobre el tema y su respectivo chalequeo machista, y así vamos creciendo sumamente desinformadxs y sobreviviendo las consecuencias de salud que esto conlleva. La desinformación es también la imposibilidad de vivir nuestra sexualidad como queramos, también es opresión.

En la segunda parte de este texto hablaremos de liberación sexual responsable y empoderada, de cómo protegernos lxs unxs a lxs otrxs, de opciones de centros de salud a los que acudir y de apuntar a crear espacios para la desnaturalización de sentidos comunes obsoletos, ridículos, que joden en banda ancha y que, sí, son creados por el mismísimo Satanás y por eso son tan divertidos.

Sahili Franco

Nació en Caracas, el 15 de marzo de 1990. Inició su carrera editorial en el Taller de Creación Editorial Agujero Negro, formando parte del equipo de editorxs, correctorxs y productorxs de contenido de esta revista, órgano divulgativo de la Escuela de Artes-UCV. Durante ese período, inició paralelamente y de forma autodidacta estudios sobre la imagen, la gráfica, la fotografía, el cine y el audiovisual. Su producción de contenidos apunta a la comunicación pertinente de historias de vida que hablan respecto a la soberanía de los cuerpos, la alimentaria, la des-mercantilización de la vida y a las contradicciones discursivas y estructurales que enfrentamos como pueblo oprimido, colonizado y en eterna resistencia al mismo tiempo que incluye la necesidad discursiva y coyuntural que nos tocará atacar al momento. Sus canales de participación son el impreso y el web, y sus formatos, video y texto en géneros como la crónica, pequeños cuentos y micros.

Actualmente produce contenidos desde sus pequeñas trincheras de lucha, y trabaja como productora audiovisual freelance.