Vamos a enseriarnos

Las series de televisión son drogas duras. Se desata una especie de epidemia con cada temporada. Las redes sociales se inundan de aquellos fanáticos y seguidores, que no pierden ocasión para arruinarles el siguiente capítulo y algunos se atreven a revelar el final de la serie a aquel incauto que pase por allí, así que vamos a enseriarnos.

Familia perdida

En estos tiempos de pantallas planas y en HD, la excusa perfecta para compartir con padres, madres, tíos, sobrinas, padrinos y hasta con el vecino, es sentarse alrededor de la caja boba. Recuerdo a mi papá que llegaba justo cuando estaba comenzando un capítulo nuevo de Lost, serie gringa de hace un par de años con la que nos enganchamos y que seguimos, hasta aquel fatídico día que se activó una huelga de escritores y guionistas que retrasaron la entrega de nuevos capítulos. Fue una real tragedia, no sabíamos qué hacer a esa hora, nos quedamos con la intriga de lo qué sucedería, nos mordíamos el codo de la desesperación por conocer qué coño era la isla esa.

Nos cansamos de ver las repeticiones pero igual sufrimos cuando mataron al árabe y desaparecieron a los niños. El suspenso y una gran lista de posibles hipótesis sobre la serie eran temas de discusión muy seriamente en almuerzos y reuniones de trabajo. La trama estaba muy bien hecha y los actores y actrices eran buenísimos. Cada uno tenía su favorito, el gordo, el negro, la preñada, el rockero emo y  el doctor, una gran diversidad de culturas y personalidades que lograron atrapar a más de uno. Yo estaba perdidamente enamorada de uno de los personajes principales, Sawyer se llamaba y era el chico malo maluco con un abdomen escultural, sonrisa con hoyuelos perfectos y ojos azules pero que en el fondo era romántico y tierno. Al final del cuento, estaban todos muertos así que, sino la has visto, me disculpan por spoliárselas.

Reunidos frente al televisor, nos pegamos con una serie de súperpoderosos personajes. Héroes, con 5 temporadas supo ganarse nuestro corazón pero también, al igual que Lost y muchas más, sufrieron la fulana huelga de escritores y para mí que la machetearon y no me gustó el giro que le dieron al final, la apresuraron y años después sacaron una nueva con algunos de los personajes del reparto original, tendré que verla.

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Viejas, viejas pero buenas, buenas

De los productos televisivos que llegaban enlatados a nuestro país, no puedo dejar de mencionar un par de series. La popularidad de un grupo de salvavidas, con como 80 temporadas, llegaba para el deleite del venezolano. Cuerpos esbeltos y barbies con un traje de baño rojo que corrían en cámara lenta al rescate del desvalido pero que ya rayaba en novela, era básicamente la historia de Baywatch. Vimos crecer a Hobie, quien siguiendo los pasos de su padre, también se convirtió en rescatista. Mitch Buchannon era el héroe de la serie, una mezcla entre Rambo sexy con McGyver (otro personaje de serie enlatada, a quien por cierto, también amé con locura la forma tan simple y relajada como con un clip podía desarmar una bomba nuclear) Muchos la veíamos, religiosamente, para chismearle la vida a las rubias con su maquillaje (a prueba de agua) o simple y llanamente para bucear el bronceado Hawaian Tropic en los cuadritos milimétricos de los varones metrosexuales y para ver cómo comenzaron Pamela Anderson y Carmen Electra.

Yo tenía 8 años y en cada recreo me volteaban y me subían la camisa para revisarme la espalda a ver si yo tenía cables y baterías como las tenía la robot «Vicky, la pequeña maravilla» serie ochentosa que también nos vacilamos en familia, también recuerdo no sé cuántas veces le pedí a mi papá que quería tener el cuarto decorado como el de Punky Brewster (ponqui bruster) su cama era sencillamente genial. Eso por no mencionar el escándalo que armó mi mamá cuando me vio con el zapato de mi papá pegado a la oreja, porque así atendía las llamadas Maxwell Smart, el Súper Agente 86. Porque si alguno de nosotros creció con los sifrinitos de Beverly Hills 90210, Salvado por la campana, The OC y Melrose Place, nuestros padres crecieron con el Zorro, Batman y la Casita de la pradera, así que no se pueden quejar, ellos también se enfiebrarons con sus series favoritas.

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Pacos y doctores

Hubo un boom a principios de este milenio con las series dedicadas exclusivamente a médicos, estetoscopios, hospitales y ambulancias, así como existen las «narconovelas», también pudimos vestirnos de verde y colgarnos nuestras batas blancas y cofias coloridas, para enterarnos cómo era la vida privada de las muñecas que escogían para estos casting, que si Meredith se casa con McDreamy, que si la gorda lesbiana anda pendiente de la vieja que usa muletas y la otra se casó con un paciente, todo esto ocurría mientras veíamos los inicios de George Clooney en «ER (i-ar), sala de emergencias» y conocimo los instrígulis de los hospitales de ciudades como Chicago, San Francisco y sus carencias, lo chimbo era hacer la comparación automática con nuestra realidad en materia de salud.

La proliferación de policías, detectives y demás casos de investigación también tuvo su auge en nuestras TV, desde los que andaban en bicicleta por las playas de Santa Mónica, California, hasta las que te llenaban la pantalla con cadáveres y etiquetas en el dedo gordo del pie. Hubo una que me encantó, se llamaba Lie to me (miénteme) y se basaba en un servicio privado que se contrataba para resolver crímenes, basando toda la investigación en los gestos faciales de los sospechosos, hacia dónde dirigía la mirada, si se agarraba las manos, todo un estudio comprobado de las actitudes que delataban al malhechor. Me veías a mí pendiente de cada mueca que hacían mis amigos o el de turno, para saber si me estaba viendo cara de poceta.

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Nuevas drogas

Las grandes cadenas de televisión se han dado a la tarea de producir cualquier cantidad de series para el disfrute de todo el público heterogéneo. Algunas rayan en la novela por sus tramas rebuscadas. Últimamente, las historias de  castillos con sus respectivos dragones, guerreros vikingos, brujas, realezas promiscuas (y con cierta inclinación al incesto), invaden nuestras pantallas. Me he resistido a caer en la tentación de querer formar parte de la familia Borgia o los Lannister, Stark, Tyrell y de querer tener los poderes de la reina que tiene el dragón. A pesar de no haber visto un sólo capítulo de la Guerra de Tronos, sufrí cuando mataron al tal Snow ese, lo vi tanto en las redes sociales que ya estuve a punto de llevarle flores pa’l cementerio.

Por el otro lado están los adoradores de los zombies y tripas afuera, cerebros burbujeantes con sangre y ojos sacados, para alimentar el morbo de algunos y para que se les alborote el fatalismo de que el mundo se va a acabar, a causa por un virus que convierte a la gente en muertos vivientes. Particularmente no me agrada ese festival de vísceras danzantes, prefiero los litros de tinta roja que se lanza Tarantino en sus películas.

No sé cuántas veces he tratado de cantar correctamente la canción con la que comienza The Big Bang Theory sin éxito, de hecho en la plaza de mi edificio tengo «my spot» como en el sofá de Sheldon. El tema musical del intro de Two and a half man, si te me lo canto completico y entonadito menmenmenmenmenmenemen ooooohhhh. Por cierto, estoy convencida que cuando salieron de Charlie Sheen, los productores de Warner cometieron el peor error de la vida.

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Bendito Netfilx

Con la aparición de esta empresa comercial de entretenimiento, creada cruelmente para mantenernos dominados y presos en el sofá frente a la pantalla y que a cambio de una tarifa plana mensual en dólares, puedas disfrutar de un streaming multimedia bajo demanda por Internet, una selección de películas de todos los tiempos y géneros habidos. Por eso quien tenga una cuenta allí y te haya dado su clave de usuario, se ha ganado el cielo por tener un corazón muy grande.

Otro de los atractivos de esta vaina son las series, con la particularidad de que las puedes ver completas. Sí, todas las temporadas, todos los capítulos, las veces que quieras y cuando quieras, puedes hacer tu propio maratón de Friends, otra de mis series favoritas, muy racista ella, de hecho creo que sólo vi un par de negros, el vecino que cantaba por las mañanas con Joey y la que fue novia de Joey, ahora que lo pienso, siempre pusieron a los negros con Joey que era el italoamericano de este grupo de amigos, que vivían sentados en un sofá tomando café y a los cuales acompañamos por 10 temporadas, los vimos comenzar y terminar relaciones. Entrar y salir de trabajos. Casarse, divorciarse y volverse a casar. Hasta parir trillizos para un hermano.

De su propio peculio ellos también producen sus propias series suyas de usté. Creaciones originales de néfli y ya me he enganchado con varias. Orange is the new black, es la historia de un poco de mujeres en cautiverio, la trama va desarrollándose con cada una de ellas y sus vidas truculentas, divertidas y misteriosas, está muy bien hecha y aborda temas polémicos, hay sexo, alcohol, peleas, drogas y rock and roll. Va por su 4ta temporada y ya no puedo esperar a que llegue la 5ta. Otra  serie original de Netflix que me tiene fiebrúa se llama Sense8 y está dirigida por las hermanas Wachowski, las mismas de The Matrix, así que ya se imaginarán el fume de esa historia, con 8 personajes principales que se relacionan entre sí y viajan en el espacio y tiempo. Brutal.

También puedo recomendarles con los ojos cerrados, Stranger Things, está ambientada en los años 80, lo que genera una conexión muy divertida con los que crecimos en esa época, la ropa, la música, los juegos y que además, plantea la existencia de un universo paralelo, actúan 4 chamitos y una niña con súperpoderes que ¡es lo máximo! Sólo han transmitido 8 capítulos de la primera temporada y ya han ganado un bojote de premios.

No desesperen. Estas series se pueden ver por internet sin costo alguno, así que no crean que es sólo para paladares exquisitos ni con divisa.

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Victoria Torres

Periodista, melodramática y brontofóbica. Contra todo pronóstico, fiel creyente de la amistad y de que un mundo mejor es posible. Responsable y dueña de lo que escribo y sueño, que ahora comparto con aquellos que están tan locos como yo.