Amor de madres

Para M,
con eme de mamá

Se acerca el Día de las Madres; gracias a los clavos de Cristo cayó quincena este año. Están esos riales calienticos, especialmente los de la tarjeta de alimentación pa que consintamos a nuestras queridas madrecitas. Pero estemos clarxs, este año la masa no está pa bollo, así que el regalito debe ser uno escatimado. Ni podemos darles a nuestras mamás el regalo que se merecen, ¿túhasvistojm?

Sí, el Día de las Madres es otro en el que el derroche mercantilista es severo, pero así como pasa en otras fechas similares, está muy lejos de dignificar o evidenciar el amor de madre real, o el que nosotrxs les tenemos a ellas. A menos, claro, que estemos convencidxs de que mediante los riales y la regaladera de vainas materiales se traduce el amor a la tipa que nos sobrevivió.

Latuya, lamía, la negra, tuamá, miamá, tumae, mimae, mi mamita, mi negrita, mi madre, mivieja, midoña, mimadrecitaqueridacomoteamoviejaeresmisol, vergamaricamimamámetienegris, teamomamáaaaaaaaaaaaa. peromamánotearrechescónchalevaletúnoentiendes. Todas ellas, es la misma, es la nuestra, la inigualable, la irrepetible, la tipa que tal.

Algunas madres son sobre protectoras, unas son controladoras, otras no paran un cuarto e bola, y otras simplemente decidieron que eso de la crianza y la maternidad no se les daba o no lo querían o no podían  y nos dejaron con las otras madres que son las tías, las abuelas, las primas, las señoras que abrieron la puerta esa noche porque p’a ser madre no hay que haber concebido ni parido. Mamá es la que permite la vida, la continua y la protege por sobre la de ella misma.

Una tipa que hizo todo, todo, todito, todo para que sobreviviéramos es una tipa con ovarios bien puestos. Todas ellas con sus dificultades, sus complejidades y sus luchas gritadas y calladas; con unas ganas de matarnos como si er diablo las hubiera poseído o con el orgullo que rebosa y se sale de cualquier habitación; con el amor más profundo, obstinado, terco y empedernido. Sí. Una tipa bien de pinga.

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Me atrevo a decir que en medio de una gran variedad de circunstancias de vida, tenemos una relación compleja con nuestras madres, y a medida que vamos envejeciendo (ellas y nosotrxs) esa relación va cambiando. Pero estamos clarxs que todxs hemos pasado por la etapa mamitis, la de “no soporto a esta coño e su madre”, la de “layqueamiga”, la de “no sé qué haría sin ella”, la de “de lejitos nos llevamos mejor” y la que arrejunta todas las anteriores.

Sin embargo, hay algo que nos une tan fuertemente a ellas, un lazo que no se rompe con ninguna arrechera, y que tiene la capacidad de renovarse, de crecerse y de fortalecerse, siempre que lo permitamos y lo cultivemos. Porque como toda relación, esta también hay que cuidarla y atenderla, y participar activamente de ella si queremos mantenerla.

Yo no me salvo de ninguna experiencia contada entre panas: cada vez que quise matarla porque no sabía usar su celular/computadora y me decía “es que no tienes paciencia”, cuando pensé en “me voy pal coño cuando cumpla18”, esa vez que me hizo pasar pena chimbo con el jevito, o cuando me formó rolo e peo en frente de la gente (y sí, yo me lo había ganado), cuando me preguntó tantas veces “¿No has comido NADA?”, cuando no me dejaba en paz, o quizá incluso por teléfono ayer en la tarde cuando yo la llamé a ella y lo que hizo fue quejarse y no dejarme hablar.

Pero también conté cuando me dijo que nadie podía decidir por mi; las incontables veces que volví con las rodillas rotas, y en todas me sentó sobre el fregaplatos y me las curó con yodo y rifocina como si fuera la primera vez; cuando me dijo que si quería ser barrendera me iba a apoyar, con tal de que fuera la mejor barrendera; cuando me enseñó el “mándalo largo al carajo; no sea marico él” (desde jevos hasta jefes); o cuando me dijo que todo, todo pasa; o quizá incluso esta mañana, cuando me  dijo “mi amor, ya te puse a calentar el agua para que te hagas tu cafecito”.

No, mamá. Yo no te voy a llevar a comer, ni te voy a comprar un regalo, ni te voy a decir “Feliz Día” porque sabes que no creo en esas pendejeras,  y gracias a los dioses ya no te tocan esos vergajos horrosos que venían del colegio y que nunca guardaste porque eres una lakrita sin pelos en la lengua, ni en los ojos. Pero, gracias a ti yo voy a seguir acá estándonos juntas hasta que nos toque separarnos por otra razón que no sea ninguna de las dos, y te tendré en el pensamiento y en el corazón todos los días, así como tú me tienes a mi, y como en ese sentir representas el amor de todas las madres, y ellas también te representan a ti.

Amor de madre que se alimenta de esos amores que nos tienen y nosotrxs les tenemos a ellas; amor que termina siendo uno solo con millones de hebras conectadas a tantísimos cuerpos. Amor de corazón hinchao y manos fuertes.

Sahili Franco

Nació en Caracas, el 15 de marzo de 1990. Inició su carrera editorial en el Taller de Creación Editorial Agujero Negro, formando parte del equipo de editorxs, correctorxs y productorxs de contenido de esta revista, órgano divulgativo de la Escuela de Artes-UCV. Durante ese período, inició paralelamente y de forma autodidacta estudios sobre la imagen, la gráfica, la fotografía, el cine y el audiovisual. Su producción de contenidos apunta a la comunicación pertinente de historias de vida que hablan respecto a la soberanía de los cuerpos, la alimentaria, la des-mercantilización de la vida y a las contradicciones discursivas y estructurales que enfrentamos como pueblo oprimido, colonizado y en eterna resistencia al mismo tiempo que incluye la necesidad discursiva y coyuntural que nos tocará atacar al momento. Sus canales de participación son el impreso y el web, y sus formatos, video y texto en géneros como la crónica, pequeños cuentos y micros.

Actualmente produce contenidos desde sus pequeñas trincheras de lucha, y trabaja como productora audiovisual freelance.