Los recuerdos de Alí en el futuro de la Revolución cultural

Fui llenando con flores mi fusil de poemas”

Alí Primera

 

Las y los artistas, las creadoras y los creadores, son especialistas en inventar mañanas. “Yo amarré los recuerdos al árbol de la noche y fui en busca del sol”, nos dice Alí Primera en su Canción para acordarme. Una requisitoria de esos “cómo no acordarme” en la voz del poeta al que le da por cantar, cada vez que se acuerda.

Hay otras y otros a quienes les da por pintar, por bailar, por esculpir, por cocinar, por sanar, por poemizar la vida, por tejer y soñar con estéticas polícromas y no “grises”, como nos refería en estos días Sandino, uno de los hijos de Alí Rafael y soldado fiel al legado de El Canto -que predicó su padre-, mientras nos invitaba en voz alta para la Marcha de los claveles rojos, tal como se hace desde hace 32 años, después de la desaparición física y siembra de su padre, defenestrado en accidente, el 16 de febrero de 1985.

Por recordar a nuestro Alí, las generaciones presentes -incluyendo las que acudieron a las filas militares, como aquel soldado cadete Hugo Chávez que llevaba el canto necesario en sus labios, como un mantra que paseaba por “la cuadra” de su cuartel- se acuerdan hoy de Bolívar, de Samuel Robinson, de Ezequiel Zamora, de Fabricio Ojeda y Argimiro Gabaldón. Se acuerdan que tenemos casi un centenar de formas musicales tradicionales y propias, que expresan como impronta, parte significativa de nuestra identidad. Por recordar a nuestro Alí, la memoria se pertrecha cada día y solidifica su trinchera de ideas para vencer las oscuranas.

Hoy, nuestro pueblo venezolano protagoniza transformaciones profundas en diferentes direcciones. Muchas son imperceptibles a simple vista, son moleculares. La Revolución se expresa más allá de lo formal, mientras se niega a quedar reducida a gestiones gubernamentales. Centrada en el árbol de las tres raíces, ésta Revolución auténtica es la que moldea a los grandes hombres, como Alí Primera y Hugo Chávez. Y es Alí el precursor contemporáneo genuino de la más radical de las transformaciones, expresada en la filosofía de su militancia y su canto, bajo la égida figura de revolución cultural.

Es Alí Primera quien entiende y expresa con la manifestación artística de su canción múltiple y diversa, que la tarea no es tocar a ritmo de tambor beleño toda nuestra música. Mucho menos, como lo han pretendido los defensores de la cultura del “pensamiento único” y dominante, que vendió y vende al “joropo llanero” como símbolo exclusivo de venezolanidad.

Hace falta mirar hacia los recuerdos de Alí. Sin nostalgia ni dolor. Con orgullo. Con la convicción de estar ante un militante de la reforma intelectual postcapitalista y de la reforma moral necesaria para la construcción de la Patria socialista. Los recuerdos de Alí deben estar en la vanguardia de la revolución cultural que tantos nombran, pero muy pocos entienden, cuando de acciones se trata.

Ilustración: Xulio Formoso