Qué hacer dentro de un museo venezolano…

Recomendaciones y sugerencia no tan sencillas

Deje cualquier prejuicio en la puerta del museo. El arte contemporáneo, los objetos históricos o patrimoniales o cualquier cachivache que la burguesía haya tenido a bien fetichizar exige que las almas de los transeúntes anden saludables, sin preconcepciones pacatas ni malas mañas culturosas. Esto no quiere decir que dentro de los museos no haya mamotretos realmente indignos de estar allí. Es que a estas alturas no se sabe si es que algunos objetos no son dignos de los espacios de un museo o es el museo que perdió su espacio en la sociedad y ahora no sabe qué objeto meter dentro y cuáles dejar afuera.

Cuando vaya al museo exija que tenga un buen café con precios accesibles, baños en buen estado, iluminación acorde con los montajes. No se conforme con un edificio en mal estado, vacío, donde nada funciona, todo cagado de murciélagos. Eso no es un museo, es un edificio con graves problemas de identidad.

Si el edificio está a medio construir, hágase el que no ve nada. Los montajes del arte contemporáneo la mayoría de las veces son sencillas puestas en escena, teatro sin movimiento. Entonces no vea los entretelones ni los tras bastidores. Siempre son feos.

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Si cuando entra en la sala le da la sensación de orfandad, de que está en presencias de unos objetos tirados en una sala blanca celosamente custodiada por unos señores de flux azul que mata el tedio viendo al piso. Concéntrese en las obras, acaricie el hierro y las telas, las maderas y la piedra con la vista, haga un maravillosos ejercicio de imaginación y deje que esos objetos “de intención estética” lleguen al alma, aunque estén allí tirados.

Pregunte por el catálogo de la exposición, lea los apoyos de sala, busque una postal, un afiche, una guía de estudio (si la hay) lea todo lo que pueda sobre las obras, sobre los artistas, sobre los referentes, sobre quién armó la exposición y qué pertinencia tiene esa exposición en la ciudad y en la comunidad donde se encuentra. No siempre es fácil encontrar estas pertinencias.

Pida hablar con el director del museo (si se encuentra en el edificio) pregúntele cuál es el plan anual del museo, cómo andan los presupuestos, cómo están las instalaciones, cómo andan las visitas guiadas para las escuelas, cuándo comienzan los talleres. Pregúntele si él o los artistas que allí exponen van a conversar sobre su obra o si van a dar un taller.

Recuerde que un museo es un espacio público pagado con dinero de impuestos y dinero de renta petrolera. Es un espacio de todos los ciudadanos y se debe al público que lo visita. Todo lo que allí hay es patrimonio del país y debe ser protegido y cuidado para los que vienen después que nosotros lo disfruten igual.

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Los museos son espacios de ciudadanía, de educación, de investigación, de celebración patriótica y cultural. En otras épocas los museos fueron clubes privados del sifrinato de turno, y aunque ese espíritu aún queda en algunos reductos, es con la acción cotidiana y militante, con la consciencia de que los museo son de la gente y deben cumplir con sus funciones, que serán cada vez mejores.

La gente tiene derecho a la belleza, a los espacios hermosos, a los mejores jardines, al trato digno, a las mejores exposiciones, a ver arte de todo el mundo. Las bibliotecas y los centros de investigación de los museos deben ser sitios actualizados, hermosos, con todos los servicios funcionando y hechos para la gente, para los que le gusta el arte, para quienes lo militan y lo hacen, para quienes lo disfrutan. No creo que sea mucho pedir.

Siéntese en el banco que está en medio de la exposición, siéntase como que si estuviera en su casa, en la casa de todos los venezolanos, siéntase orgulloso. Si le cuesta mucho sentirse orgulloso vaya con más frecuencia y ejerza de manera efectiva su crítica responsable, traiga a sus vecinos y exija un museo mejor, un museo abierto, exija que el arte que está dentro de los museos sea democratizado.

 No vaya al museo apurado. Sienta que tiene todo el tiempo del mundo aunque cierren a las cuatro y media.