El berrinche

Es tal vez la conducta infantil más odiada por los nosotros los padres. Su puesta en escena implica que se nos suban los colores al rostro, que apretemos los dientes para murmurar amenazas contra el ejecutante y que se nos broten los ojos de sus órbitas mientras lanzan miradas mortales. Esa deformación del rostro y la perturbación de la paz interior, ocurren en cuestión de segundos cuando aparece ese comportamiento frenético denominado berrinche.

El berrinche, también conocido como pataleta, es un fenómeno reactivo utilizado por algunos niños para conseguir algo. Su intensidad varía de acuerdo a la respuesta recibida y a los resultados obtenidos. Los niños siempre dirigen su berrinche a alguien, generalmente a mamá, papá, los tíos o los abuelos; es muy raro ver a un niño haciendo berrinches a solas, pues siempre se necesita de un escenario y un público al que presentar su show.

La duración normal de un berrinche es de uno a cinco minutos, aunque hay niños más intensos que pueden montar “obras” de una hora completa con créditos incluidos. La duración dependerá de la habilidad de los padres para salir del apuro, o del límite de su paciencia para entrar en la fase disuasiva con la chola en la mano. Sin embargo, debemos tener en cuenta que el berrinche es una falta de habilidad para controlar las emociones fuertes, una especie de entrenamiento psicológico para el manejo de la ansiedad.

Una vez terminado el berrinche, por la vía del diálogo o por la de la chola, lo normal es observar en los chamos una suerte de arrepentimiento, una tristeza profunda en medio de la cual buscan el cobijo de la madre o de la persona que se vaciló la pataleta. Muy en el fondo, el berrinche es una forma de pedir demostraciones de amor.

Algunas variedades del berrinche ocurren cuando la frecuencia es excesiva. En estos casos los especialistas alertan de posibles desórdenes psicológicos que deben ser atendidos con urgencia.

En casos normales, la presencia de berrinches aparece entre los 16 meses y los cinco años de edad. Pero hay algunas excepciones que se escapan a la regla.

Berrinche en dolor mayor

No nos equivoquemos, el berrinche no es exclusivo de los niños. Por las características arriba descritas, podemos ubicar a muchos adultos en cada una de las condiciones que explican el fenómeno del berrinche. Al igual que el de los niños, los berrinches de adultos son dirigidos hacia una figura a la que respetan o reconocen como autoridad. Son ejecutados públicamente, pues necesitan del mismo modo montar un show con todo y tarima.

El berrinche en adultos tiene, como podemos imaginar, implicaciones mucho más peligrosas que en los niños. Un adulto caprichoso puede herir con conocimiento de causa a otra persona desde un insulto grave, hasta arrebatarle la vida si no consigue su objetivo. Algunos prefieren prender en candela el país con gente y todo.

El berrinche en adultos es propio de gente malcriada, gente que creció creyendo que tienen derecho a todo sin importar lo que tengan que hacer para conseguirlo. Al llegar a la adultez, se pierde la condición etaria para abandonar la conducta (cinco años), pero lo más angustiante es que el arrepentimiento del que hablamos arriba, no se manifiesta en adultos. Por lo tanto, repetir los errores será una norma.

Si usted se identifica con alguno de estos síntomas, o conoce a alguien que los padezca, consulte un experto.

Randolph Borges

Periodista, locutor y productor de radio con experiencia en medios como Radio Fe y Alegría, YVKE Mundial, Alba Ciudad y actualmente en Radio Nacional de Venezuela. Su experiencia en televisión le ha llevado a conducir y participar en distintos programas de VTV y TVES. Escribió para la revista internacional "América XXI" y el diario Ciudad Ccs como columnista. Desde que es papá de Miguel Adrián, comparte su pasión por la radio con la inigualable fortuna de ser padre, experiencia que comparte actualmente con los visitantes de "Desde la Plaza" en su columna "Yo Soy Tu Padre" publicada cada miércoles en este portal web. Aquí narra vivencias, aventuras y desventuras de este rol tan importante, para así abrir espacios a la discusión de la paternidad y la crianza responsable.