Promover una nueva masculinidad y derrotar al patriarcado son los desafíos de la igualdad de género

Con los cambios impulsados por la Revolución Bolivariana en igualdad de género hoy desde Venezuela podemos enviar un mensaje al mundo diciendo que la mujer, como género, no está sola, que más allá de los avances institucionales y políticos que la redimen de la posición históricamente impuesta por la sociedad patriarcal y capitalista, tenemos actualmente las condiciones subjetivas que plantean una lucha en la que también se incluye al hombre, un batallar de iguales donde se empuña el arma de la fraternidad.

Bien caracterizaba Simone de Beauvoir en El segundo sexo, que la conciencia que adquiere la mujer por sí misma no está definida por su sexualidad, sino que es reflejo de una estructura económica en la que se gravaron condiciones como la “servidumbre de la maternidad” que le impuso desde las muchas procreaciones, hasta la crianza de esos hijos sin ayuda alguna; así como la impronta de la técnica que la confinó al trabajo doméstico, visto este como “casero” o “no productivo”, dejando para el hombre ese “trabajo productivo” donde era importante la fuerza física sobre la que luego se sustentó la propiedad privada.

Desde la perspectiva del materialismo histórico, Federico Engels en El origen de la familia explica que la propiedad privada fomentó el esquema patriarcal, que no es sino opresión económica y social, que será superada en medida en que ambos géneros participen de derechos de igualdad, perspectiva sobre la cual se comprende que las luchas reivindicativas de la mujer y del socialismo están estrechamente vinculadas y tienen un adversario común: el paternalismo capitalista.

En lo que corresponde a la historia reciente, el comandante Hugo Chávez manifestó la necesaria superación de un intersubjetividad en materia de género para llevar adelante los cambios revolucionarios: “Sin la verdadera liberación de la mujer, sería imposible la liberación plena de los pueblos y soy un convencido de que un auténtico socialista debe ser también un auténtico feminista”, escribió en Las líneas de Chávez del 8 de marzo de 2009.

Su reflexión es un constructo que provino desde los primeros cambios institucionales iniciados en 1999 con la Constitución Bolivariana, que establece la democracia participativa y protagónica, concepto que abre la brecha para el desarrollo de un marco legal que tribute a la igualdad de género, su lenguaje, los derechos sexuales y reproductivos, trabajo en el hogar como generador de valor y la participación política de las mujeres en las comunidades, bases y estructuras organizativas.

Estos logros concretos trascendieron la conmemoración del 8 de marzo como una efeméride para recordar la muerte de 112 mujeres durante la huelga de una textilera norteamericana; la atomización de los logros femeninos vistos como una suerte de trivias sobre cuál fue la primera mujer que hizo tal o cual cosa en la historia; la distorsión interesada de que el feminismo es un proyecto opresor del hombre y el poco impacto político, sin alcances significativos, que tuvo en Venezuela durante el puntofijismo.

Pero para darle cuerpo a esa dimensión donde la mujer no está sola en su lucha, más allá de lo institucional y político, lo que corresponde es saber cómo promover la conciencia de género, cómo hacer que esta lucha sea también de un hombre que es producto de un entorno histórico machista.

Hacia la nueva masculinidad

En conversación telefónica con Desde La Plaza, Yekuana Martínez, comisionada nacional de Mujeres jóvenes del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) destacó las conquistas importantes en materia de género logradas en lo institucional, político y simbólico. «La Revolución ha permitido que la agenda feminista, la agenda del movimiento de mujeres, pueda concretarse, la institucionalidad que es ejemplo en el mundo, tenemos un Ministerio, un Instituto Nacional de la Mujer”.

Señaló que dichas instituciones son de importancia estratégica para el resguardo de los derechos de las mujeres en materia laboral y la concreción aún pendiente de alcances previstos en la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y Trabajadoras, como el establecimiento de centros de educación inicial y de lactancia en los lugares de trabajo. “Procurar que el cuidado de los niños y las niñas no sea responsabilidad únicamente de las mujeres, pasa porque el Estado asuma su responsabilidad, los patronos públicos y privados”.

Asimismo, el fortalecimiento de las Casas de abrigo para víctimas de la violencia intrafamiliar previstas en Ley del Derecho de las Mujeres a Una Vida Libre de Violencia. “Tenemos una red de protección y defensa de los derechos de las mujeres y es concreto, las mujeres son atendidas, hay una política, que hay que profundizarla”, igualmente, el resguardo de los derechos sexuales y reproductivos, la prevención del embarazo temprano, la democratización del trabajo en el hogar y la crianza de los hijos ―previstos en el artículo 88 de la Constitución― como tareas que también aportan valor.

Martínez, quien pertenece al equipo coordinador del Congreso de la Patria Capítulo Mujer, resaltó también la dimensión alcanzada en lo organizativo “como la paridad política, que nosotras representamos las estructuras de dirección de nuestro partido, que haya paridad, que haya igualdad, para asumir responsabilidades de dirección”.

Sin embargo, sostuvo que más allá de reivindicar lo logrado “hay un terreno de lo cultural, en lo simbólico que hay que seguir ganando» para lo cual es necesario incorporar el tema del genero desde la agenda del consejo comunal hasta la agenda de los movimientos políticos e incluir en este debate el concepto de las nuevas masculinidades. “Que cada día nuestros compañeros se involucren y defiendan esta lucha como suya”, señaló.

«No se puede ser solidario con otras causas, si no soy solidario con mi compañera que tengo al lado, si no logro que la crianza de los hijos sea una responsabilidad compartida entre hombres y mujeres”, señaló sobre quienes en su opinión considera que recae la responsabilidad de revertir las prácticas comunes de una sociedad machista y patriarcal, que no afectan únicamente a las mujeres y para lo que es “fundamental el trabajo que tiene la comunicación y el hecho cultural como elementos que pueden transformar la subjetividad, porque estamos luchando contra una cultura milenaria”.

«Tenemos una industria cultural capitalista que difunde cotidianamente unos antivalores feministas, que humillan a las mujeres, desde las letras de las canciones, hasta el rol que la mujeres jugamos en las telenovelas, hasta las canciones románticas, que a veces exponen un modelo de mujer sufrida y un modelo de hombre viril, productivo, un hombre fuerte», criticó Martínez.

La integrante de la Comisión nacional propulsora de la Unión Nacional de Mujeres (Unamujer) propuso como esencial “el desarrollo de campañas, no solamente desde el Estado, sino desde los movimientos sociales, que acompañen la promoción de una nueva forma de ser mujer y de ser hombre en la sociedad que queremos construir».

Derrotar al patriarcado

Por su parte otra entrevistada, Tamayba Lara, militante de la Plataforma socialista Golpe de timón, destacó que con la Revolución Bolivariana, actualmente «un sujeto importante del espacio del poder popular y los movimientos sociales es la mujer, en ese sentido, las leyes (del poder popular) y el empoderamiento de las bases sociales de la Revolución va a significar también un empoderamiento de la mujer”.

Realzó que se ha fortalecido la conciencia de género, transversalizándola con la creación de una institucionalidad y políticas públicas de apoyo, como la Misión Madres del Barrio, el respaldo económico a proyectos socio productivos por parte de Banmujer, así como un marco jurídico que reconoce su esfuerzo en el hogar y la protege de la violencia intrafamiliar.

Pero dicho empoderamiento, en su opinión también requiere de «la construcción de la unidad y la fuerza para impulsar el socialismo feminista como proyecto histórico en nuestro país, es decir, encontrarnos entre las iguales y entre los iguales, los integrantes de una clase social trabajadora”, elemento táctico fundamental para superar los obstáculos que implica el criterio de género impuesto por la burguesía y el capitalismo, entre los que está el patriarcado.

 “El patriarcado y el machismo no están en contra únicamente de las mujeres, sino también oprime al hombre, también lo disminuye, le impide el desarrollo de todas sus potencialidades humanas y crecimiento espiritual”, dijo y coincidió en lo expresado por Martínez en lo que respecta a que este concepto, muy arraigado en nuestra cultura, al que hay que desgranar en la subjetividad masculina.“Tenemos que hacer ver a nuestros camaradas, nuestros compañeros y hermanos, que tienen unos privilegios por su condición masculina, que esos privilegios tienen que trabajar en la construcción de una sociedad de iguales, de una sociedad superior”, afirma.

Señaló Lara que «lo primero que debemos comprender es la situación de la mujer y todo el sistema patriarcal es incluso previo al capitalismo y representa la opresión de la mitad de la población mundial” y sobre esta reflexión considera necesario “entender también que nosotras estamos en un proceso pedagógico, que el socialismo no se construye nada más con las mujeres, que el hombre no es el enemigo, el enemigo es el patriarcado”.

Quien también pertenece a la vicepresidencia de Mujeres del Psuv, expresó que la conquista de la igualdad de género llama al concurso de “todos los hombres y mujeres, a luchar de la mano en función de derribar el capitalismo y el patriarcado como sistema social, económico e ideológico y cultural que condena la humanidad”.

Una humanidad que desde lo biológico hasta lo político es de mujeres y hombres que deben reconocerse en la igualdad; mujeres que en la historia y cotidianidad continúan dando lo mejor de su vida, que es el amor, y hombres que aunque hereden un acervo de fortaleza, vendrán siempre de una mujer.

DesdeLaPlaza.com/Pedro Ibáñez