Sempiterno Oscar

Sin mucho aspaviento se llevó a cabo la octogésima novena edición del galardón de la Academia Norteamericana de las Ciencias y las Artes Cinematográficas, popularmente conocida como Academy Awards o premios Oscar. Más allá de la confusión para dar a conocer cuál fue la película ganadora, la ceremonia se llevó a cabo siguiendo exactamente el mismo guión de otros años.

Mismo formato, misma estética, mismo contenido y por supuesto, lo más importante, mismos objetivos. En otra entrega dedicada al Miss Universo ya nos habíamos referido a los Oscar como una ceremonia aparentemente inocua, dedicada exclusivamente al entretenimiento, pero que si lo vemos con ojo crítico, rápidamente salta a la vista que el evento no es tan inofensivo como parece.

Este ritual del fashion business sirve como la vitrina perfecta para engrasar una maquinaria que factura sumas mil millonarias y se autoproclama como la meca del llamado séptimo arte, cuando en realidad sus películas, en líneas generales, cada vez son más malas y vacías.

Los gringos tienen la manía de considerarse la tapa del frasco en todos los ámbitos, “we are the best”, reza una de sus frases más trilladas y -esto sin ningún ánimo de que me tilden de antinorteamericano- lo vemos también con la mal llamada “Serie Mundial de Beisbol”, cuando todos sabemos perfectamente que en el Caribe hay muy buenas ligas de pelota, así como en Japón, China e Italia, por citar sólo algunos casos. No obstante, ellos (los norteamericanos) se autoproclaman como el país sede de la World Series.

También se erigen como los únicos, en el cine, en la música y la televisión. Es obvio que esto es causa y a la vez consecuencia de su hegemonía cultural, militar, política y económica, que se ha extendido por más de cien años como el mayor imperio de la humanidad de todos los tiempos. Pero la decadencia del sistema, ha sido la decadencia de su imperialismo. Quizás el único campo donde preservan un dominio indiscutible sea en el militar, gracias a su impresionante maquinaria belicista.

De resto, nunca han sido, ni son, los primeros en nada. La prueba está en que cada vez con mayor vigor se da un movimiento underground, tanto en el cine como en la música y otras artes que lamentablemente no gozan de la misma descomunal propaganda que el sempiterno Oscar y sus falsos ídolos.

Ideas dominantes

Aunque parezca de Perogrullo, la vieja tesis de Marx y Engels en su Ideología alemana sigue más vigente que nunca: las ideas de la clase dominante siguen siendo las ideas dominantes. Esto es tan así que por eso mismo se le da tanto despliegue a un evento anodino como el Oscar, que se rige por patrones también anodinos y que solo premia a aquellos guiones, artistas y mensajes políticamente correctos. Es decir, los que promueven la supremacía de las élites en un mundo sin lugar para los débiles, (negros, árabes, chinos, indios y latinos y etc, etc, ect.).

Estudios realizados por la UNESCO revelan que cerca del 85% de las películas que se exhiben en el mundo son manufacturadas en Hollywood. El investigador Enrique Sánchez Ruíz detalla que los filmes norteamericanos se distribuyen en 150 países del mundo y nadie ha podido igualar el poderío de penetración del aparato de distribución y mercadeo de las siete empresas “mayores” (Majors) con base en Estados Unidos, a saber: Disney, Warner Bros. Inc., MGM-UA, Sony Pictures, Paramount, Universal y 20th Century Fox.

Y la inocultable decadencia económica y política del imperio hace que cada vez se aferren más a sus armas culturales o a sus políticas abiertamente belicistas. Si no, cómo se explica que una cadena supuestamente de noticias como CNN (en inglés) haya dedicado horas y horas de “análisis” y cobertura previa a una actividad, cuya fastuosidad es completamente forjada con base en un modelo comunicacional absolutamente vertical.

La ceremonia del Oscar que se difunde en más de cien países, es “noticia” únicamente porque sirve a los intereses de las élites norteamericanas, y no porque supuestamente se trate de la crema y nata del celuloide mundial. Por eso el encadenamiento simultáneo de medios nacionales, regionales y locales, en diferentes naciones, que repiten como loros el mismo mensaje fastidioso y decadente (antes, durante y después del Oscar), porque eso es lo que debe posicionarse.

Aunque se proclaman como adalides de la libertad de expresión en realidad ejercen una tiranía de la comunicación, como bien ha señalado Ignacio Ramonet. Y con ese manejo autocrático de los contenidos comunicativos nos imponen horas y horas de pura bazofia.

Lo que quiero decir es que el cine no comienza y termina con la mala industria hollywodense. Hay otros países con una densa trayectoria de buenos guionistas, excelentes directores, fantásticos actores, los cuales desconocemos porque a la gran maquinaria comunicacional le conviene mantener en las sombras.

Solo por comentar algo, se me viene a la mente la escuela de cine italiano, alemán, español y francés. ¿Cuán poco conocemos de nuestro cine latinoamericano?, donde abundan ejemplos magistrales de guiones inteligentes y actuaciones excepcionales a pesar de las carencias presupuestarias. Los chinos tienen una industria floreciente al igual que los indios, pero nos resulta casi desconocida.

Cortinas de humo

Pero lo más grave o quizás lo más importante para las élites, es que con el predominio cultural de Hollywood también se adormece la conciencia de miles de millones que gastarán horas y horas hablando de Ryan Gosling y la tonta anécdota de la confusión en la premiación (igual que en el miss Universo), sin prestar atención a lo esencial.

Esa gran masa probablemente jamás se dará por enterada de que en este primoroso mundo capitalista, 65 millones de personas son refugiadas, ello es equivalente a las poblaciones de Portugal, España y Austria juntas. Qué según la ACNUR de ese total (65 millones), 21,3 millones han sido obligados a huir por guerras y persecuciones, más de la mitad son menores de 18 años y 98 mil 400 son NIÑOS. No se sabe a ciencia cierta cuántos han perecido en naufragios en el mar mediterráneo. Que solamente en España más de 400 mil familias se han quedado en la calle por la crisis financiera mundial.

Son las grandes paradojas de las llamadas sociedades de la información y el conocimiento en este mundo globalizado, aunque los datos están allí a la vuelta de un clic con el sr. Google; el sr McDonald´s y la dama Coke nos mantienen mansos en la gran manada del sempiterno Oscar.

DesdeLaPlaza.com/Daniel Córdova