¿Quién era San Nicolás?

Con orígenes que mezclan el polo norte con la antigua Turquía, la nieve con el calor y la mutación de aspectos físico, Papá Noel, Santa Claus, San Nicolás o como quieran llamarle es sin duda una de las visitas más esperadas del año en todas las casas donde hay niños. Por algo es uno de los pocos personajes que entrando de sorpresa, en la noche y mediante métodos pocos convencionales, es igualmente bienvenido.

Pero, ¿quién fue realmente ese viejo de barba blanca y traje rojo que entra a las casas de sus devotos?

El Santa original era nativo de Mira, un pueblo de Distrito de Licia la actual Turquía (S. IV d. C.). Se llamaba Nicolás de Bari y en realidad era un sacerdote de contextura física muy diferente a la del San Nicolás actual. Era alto y delegado, sin embargo fueron conservados dos rasgos importantes de su personalidad: el amor por los niños y su gran generosidad.

Era hijo de una familia acomodada y creció bajo los tirantes deseos de sus padres. Su padre deseaba que siguiera sus pasos comerciales en el Mar Adriático, mientras que su madre pretendía que fuera sacerdote como su tío, el obispo de Mira.

Una terrible epidemia dejó sin vida a su familia, esto lo hizo heredero de una gran fortuna. Entonces decidió dedicarse al sacerdocio e invirtió su dinero en hacer regalos a niños huérfanos.

De él se cuentan cientos de historias, especialmente narrando sus milagros y sus bondades para con la gente pobre. Tal fue la admiración que sintieron por él que se convirtió en santo patrón de Grecia, Turquía, Rusia y Lorena (Francia).

Su relación con los niños nace en una de las historias que indica que alguien acuchilló a varios niños. Entonces el santo rezó por ellos y obtuvo su curación casi inmediata. Pero además, Nicolás tenía especial inclinación por los niños.

Su mítica fama de repartidor de obsequios se basa en otra historia, que cuenta que un empobrecido hombre padre de tres hijas no podía casarlas por no tener la dote necesaria. Al carecer las muchachas de la dote, parecían condenadas a ser «solteronas». Enterado de esto, Nicolás le entregó, al obtener la edad de casarse, una bolsa llena de monedas de oro a cada una de ellas. Se cuenta que todo esto fue hecho en secreto por el sacerdote, quien entraba por una ventana y ponía la bolsa de oro dentro de los calcetines de las niñas, que colgaban sobre la chimenea para secarlos.

En Oriente se le conoce como San Nicolás de Mira o Myra, pero en Occidente como San Nicolás de Bari, ya que, cuando los musulmanes invadieron el territorio antes griego y que hoy es Turquía, los cristianos lograron sacar en secreto sus reliquias (1087) y las llevaron a la ciudad de Bari en Italia

Cualquiera sea la historia que lo trae por nuestros hogares, lo único que realmente deseamos es que no falte en ninguna casa; sobre todo en aquellas donde los chicos empiezan a palpitar su llegada desde, al menos, un mes antes.

DesdeLaPlaza.com/Agencias/COM