Encuentran los restos de Filipo II, el padre de Alejandro Magno

En torno a la pequeña localidad griega de Vergina gira el mito de uno de los personajes clave de la historia de Occidente. Desde la propia villa, se pueden divisar en la llanura un conjunto de montículos de tierra, que ya antes de los años 70 fueron identificados como túmulos funerarios de la aristocracia y la realeza macedonia del siglo IV antes de Cristo. Es el llamado Cementerio de los Túmulos. En 1977, un arqueólogo griego llamado Manolis Andronikos excavó el mayor de los túmulos de Vergina sin saber demasiado bien qué podría encontrar. Pero se topó de bruces con una tumba maravillosamente conservada.

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Alrededor de aquel año, él mismo localizó otras dos tumbas en aquel montículo, una de ellas también muy bien conservada y la otra, que albergaba unas impresionantes pinturas que representaban la escena del rapto de Perséfone, violada y expoliada con anterioridad. Durante las excavaciones, los arqueólogos encontraron restos de varones adultos humanos tanto en la magnífica e intacta tumba hallada en 1977 –llamada tumba II-, como en la que albergaba el fresco de Perséfone, la reina del Inframundo en la mitología griega -tumba I-. Además, encontró junto a ellas un santuario dedicado al culto a los muertos y que inmediatamente llevó a los especialistas a pensar que sería para honrar al personaje que acogía la soberbia tumba encontrada en 1977.

Desde entonces, el propio Andronikos asumió que el magnífico e intacto sepulcro número II correspondía al de Filipo II, el padre de Alejandro Magno y un personaje central en la cadena de acontecimientos que llevó al gran estratega que fue su hijo a doblegar a los persas alrededor del año 330 antes de Cristo.

Sin embargo, parece que durante décadas tanto Andrónikos, como el resto de especialistas que asumieron sus conclusiones como ciertas estaban equivocados. El rey Filipo II, según los documentos históricos de su reinado, sufrió una grave herida a consecuencia de un lanzazo que le atravesó al rodilla, le dejó cojo y estuvo a punto de costarle la vida en el año 339 antes de Cristo, tres años antes de ser asesinado en la capital de Macedonia por uno de sus guardias personales ofendido por una resolución del rey que le afectaba.

DesdeLaPlaza.com/El Mundo.es/AMH