El matrimonio igualitario sí va a destruir el concepto de “matrimonio tradicional”

Para los enemigos de la Unión Civil y el matrimonio igualitario:

Cuando tú inflas el pecho y abres bien los ojos y declaras que “el matrimonio homosexual es una amenaza para el matrimonio tradicional”, siempre dejo que alguien te diga que estás equivocado.

Y cuando esa otra persona (agotada por tener que defender su propia personalidad, cansada de luchar por su derecho constitucional a la igualdad, extenuada de ser perseguida por pequeños hombres que inflan sus pechos, arrogantes) te dice: “no, la igualdad del matrimonio no hará cambiar el matrimonio tradicional”, nunca he tenido el corazón para corregirlos.

Durante años y años me he mordido estratégicamente la lengua.

De no hacerlo, habría estado de acuerdo con usted. El matrimonio igualitario, con el tiempo, SÍ va a destruir el concepto de “matrimonio tradicional”. Y yo, por mi parte, voy a bailar sobre esa tumba.

No es una conclusión difícil de llegar.

Cuando las parejas del mismo sexo se casen, se verán obligadas a re-imaginar muchos principios del “matrimonio tradicional”. Al hacerlo, se enfrentarán a una serie de preguntas complicadas:

– ¿Alguno de nosotros deberá cambiar su apellido? Si es así, ¿quién?

– ¿Debemos tener hijos? ¿Queremos tener hijos? ¿Cómo queremos tener nuestros hijos? ¿Qué apellido tendrán nuestros hijos?

– ¿Quién hará el trabajo doméstico, quién el trabajo-trabajo, quién se encargarán del cuidado de los niños? ¿Cómo asignaremos estas funciones de manera equitativa? ¿Cómo cultivar una sociedad que rinda homenaje a cada una de nuestras ambiciones profesionales y personales?

A medida que surjan estas y otras preguntas, las parejas heterosexuales se darán cuenta de (y se verán obligados a aceptar) hasta qué punto su “matrimonio tradicional” se basa en los roles de género y de cómo perpetúa una desigualdad nauseabunda que no tiene lugar en el año 2014 .

Esto a la larga conducirá a un alza de las mujeres heterosexuales que no tomarán los nombres de sus maridos (después de todo, ¿no son tan autónomas y sus familias tan importantes como sus contrapartes LGBTQ?)

Muchas parejas del mismo sexo no van a querer tener hijos. Y como sentirán menos presión para hacer lo que es “la norma”, no los tendrán. Esto impulsará a las parejas heterosexuales a entender que el no querer niños es una razón perfectamente aceptable para no tenerlos. Esta es una noticia fantástica porque es sabido que los niños crecen mejor en familias donde son deseados.

Por otro lado, muchas parejas del mismo sexo van a querer tener hijos. Y muchos optarán por adoptar. Y cuando las parejas del mismo sexo con hijos adoptivos construyan familias hermosas, más parejas heterosexuales se darán cuenta de las ventajas de la adopción. Además, con el tiempo, las mujeres no estarán avergonzadas o limitadas por esos “tic-tac de los relojes biológicos” para ser madres.

Además, las parejas del mismo sexo se repartirán las responsabilidades maritales y los roles basados únicamente en las circunstancias, las ganas y las habilidades. Con una multitud de modelos viables, las parejas heterosexuales se sentirán capaces de averiguar lo que es correcto para ellos en lugar de ser encasillados en roles arraigados por sus tatara-tatarabuelos.

Usted ha estado luchando en nombre del “matrimonio tradicional”, apelando a una nostalgia fuera de lugar, mientras descaradamente ignoraba las tradiciones y el contexto cultural en el que la institución del matrimonio se concibió originalmente:

El “matrimonio tradicional” no tenía que ver con santidad, con Dios o ni siquiera con procreación.

El “matrimonio tradicional” era un acuerdo de propiedad que era celebrado por dos hombres: una transferencia de los derechos legales de la mujer, de su padre a su marido. Tradicionalmente, las mujeres abandonaron el nombre de su padre y adoptaron el de su marido, no por razones sentimentales, sino porque se había aprobado la transacción legal de su persona de un hombre a otro (al igual que el nombre en una escritura cambia cuando un pedazo de tierra se compra o se vende).

Cuando usted defiende el “matrimonio tradicional”, usted no está abogando por la unión exclusiva entre hombres y mujeres; usted está abogando por un modelo que no tiene nada que ver con el amor, usted aboga por un modelo que gira en torno a la hipótesis de que las mujeres son una mercancía que se compra y se vende.

Yo creo que la Unión Civil pisotea esa misoginia restante de aquello que ustedes llaman “tradición”.

Y eso es un triunfo, no sólo para la comunidad LGBTQ sino para las mujeres heterosexuales y los hombres heterosexuales que se ven entre sí como iguales.

Si eso a usted aún lo asusta y molesta, entonces por lo menos sea honesto en reconocer sus verdaderos problemas.

Usted no está preocupado por el bienestar de los niños o la “santidad ” del matrimonio. Usted lo que tiene es miedo de un mundo que ve a los hombres y mujeres por igual. Ni más ni menos.

Atentamente,

Carina

Por: Carina Kolodny