Cine comercial vs Cine de autor

Esa pugna entre el “cine comercial” y el “cine de autor” se parece mucho al prejuicio que existe sobre las mujeres bonitas, las cuales según son siempre idiotas porque las inteligentes son como el famoso personaje de la actriz colombiana Ana María Orozco.

El cine “comercial” es como una chica linda, tiene fama de ser hueca, vacía, y el cine “de autor” siempre se encuentra con que para sus detractores (que los tiene) es simplemente horrible y aburrido, tal cual como se supone son las mujeres inteligentes.

¿El cine “comercial” es entretenimiento puro? ¿El “cine de autor” es sólo ideas? ¿Puede el cine “comercial” ser inteligente? ¿Puede el “cine de autor” ser entretenido?

Todas estas interrogantes surgen en base a la búsqueda de verdades absolutas, a las ganas de etiquetar que el ser humano manifiesta siempre en casi todas las áreas de la vida.

Para poder disfrutar de una existencia plena hay que dejar de lado los prejuicios, en todas las áreas, pero sobre todo en lo relacionado con el arte, la cultura y las expresiones que representan lo mejor del ser humano.
Nunca he estado de acuerdo con aquellas personas que clasifican al cine.

Eso de “cine de autor” y “cine comercial” es una conceptualización prosaica y burda que el arte cinematográfico no merece.

Se supone que el cine “de autor” es aquel que se hace llevado por ciertas aspiraciones artísticas, con ganas de transmitir o exponer las ideas o la estética de determinado cineasta. El cine “comercial” por el contrario, según las premisas convencionales, es el también llamado palomitero, cuya única finalidad es en apariencia el entretenimiento.

Las películas bien hechas, que conectan con la gente, que exponen de un modo completo una realidad o retratan con cierta belleza determinadas circunstancias no pueden clasificarse en ninguna de esas dos categorías.
En un principio porque ese par de términos son excluyentes.

Según esos prejuicios las cintas “de autor” son “serias”,“elevadas” buscan “algo más” y por ende no son “entretenidas”.

Por otra parte, el pensamiento convencional afirma que las películas “comerciales” no poseen ningún rasgo que las hagan poseedoras de alguna forma de “arte” o “belleza” sólo buscan llenar las butacas de las salas de cine.
Juzgar cualquier filme bajo esos términos es someterlo a un criterio pobre.

Cada película es una parcela independiente, más allá de su género y formato. He visto “cintas de autor” muy mediocres (no me obliguen a dar nombres) y cintas “comerciales” perfectas, verdaderas obras de arte.
Tener prejuicios es un hábito extendido sobre todo entre los idiotas.

A menudo, el buen cine se esconde muy bien y sólo los curiosos, aquellos que no escuchan sus prejuicios –la mayoría de las veces basados en ideas extra fílmicas – pueden descubrirlo.

El cine “comercial” tiene muy mala prensa dentro del mundo académico. Del mismo modo que el cine “de autor” nunca formará parte de una tarde de parrilla familiar.

Los invito a romper con esas conceptualizaciones, las buenas películas no responden a ningún tipo de clasificaciones, las etiquetas las pone el hombre y afortunadamente lo que éste produce (películas, música, libros, artefactos, tecnología, alimentos, fábricas, arte, ciencia, etc.) siempre es mejor que él.

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Luisa Ugueto L.
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