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RCTV: Así terminó la vieja televisión (II)

(Capítulo 2: Grupo Roraima – Un grupo empresarial que quería ser gobierno)

Al cumplirse una década de la primera revisión que hiciera el Estado venezolano de las concesiones de la TV (Jaime Lusinchi, decreto 1577), dedicamos la columna del lunes pasado, esta columna, y las próximas 7, a analizar cómo la República llegó a la decisión soberana, como administradora del espectro radioeléctrico, de no renovar la concesión a Radio Caracas Televisión (RCTV). En esta entrega, conocerás cómo Marcel Granier ha sido más que un directivo de un medio de difusión, y cómo el grupo 1BC (multimedio bajo el cual están incluidas las empresas RCTV, RCR, y 92.9, entre otras) fue lo que bien dijo Luis Guillermo García, exreportero del antiguo canal 2, en entrevista que nos realizara en su programa ‘Entre todos’ (VTV, 2014), Un grupo que quería ser gobierno.

En la entrega anterior dimos datos que demuestran cómo los contenidos inadecuados de RCTV en el siglo XX fueron llevados al aire con total impunidad, por la inacción de un Estado,  no solo carente de preparación para enfrentar al poder de los medios de comunicación, sino débil institucionalmente, por el típico chantaje que los directivos de medios hacen a los gobiernos para actuar con impunidad (señalamientos de ‘tentación totalitaria’, ‘censura’ y ‘violación a la libertad de expresión’), hechos que provocaron la ausencia de un marco regulatorio, normal en cualquier país, para evitar que la TV se convirtiera en un territorio sin Ley.

En esta entrega mostramos que tal forma de actuar, por parte de RCTV, no obedecía a un canal de TV que buscaba hacer dinero, sin escrúpulo moral ni ético, sino a la exhibición de un músculo político, por parte del grupo 1BC, que pretendía visibilizar la incapacidad del Estado y las instituciones de la época, con un solo fin: Una acción orquestada por un sector del empresariado venezolano para acabar con los partidos políticos, y tomar el poder político. Plan que, en teoría, parecía indetenible, ante el fin del apoyo del pueblo a Acción democrática y COPEI (particularmente después de 1989) hasta que el surgir de la izquierda, y la unidad y victoria que llegó de la mano de su actual líder, Hugo Chávez, cambió la historia.

Existen muchos textos que demuestran esta ambición del poder mediático por acceder al dominio del Estado, del poder político, tal como lo han hecho otros en el mundo (Silvio Berlusconi en Italia, o los Santos en Colombia, ambos propietarios de medios). Uno de los que podemos recomendar es el texto: “La generación de relevo vs. El Estado omnipotente”, que el blog de datos La tabla describió así: La utopía de la burguesía parasitaria venezolana, que es una ‘restauración’ en la que el poder político, el control del aparato formal de gobierno, vuelva de manera directa a uno de sus herederos. Desde mediados de la década de los años ochenta comenzó a trazarse esa ruta, de la cual un hito fundamental es la publicación de un panfleto firmado por Marcel Granier, titulado ‘La generación de relevo vs. El Estado Omnipotente’. Y aunque Granier ni es heredero, solo consorte por su matrimonio con una de las reales herederas, ni tenía ninguna cualidad de relevista, lo cierto es que sus prédicas desde su programa Primer Plano, su recién adquirido El Diario de Caracas y el relanzamiento de sus emisoras de radio, fueron abonando el camino hacia un desmantelamiento del Estado que terminó por convertir en víctimas a sus propios verdugos”

La ambición de Granier, a nombre del grupo Roraima, se ganó también las críticas de comunicólogos como Antonio Pasquali, el cual hoy niega lo que dijo sobre nuestra televisión en el pasado (en nuestra opinión, ataques destemplados que siempre te comprometerán en el futuro – llegó a llamar basura a la televisión venezolana, no negamos que tuvo muchas cosas criticables, pero como dijera el también comunicólogo Carmelo Vilda: ‘Es sano, desde todo punto de vista intelectual, dudar de las afirmaciones contundentes’), conducta impropia de un investigador que se deja llevar por sus ímpetus políticos, al respecto, recomendamos leer el intercambio sostenido entre Pasquali y el también intelectual Luis Britto García, sobre el caso RCTV, ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en 2014.

Críticos más duros, ya en lo político, como el analista José Sant Roz, señala en pocas palabras el uso que Marcel Granier y su socio, Peter Bottome, daban a RCTV, y de qué trataba el Grupo Roraima: Peter y Marcel fueron capaces de usar despiadadamente la televisión como medio de presión para acorralar gobernantes, someter políticos y aniquilar competidores comerciales. La pareja Bottome-Granier resultó perfectamente complementaria, con Peter haciendo los negocios que se sustentaban en el poder comunicacional fomentado por Granier… Granier promovió el llamado Grupo Roraima, formado por jóvenes profesores y herederos que proyectaban la toma de poder para establecer un régimen tecnocrático. Este grupo negoció con Carlos Andrés su participación en el Gobierno, de total predominio, sin que tales negociaciones pudieran ser detectadas por los amigos de Pérez, por Acción Democrática o por antiguos apoyadores de su mayor confianza, como Cisneros…”

Y por supuesto, rivales políticos del mismo patio, como el agente de los Estados Unidos en Venezuela, Rafael Poleo, hoy prófugo de la justicia por su implicación, como autor intelectual, en el asesinato del fiscal Danilo Anderson, encargado de investigar la participación de la mayoría de la oposición venezolana en el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, pero en los ochenta, férreo defensor del gobierno de Jaime Lusinchi, defendió la antigua Venezolana de Televisión, entonces, como todo lo que tuvo que ver con Acción Democrática y COPEI, como el Estado en aquella época, sumida en ineficiencia y la corrupción. Poleo responsabilizaba a Granier de una campaña para quebrar VTV, para luego comprar el canal a un precio económico, buscando dejar al Estado sin señal, y aumentar su poder e influencia en el espectro radioeléctrico.

Según Poleo: “La primera acción de Granier fue crear la imagen de que el canal ocho (VTV) estaba en bancarrota…”, uno de los obstáculos que encontró Granier fue la posición de la periodista Marta Colomina, quien también fungió como Jefa de VTV a finales del gobierno del presidente Lusinchi, y ese sería uno de los motivos que llevaron a Granier a crear una avanzada mediática de chantaje y crítica hacia el gobierno débil de Jaime Lusinchi. A la llegada de Carlos Andrés Pérez a la presidencia, Granier le propone rematar VTV, y ante la negativa de Pérez, es cuando Granier propuso que le dieran dicho canal en “comodato”.

Finalmente, al grupo Roraima, le respondió el propio gobierno venezolano, con una sencilla frase del expresidente Luis Herrera Campins, que quizá pudiera haber generado más rabia en Granier que su medida de sacar de la TV el jugoso negocio de la publicidad de cigarrillos y licores: Llega Luis Herrera y es cuando se pone sobre el tapete su papel de perro de la guerra. Trabaja con Bottome en la oferta de los aviones F-16 y desde “El Diario de Caracas” dispara grueso contra el gobierno. Es entonces cuando hace sus primeros escarceos con los militares para poner contra las cuerdas al Presidente de la República. Luis Herrera reacciona y le dice que si quiere gobernar al país que sepa que cada cinco años tenemos elecciones en Venezuela” .

En la próxima entrega, analizaremos las violaciones de RCTV a la primera renovación legal que el Estado, tras 60 años de espera: La Ley de Telecomunicaciones.

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