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¿Vas al cine o ves películas en casa?

Los fines de semana tengo una rutina, me gusta buscar películas para verlas on line. La web se asemeja a la biblioteca de Babel, la fantasía que revela Borges en uno de sus cuentos, ya que ofrece múltiples posibilidades.

En estos tiempos de crisis, el cine, al igual que cualquier otro tipo de entretenimiento, tiende a eliminarse del presupuesto familiar, por no ser considerado prioritario. Por esta razón, son muchas las personas que prefieren ver películas on line o en DVD en la comodidad de sus casas, es un modo fácil de economizar.

Particularmente, me gustan las películas, no necesito ir al cine para conectarme con una historia, pero sé que ese apego tuvo su origen en el viejo ritual de trasladarse a un lugar para disfrutar de ese entretenimiento. La emoción por ir a sentarse en una sala oscura para esperar la proyección de una película, comienza en la infancia.

A todos nos sucedió, el premio más frecuente de los domingos era ir al cine. Durante la niñez, la frase “Vamos al cine” significaba muchas cosas, la película, pero también dulces, también vestir con la mejor ropa y algún helado o regalo a la salida.

Como casi todo, el cine como rito, como manía, como paseo de domingo o de fin de tarde, tiene su origen en ese tiempo, donde los recuerdos quedan fijados, donde empiezan a crearse las costumbres, los hábitos que forjan quienes llegaremos a ser.

Woody Allen le cuenta a Javier Marías en una conversación mutua llamada: “Diálogo sobre terrorismo, cine, manías y mujeres entre dos creadores” del 17 de Octubre del 2001, que de su niñez, recuerda fundamentalmente la apertura de los cines: “¡Lo que recuerdo como una maravilla fue cuando abrieron los cines! El cine lo era todo, el mundo para soñar. Entonces no teníamos televisión” afirmó el director norteamericano.

Sin embargo, los tiempos cambian y en nuestra época –y país- debido a la crisis económica o a la oferta reducida de las salas en Venezuela, eso de ir al cine ha quedado un tanto relegado. No conozco las estadísticas, pero en mi experiencia anualmente consumo mucho más películas en mi casa que en las salas de cine.

En mi primer lugar, porque la oferta es escasa y a veces reiterativa (pero ese es otro tema) y en segundo porque el internet permite la oportunidad de elegir entre la cartelera del mundo (creo que si los marcianos hicieran películas también estarían on line) para que puedas escoger lo que quieras.

Al igual que Woody Allen, tengo una memoria de los cines a los que fui de niña, mucho más viva que de otros lugares que he conocido. Las salas de cine de la infancia, son para muchos, una imagen constante, porque fueron pequeños templos de diversión, enormes cuartos de juego cuya alegría comenzaba al apagarse las luces.

Los chiquillos de esta época tendrán una memoria más viva del mundo digital al que acceden desde sus casas, esto tendrá consecuencias positivas y negativas.

No es necesario ir al cine para acompañar una tarde de películas en casa con unas buenas cotufas

Más allá de ver películas en las salas de cine o frente a tu computadora, en tu televisor pantalla gigante o como quieras, lo importante es no perder la vinculación con las ficciones, las cuales son el modo de aprender, de reflexionar sobre el mundo, de viajar, sobre todo para aquellos que no cuentan con recursos económicos para hacerlo físicamente.

Si gracias a la crisis no tienes una cultura cinematográfica amplia, usa la web para rodearte de todas esas películas que te ayudarán a descubrir el mundo.

Estoy plenamente de acuerdo con aquella frase de Woody Allen “el cine tiene un poder mitológico y de fascinación impresionante. Siempre me pregunto qué es más importante en nuestras vidas y más en nuestro siglo: la realidad o la ficción”,  en mi caso la respuesta es obvia.

@luisauguetol

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