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Documentales y series sobre narcos: ¿interés histórico o apología del delito?

Los narcotraficantes han gozado en los últimos años de una popularidad inusitada

Hace una semana Kate del Castillo estrenó en Netflix su documental “Cuando conocí al Chapo” levantando un sinnúmero de comentarios y opiniones de sus admiradores y detractores. La talentosa actriz mexicana, a la que siempre he seguido con entusiasmo, dijo que este documental está realizado con la finalidad de contar su versión de los hechos sobre su encuentro con el narcotraficante.

Hasta ese punto es comprensible que, primero, quiera defenderse o más bien explicar las razones que la llevaron a mantener esa reunión y en segundo, supongo que también le funciona para promocionar la posible cinta que realizará sobre la vida del delincuente mexicano.

Los narcotraficantes han gozado en los últimos años de una popularidad inusitada, muchos les rinden pleitesía, no lo cuestiono, cada uno elige a sus ídolos, sean asesinos, ladrones, narcos o políticos. En el caso particular de la actriz mexicana, su justificación fundamental para acercarse a este personaje, quien le propuso brindarle los derechos para hacer una película que recree su vida, es mostrar el proceso de su formación, contar la historia de cómo nace un narco, cómo se llega a este tipo de vida.

Aunque no dudo de las intenciones de la actriz mexicana, creo que el tiempo ha demostrado que todos los documentales y películas relacionadas con narcotraficantes, asesinos y delincuentes, pueden tener siempre más de dos lecturas y son en el fondo un homenaje a estos personajes o terminan siéndolo.

Cuando se recrea la vida de estas personas los llevan (queriendo o no)  a convertirse en héroes involuntarios para la mayoría, por obvias razones.

La primera es que al contar la historia de un personaje, al intentar explicar su comportamiento, se llega en mucho a justificarlo y por ende a darle sentido a sus acciones, incluidas las más atroces. Esto lo hemos visto ya hace poco con la serie de Pablo Escobar, que aunque no pretendía endiosar al delincuente colombiano, lo hace, si juzgamos por la opinión favorable de un porcentaje de sus fanáticos.

Los narcotraficantes, sus vidas llenas de violencia y lujo a color y en pantalla grande (o chica de televisión) generan un imaginario que presenta a este tipo de personaje como personas atractivas, inteligentes, héroes del mal, pero héroes al fin.

La misma Kate del Castillo ha vivido los últimos años envuelta por la popularidad de su personaje de ficción, la narcotraficante, Teresa Mendoza, quien se convirtió a los ojos del público que seguía  “La reina del sur” en una heroína. Tal fue su impacto, que el propio Chapo Guzmán, confeso admirador, se acercó a la actriz tal vez al confundir la realidad con la  ficción.

Ante todo esto cabe preguntarse: ¿la realización de documentales, películas y otros sobre estos personajes (reales y de ficción) representa una apología del delito? ¿Es necesario contar ese tipo de historias? ¿Se relatan  por un afán de lucro o un legítimo interés histórico?

Cada uno tendrá su propia opinión y tomará la decisión de ver o no algunas de estas producciones, particularmente creo que sería bueno no obviar (el público y los realizadores) historias de personajes históricos que han dejado un legado realmente digno de imitar en el campo de las artes, las ciencias, la medicina, la historia, la filosofía, la música y otros.

No entiendo el empeño de la mayoría por fijar la mirada solamente en lo que representa escándalo, miseria y oprobio.

@luisauguetol

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