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Femincoherentes (III)

La masculinidad se trata de manera rutinaria como una patología que necesita una cura. Casi todos los libros de los estudios de género culpan de la mayoría de los males de la sociedad a los hombres y al patriarcado.
Christina Wolf

 

Veníamos hablando ya de repensarnos los privilegios de las mujeres, pero no en comparación con los de los hombres. Pareciera, creo yo, no sé, que el feminismo ahora es una excusa para echarle la culpa a los hombres de todos los “males” en la vida de una, cuando en verdad la cosa pudiera quedarse en las relaciones humanas que establecemos con las personas, y ahora sí, con los hombres.

Claro que hay machismos y micromachismos; pero una cosa es aprender a identificar esas prácticas y modificarlas y otra, completamente diferente y donde la distancia es abismal, es argumentar que los peos de convivencia cotidiana existenúnicamente por el machismo. No todo en esta #PutaVida es un peo de género, se los dejo allí.

¿La realidad se mide bajo la división de género así como se mide en tanto el establecimiento de las condiciones materiales? Una cosa son los problemas interpersonales (que tal no sacó la basura, que se montó en la cama con los pies sucios, que fuma que jode, que no lavó los platos/el baño, que se tomó todo el café) y otra los peos de género (los micro machismos ejercidos plena e impunemente, los abusos sexuales, los feminicidios), pero la cuestión dura acá es que en medio de la resemantización de nuestras prácticas y de aprender a develar las conductas machistas que tenemos por igual, las mujeres feministas estamos corrompiendo nuestro propio discurso para continuar esos maltratos machistas y para argumentarlos; nos estamos malutilizando la lengua y comiéndonos vivas.
Esto no es antropofagia, es canibalismo.

Mi peos con mi hermano no son sólo de género, son relacionales. Al igual que los que tengo con mi papá. Pero yo hasta hace muy poco abogaba por echarle la culpa al machismo de que el careculo ese no limpiaba la marica poceta. Y sí, hay dejos de micro machismo porque yo no tenía por qué lavar la poceta que ambxs usábamos porque soy mujer; pero de ahí a que yo justifique su forma de ser, sus respuestas, sus pelones de bolas porque parte de sus dinámicas vienen directamente de un sentido común que nos crió a todxs mientras que yo no reconozco nunca, nunca las mías es otro rollo feo y fuerte. 

¿Estamos siendo feministas para apuntar al empoderamiento, a la visibilización de las mujeres como seres senti-pensantes, a la liberación sexual y al derecho reproductivo, al derecho a una educación sexual certera, confiable y pertinente, o estamos jugando a ser feministas para no asumir nuestros propios peos? ¿Estamos jugando con los hombres y con la gente en general? ¿Estamos poniendo lo que nos pasa en un terreno engañoso sólo para tener razón? Si es así, queridas, estamos haciendo más de lo mismo.

Ahora, si podemos hablar de micro machismos argumentados como problemas de convivencia-cotidianidad, ¿Podemos hablar de micro feminismos? No. El machismo es un constructo de pensamiento, una forma específica de hacer las cosas que Occidente y el Capitalismo Patriarcal nos enseñaron, pero el feminismo es una apuesta a hacer estas cosas desde otro lugar: uno humano. Entonces la traba no está sólo en que haya una disputa territorial entre el machismo y el feminismo, sino que en verdad, los inconvenientes están porque 1. Todxs en esta paila somos machistas 2. Los conflictos interpersonales sí existen, y no son sólo consecuencia del machismo.

Vayamos un momentico al terreno práctico y pospongamos la preguntadera. Voy con algunas contradicciones performativas (recordemos lo que Teresa Maldonado nos decía) que a lo largo del año me ocupé en sistematizar, y reconocer.

  1. Ser feminista desde el lugar del privilegio discursivo: Decimos que los hombres no evalúan ni reconocen sus privilegios pero en nuestras filas y divisiones jerárquicas tampoco lo hacemos. ¿Entonces cuál es el feminismo real? ¿El teórico que hace la mujer clase media desde casa o el pragmático que hace la mujer pobre en el barrio? Ambos espacios son trincheras de lucha, y esas son categorizaciones innecesarias.
  2. Exigir respeto, reconocimiento y legitimación, pero sólo de este lado: El jevo no monta cachos, pero nosotras nos cuadramos un culito y vamos y le contamos a lasamigas que qué de pinga nuestro empoderamiento y la supuesta libertad sexual que ejercemos. Pero si el carajo va y hace lo mismo es un becerro machista opresor-no liberador.
  3. Apuntar a deconstruir el amor romántico impuesto por la Iglesia y el Patriarco-Machismo: Decimos que no queremos construir una “relación convencional” pero nos morimos de los celos y establecemos relaciones de competencia con otras mujeres. Pero, en todo caso, ¿Qué son las relaciones convencionales?
  4. Nuestras inseguridades estructurales: Lo que sea que pensemos en momentos de crisis internases una idea excelente y muy bien sustentada, cuando en verdad es una maldita demencia paranoide esquizofrénica producto de nuestras fantasías.
  5. La supuesta búsqueda de los puntos medios, el ceder: engañarnos con que queremos encontrarnos en la mitad del camino cuando en verdad queremos ventaja y la exigimos y nos molestamos si no la tenemos, porque pobrecitas nosotras las oprimidas y maltratadas.
  6. Pretender pelear al machismo siendo más machos que los hombres: Decir que no nos liberan y terminar pasándole factura por medio de la violencia a ese pobre tipo por todo lo no resuelto en la vida nuestra.
  7. Que si el empoderamiento, la sororidad y el acompañamiento (pa lo que nos conviene): ¡Viva la sororidad! ¡La Revolución debe ser feminista! Pero vamos hablando mierda de la otra compa o del otro pana como si tuviésemos licencia abierta; como si acá no hubiese rolo de rabo de paja y nosotras fuésemos tan arrechas que el feminismo nos queda chiquito ya.
  8. El sexo, el deseo, el goce: Decir que como nos quieren coger, nos objetifican. Desde la lógica Patriarco-Machista, acá todo el mundo se objetifica. La cosa es que reconozcamos quenos objetificamos mutuamente porque el deseo es mutuo, las ganas de cogernos son mutuas. Y si hay deseo, hay objetificación, hay goce. Otra cosa es que nos objetifiquen, nos usen y posteriormente nos violen y maten. Pero sentir deseo mutuo no es objetificaciónunilateral.

Siento que últimamente estamos viendo las cosas desde allí, desde las excusas constantes y la echadera de culpa al otro. Pareciera que estamos peleando por aniquilar la masculinidad en el reconocimiento del hombre como enemigo y vehículo de nuestros males en vez de establecer terrenos empáticos de construcción relacional armoniosa, afectiva y genuina.

¿Cómo es eso de que en ocasiones hemos usado el feminismo como bandera para el maltrato y castigo de los hombres? ¿Cómo es eso de que estamos tan convencidas de que nosotras y sólo nosotras tenemos la razón, y por tanto, automáticamente, el tipo que tenemos enfrente queda completamente deslegitimado? ¿Cómo es eso de que ese tipo es el enemigo? ¿Qué es un enemigo sino una figura con la que estamos en disputa y afrenta abierta y hay que derrotar, aniquilar, disminuir? ¿Qué carajo es eso, ah? ¿El feminismo, entonces, es un cupón que sacamos de una cajita de conflei que nos da cancha pa maltratar con permiso?

El feminismo no es ni puede ser un constructo cultural que oprime a los hombres, sino más bien que libera el pensamiento y la necesidad de libertad de las mujeres como compañeras y seres vivos que también existen y pueblan el mundo. Las mujeres somos compañeras de los hombres porque nos acompañamos durante el tránsito vital que nos toca, pero no somos compañeras desde el punto de vista religioso, biológico, ni moral, más sí relacional.

Las dinámicas de imposición deben ser desde los cambios de las lógicas, no desde las reproducciones de los machismos. ¿Cómo pretendemos apuntar a cambiar los sentidos comunes si seguimos moviéndonos desde esos terrenos mientras decimos que los estamos cambiando y no reconocemos que nos contradecimos profundamente? No sólo en el habla, sino en la práctica concreta. La retórica vacía va a acabar con nosotras, y está bien de moda.

Entonces, si somos miles de mujeres en circunstancias tan disímiles y lo que nos une es la mismita opresión machista a la que son sometidas nuestras cuerpas, ¿Cómo vamos a ejercer un feminismo opresor? Recordemos que el feminismo no puede ser una antítesis del machismo, no. No nos confundamos, no nos equivoquemos. 

Creo que tenemos, ahora, urgentemente, que identificar qué es un problema de género y qué es un problema personal-relacional. Apuntemos a develar los machismos dentro de nuestros feminismos sin competencias, sin convencernos como autómatas de que nosotras tenemos razón porque como mujeres oprimidas y maltratadasla vida se mide bajo ese terreno.

A las cosas por su nombre y en su justa medida y proporción.
ParFavar.

Ilustraciones: @lauracallaghanillustration

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