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La guerra sísmica es contra la humanidad

El intento por humanizar a los huracanes, ciclones y tormentas, colocándoles nombres propios de personas fue el primero de los pasos dado por los “científicos” en su intento por dominar la naturaleza, exaltando al “hombre” como especie superior en todo el planeta.

Los terremotos no han tenido la misma suerte. No llevan nombres propios sino calificaciones en escalas como las de Richter o Celsius, las cuales expresan en cifras la intensidad de los movimientos telúricos. Como fenómenos que expresan el equilibrio universal en el planeta tierra, las manifestaciones climáticas y telúricas,en sus estados paroxísticos, siempre han contagiado angustia y desespero en la humanidad, que no logra explicarse a cabalidad lo que ocurre o, más bien, el cómo ocurre, el origen de lo que explica siempre el equilibrio.

La investigación en torno a esos fenómenos, pocas veces se ha asumido desde la perspectiva de los individuos como infinitésimas partes de ese universo, sino que se ha hecho desde la prepotencia de quienes son dueños de los medios de producción en una sociedad que impuso sus relaciones bajo la pena de la explotación capitalista. Una sociedad que –tan sólo por mencionar un ejemplo- deforesta indiscriminadamente, con barbarie, para sembrar concreto y muerte en los campos.

Los aparatos de dominación han estudiado esos fenómenos para simularlos, para convertirlos en armas de destrucción, manipulables desde laboratorios y salas de control. Lo han intentado y lo están direccionando hacia el logro de “bombas naturales” que protejan al poder del  capital en manos de pocos.

La ciencia, ese aparato ideológico de dominación que erige al pensamiento positivo, funcionalista -en el capitalismo- como dogma o verdad absoluta, es parte de la programación del llamado “sentido común” que convierte en obvio lo que no lo es, como imposición de pensamiento único e impedimento de la diversidad o síntesis de múltiples determinaciones que es la característica verdadera de lo concreto.

Como aparato de dominación, la ciencia ha servido para justificar y desplegar la destrucción del planeta a cambio del supuesto confort humano y el “progreso” o el “desarrollo”. En la actualidad esa misma ciencia establece e impone la manipulación climática generando fenómenos de previsión técnica en función del terror y el dominio.  Fenómenos como los de La Niña o El Niño, tormentas, huracanes, ciclones, terremotos, tsunamis de novedosos, perversos, destructivos rasgos.

Es en esa dirección destructiva y de dominación, propia al capitalismo y a sus aparatos militares, políticos y hegemónicos que queremos apuntar nuestra denuncia y alerta presente. Venezuela, gracias a la visión estratégica del Comandante Hugo Chávez, ha propuesto al mundo y trabaja internamente por la salvación del planeta, tal como está contemplado en el Plan de la Patria, con vigencia legal en nuestro país.

De eso se trata. De salvar al planeta, de aprender a capear las agresiones imperiales y detener el guerrerismo que recurre a las amenazas y agresiones, manipulando los llamados “fenómenos naturales” en contra de la humanidad. Nuestramérica está en la mira. El Pentágono recurre a su poderío imperial para intentar doblegarnos. Aunada a las guerras económica y mediática, la militar y “científica” ahora apunta a desplegar un terrorismo masivo de grandes proporciones.

La guerra climática y sísmica, está desplegada. La Revolución –por la liberación de la humanidad- está llamada a vencer. No conseguirán derrotarnos.

Ilustración: Xulio Formoso

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