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Tantra: sexo con energía

El tantra en el sexo es un tema enigmático, que genera mucho interés en los últimos tiempos, aunque es un tema poco explorado cada vez tiene más practicantes. Esta práctica sexual está llena de mitos y de falsas creencias. Algunos de ellos, que sólo con que dos personas se miren a los ojos pueden tener un orgasmo, o que para practicarlo se requiere horas y horas, o que su único objetivo es retrasar la eyaculación. Incluso, en ocasiones, se confunde también con el Kamasutra. Sin embargo, nada o muy poco tiene que ver con todo esto.

Al igual que prácticas como el yoga o la meditación están en auge en nuestro país, también lo está el tantra, disciplinas muy relacionadas entre sí. Son filosofías que tienen tras de sí una gran historia. El sexo tántrico forma parte de una filosofía de vida llamada tantra que surgió en Oriente hace más de 4.000 años. La parte sexual es tan sólo una pequeña parte de ella. Se fundamenta en la energía Kundalini y tiene presente cuatro pilares básicos.

Primero es aceptarse a uno mismo y a los demás tal como son. Si no se aceptan como son, no podrán disfrutar plenamente de la vida. Lo mismo ocurre en el sexo: si no se aceptan con sus virtudes, sus defectos y sus capacidades, tampoco lo harán con la pareja y no podrán disfrutar plenamente de sus encuentros íntimos. El segundo es estar presente en los cinco sentidos. Es decir, para vivir la vida plenamente tienen que estar absoluta y conscientemente en ella. El tercero es expresar lo que sienten y piensan. Para poder dar y recibir es necesario decir lo que cada uno quiere y siente en un momento determinado. De este modo, es necesario saber pedir lo que queremos y lo que nos gusta. Y por último, es lograr movimientos armónicos y fluidos. O lo que podríamos denominar como alcanzar el equilibrio. Es decir, acompasar sus energías y sus ritmos con los de la otra persona para poder fluir y estar en armonía.

El sexo tántrico tiene como fin disfrutar del placer en toda su esencia, prestando atención no sólo a los genitales, sino a todo el cuerpo en su conjunto. Pero esta práctica no está puesta al azar ni ha surgido por casualidad.

Tenemos que estar dispuestos a vivir una experiencia diferente en la cual el placer no esté enfocado en el orgasmo sino en el disfrute de los sentidos. Para eso vamos a dedicar no menos de cuatro encuentros a explorar diferentes sensaciones sin llegar al coito ni al orgasmo.

Cómo lograrlo

Comenzamos preparando el ambiente, poniéndolo agradable en lo referente a temperatura, música, sábanas suaves, aromas y por supuesto privacidad. Acondicionamos sus cuerpos con un buen baño, pueden usar una crema agradable en el cuerpo. Llegado el momento del encuentro, se dedicarán a contemplarse de cerca, fijamente, hasta que el deseo se vaya encendiendo. Utilicen los sentidos en este paso es fundamental mirarse y olerse.

Empujadas por el deseo, las caricias serán el paso siguiente y es bien importante que se den sin prisa, de menor a mayor, y en una primera etapa sin involucrar a los genitales. Mientras que dan o reciben las caricias céntrense en el momento, en las sensaciones de placer, sin preocuparnos por lo que sigue. El encuentro siguiente seguirá ese orden pero además incorporaremos caricias genitales leves.

En la tercera jornada erótica agregaremos un ingrediente particularmente excitante: el beso en las diferentes partes del cuerpo.

Para un cuarto encuentro, si respetamos los pasos anteriores, serán capaces de practicar un coito controlado, dominando el ritmo y la postura de modo tal de que no se aceleren. El control de la respiración y la contracción de los músculos del perineo en el varón le permitirán postergar el momento de la eyaculación.

Para iniciarnos en la práctica del sexo tántrico, tenemos que comenzar por cambiar de mirada: pensar a la sexualidad desde otra perspectiva, como un viaje en el cual no pensamos solamente en el destino sino que disfrutamos paso a paso el recorrido.

Orientadora en sexología
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