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Los krishnas y el punk rock: entre la tribu, la calle y el templo de los Chaguaramos.

1992. Después de la coñaza debimos llegar caminando hasta Campo Alegre, la otra opción era regresarnos hasta El Rajatabla de dónde acabábamos de salir y nos dieron hasta en la cédula, –esto es un antecedente, en parte la reminiscencia de un maldito gocho “punk” que intenta contarles una historia al margen de la historia hasta caer en una reducción al absurdo, de esta forma ya empieza usted a cuestionarse si esto se trata de realidad o ficción– igual sabíamos que si nos regresábamos nos iban a rematar, las esferas de vidrio que están en los postes a la entrada del Teresa Carreño cayeron y se reventaron sobre mi espalda, el mismo gorila de la seguridad que habíamos dejado atrás ahora le esquivé esa voladora, pudimos entrar de nuevo, era la clausura del Festival Internacional de Teatro y debía marcar la salida de alguna manera pateando la santamaría, tenía sed de venganza y quería hartar cerveza, toda la que pudiera, pero antes que saliera Pedro el encargado del local, detrás de la barra con el machete, se abrieron los corredores de la buena leche para huir y llegar hasta el volkswagen de Milagros la mamá de Abraxas, minutos después aparecimos más tarde en la azotea de un edificio en medio de una rumba. A los 15 años –fácilmente, elegantemente o eficientemente– fue la forma de hacerse notar, porqué además era el carajito que traía una visceralidad gocha del hijoe´puta expresión típica de un recién llegado del interior a la capital en su mejor momento. En el ambiente toda esa carga de transgresión y violencia anarco punk se catalizó con el incienso la mariguana y los devotos de Krishna, entre la gente estaban algunos ex–sentimiento muerto.
Volvamos desde el principio, a este relato le alumbra una luz tenue y detrás suena Bela Lugosi está muerto de Bauhaus, sin embargo tiene otra lectura, le antecede un artículo que la alumbra con un encendedor antes de prender el cigarrillo, se trata de la investigación publicada en el blog Fuerza Cósmica Cari Cari de Marcel Márquez, para exponer –y dejar este aporte a la historia del rock nacional– el sincretismo del hinduismo Krishna con el punk rock criollo en la década de los 80 y los 90, cruzando la acera continental de una revolución caribeña que empezaba a germinarse.

“La Seguridad Nacional: Una para Dios y Una para el Diablo” es el nombre del artículo que a simple vista parece una postal suigéneris de la movida underground musical que atraviesa esas dos décadas con una de las bandas más emblemáticas –eso sí– de la escena rock del momento: La Seguridad Nacional, y que a través de las entrevistas en conmemoración de los 26 años del disco, del testimonio del fotógrafo que hace la portada y de los melómanos y músicos que actualmente consideran ese elepé como un objeto de culto, creo que logras deconstruir una situación-momento bastante interesante. La siguiente entrevista tiene muchas aristas por descifrar, podría decir que empezó desde hace rato, en el momento en que conocí a Marcel.

Marcel Marquéz, es dj, melómano e investigador musical, su viejo es Humberto Márquez, periodista cultural, presidente vitalicio del club del Ron y de otras organizaciones sibaritas, hace pocas horas Marcel arribó a Brasil y desde ese momento anda recorriendo los circuitos de arte urbano y la movida musical y cultural de Sao Paulo.

Marcel Márquez. Investigador músical, Dj.

En primer lugar, parece que no quieres hablar de la banda sino del disco “Documento de Actitud” (1991), en tu reportaje y desde aquí me agarro, para tomarme esto del contexto bastante en serio: hay una exploración religiosa y por otro lado la una absoluta desesperanza y desenfado por lo futurible; son los 90, sino se acaba el mundo en los próximos 10 años ya se pronostica el efecto Y2K que vaticina el colapso informático de las operaciones financieras, y en medio de todo esto se gestaba una fractura en el panorama político nacional, con la aparición del Chavismo, en ese contexto aparece el disco de la Seguridad Nacional una banda con exploración religiosa, desencanto, oscuridad y provocación etc. Desde la investigación: ¿cómo se da esa simbiosis en Caracas cuando el punk, el dark (o el post punk) se relaciona con el hinduismo Hare Krishna o esto la tendencia global en ese momento?

– La relación viene con el movimiento Krishna desde finales de la década del 70, cuando Yatu (Guitarra y voz)  y Cangrejo (Batería) comienzan a visitar el templo, el primero como devoto a tiempo completo y el segundo como visitante ocasional. Después se une Gustavo Corma (Bajo) paralelamente a la formación de la banda , quien ya venía de Nueva York de tener un primer acercamiento con los Krishna. Pienso que a partir de ese momento debido a esas tres personalidades fuertes e influyentes que caracterizan a los miembros de SN, comenzaron a pulular personajes del underground caraqueño por el templo, por curiosidad, devoción o necesidad; en el templo tenías la posibilidad de comer gratis y conseguir un techo si te convertías en monje a tiempo completo. Así durante una época el templo fue albergando y dando cobijo a muchos artistas, músicos, artesanos y personajes de la noche caraqueña.

¿Dónde quedaba el templo, dónde se agenciaba esta movida, en que parte de la Ciudad?

– El templo quedaba en los Chaguaramos, después en Santa Monica a unas cuadras de donde estaba el primero. Yo conocí las dos sedes muchos años después, el de los Chaguaramos en su última etapa como en el 96 fui a comer y el de Santa Mónica como en el 98, fui a comprar inciensos, había una tienda. A finales de los 70 y principios de los 80 no estaba muy de moda el hinduismo en Venezuela, todo lo contrario, estaba más que todo el tema futurista, el inicio de una era tecnológica, la música disco, el pop rock, el punk, el perico, el surf, la patineta; esa onda mística era de una década atrás y creo que nunca fue una moda, más bien una trinchera de regocijo de gente inconforme y desorientada que encontraba en la prédica de los vedas un alivio y un camino alternativo a lo que ofrecía la sociedad de entonces.

Quiero preguntar por lo que para mí es el argumento central de un gran tráiler de acción tipo Point Break pero en criollo. Entrando los 90 la prensa reseñó este templo vinculándolo con algunas acciones delictivas como el robo de autos. De esta manera me imaginé que el Avadhuta (Gurú y autoridad única del templo) después de enterarme que pasó por las filas de la insurgencia armada como guerrillero de la FALN, ser cinta negra en artes marciales y por eso de estar de alguna manera “por encima del bien y el mal” debido a la deidad Krishna a qué se le debe, ser parte también de una banda criminal, me parecía realmente muy emocionante.

– El tema del robo de vehículos y el allanamiento, todo eso fue después de la muerte de Avadhuta que fue entre el 90 o 91 recuerdo exactamente, la fecha coincide con el lanzamiento del disco que fue en noviembre del 91. Sin embargo al templo lo allanaron en el 2001. Entonces no tengo idea de que pasó ahí porque como te dije Avadhuta había muerto diez años antes y la Seguridad Nacional ya no formaba parte de ese templo más o menos desde la época de la muerte de su Gurú.

¿Cómo piensas que se daban las diferencias de clase en esta tribu urbana?

– Definitivamente la música es un lenguaje universal. En Venezuela durante los 80 la diferencia de clases era alarmante había muy pobres, un poquito menos pobres, medio ricos y ultra ricos. Por su puesto los medio ricos y ultra ricos viajaban por el mundo y tenían hijos que viajaban con ellos, y regresaban al país cargados de música, estéticas anglosajonas, aparatos tecnológicos, instrumentos musicales, revistas y una diversidad de material de consumo cultural que devoraban sin tregua. Esa información entraba por el este y se iba infiltrando por toda la ciudad, a punta de radiobemba, de cassettes que pasaban de mano en mano, fanzines, cintas de vhs, ropa, fiestas, todo desde un circuito muy underground podía atravesar la ciudad desde el cafetal hasta Caricuao. En el caso del punk ¿qué pasó? Bueno que el chamo del este hizo su parte de la chamba y se le reconoce, el aprovecho esos viajes y trajo la información de lo que estaba pasando en el mundo y aportó eso a la ciudad,lanzó esa semilla. Después se riega la semilla en la ciudad y llega al chamo de la periferia y del barrio, que siente en el alma lo que esta diciendo un movimiento, una voz que habla por él como hijo de obrero, como persona discriminada y marginada, eso que gritaba un disco de The Clash, Crass, Joy division, sonic youth o la polla récord que el chamo del este traía de sus vacaciones pero que no vivía genuinamente, como si era la situación del chamo del oeste. Se generaban circuitos de toques en el este y el oeste, Caricuao, El Paraíso, San Martín, sabana grande, bello monte, los palos grandes, muchas rumbas de casas. A esas clases las va uniendo la música, la rumba, las drogas, y en un circuito más cerrado hasta la Seguridad Nacional que eran unos carajos sin clase que tenían cerca al peor jíbaro de sabana grande y a la mami más sifrina del este. Esta “armonía de clases” dentro del rock, para mi se rompió en el siglo XXI. Igual todo esto es una reflexión muy personal y subjetiva que podría ser un disparate para cualquier otra persona.

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