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Mapurite sabe a quién pea

Uno de mis hermanos menores cuando tenía como 6 años le hizo una rabieta a mi mamá porque ella le negó algo que él quería. Aquel pequeño amenazó con irse a casa de nuestra abuela porque “ella lo trataba mejor”. Acto seguido mi madre, en su sabiduría infinita, lo puso de patitas en la calle para que cumpliera su amenaza. Esa fue la última vez que mi hermano hizo aquella amenaza y al grito lloroso de “mamita linda, no lo vuelvo a hacer”, regresó corriendo a los brazos de nuestra venerada madre.

“Mapurite sabe a quién pea” es una expresión tan vieja como el hambre. Se la escuchamos a las abuelas, a las madres, a las tías; y quizá ellas se la oyeron a sus ancestros. Pero ¿de dónde viene la expresión y qué significa en nuestra cotidianidad? En su acepción más decorosa se suele decir: “Mapurite sabe a quién perfuma”, y guarda relación con los olores repugnantes que expide el carismático animalito cuando se siente en peligro. Llevado al día a día significa que cada uno sabe cómo y cuándo hacer ciertas cosas.

Por supuesto que ello atañe también al proceso de la crianza de niños y niñas, quienes con cierta regularidad modifican su comportamiento dependiendo de quién esté a su cuidado y vigilancia. Regularmente son las abuelas, tías, madrinas y maestras quienes se llevan las recompensas del comportamiento más favorable de los chamos, lo cual empieza a crear un choque entre los padres y el resto de las personas que tienen acceso al cuidado de los pequeños.

Si ese tu caso, no tienes de qué preocuparte. En principio hay que tener en cuenta que los niños sólo se muestran tal y como son frente a sus padres, ya que por norma de crianza suelen reprimir algunos rasgos de su personalidad con otros adultos. Ello tiene que ver con el desarrollo de sus vínculos emocionales, los cuales se hacen más fuertes con los padres que son los adultos que tiene cerca de forma permanente y ante quienes pueden ser ellos mismos.

Si sientes que tu chamo se comporta mejor con otros adultos que contigo como padre o madre, considérate afortunado, pues ello significa que tu hijo siente más confianza, afecto y seguridad contigo que con cualquier otra persona. Seguramente quisieras que tus hijos te demuestren todo su amor de otra manera, pero recuerda que ellos están aprendiendo a exteriorizar su forma de relacionarse con otras personas, y es allí donde debes aparecer como el orientador que ellos necesitan.

Es muy probable que notes que tus hijos se comportan de manera diferente en situaciones parecidas contigo en comparación a otros adultos. Por ejemplo, suelen aceptar con normalidad que la abuela le diga: “no debes comer dulces antes de dormir”, pero si eres tú el que lo dice, arman una pataleta descomunal. Eso no significa que la abuela tenga mayor influencia que tú en el niño, pues eres tú quien le inculcó esa norma. Lo que significa esta reacción es que el chamo puede estar acostumbrado a una suerte de rutina de manipulación en la que tú participas.

¿Padres satisfactores siempre?

La sociedad moderna está llena de estos casos. Padres que creen que dándole todo lo que un niño pide, son mejores en su rol. Pero ello lo único que reproduce es niños caprichosos y malcriados de los cuales ya hemos hablado en otras publicaciones. Pero es cierto que los niños buscan en los padres a las personas que satisfagan todas sus necesidades, entre las que incluyen las necesidades emocionales y las materiales. Si uno de los padres complace al 100% esas demandas, tiene más de la mitad de su tarea perdida.

Decir que no en determinado momento, no tiene nada de malo. Es una forma de enseñarle a los pequeños una regla básica de la vida: no van a obtener todo lo que quieran. Para ello es importante que les demos herramientas a los peques para que aprendan a manejar sus emociones y frustraciones, de forma que se sientan seguros de sí mismos en cualquier circunstancia.

Si somos de esos padres que estiramos y encogemos, es muy probable que nuestros niños empiecen a manifestar algún mal comportamiento con nosotros a diferencia del que tienen con otros adultos cercanos, sobre todo si aquellos los complacen con mayor frecuencia. No esperemos que todo en este larguísimo oficio de la paternidad sea color de rosa, pero la paciencia y la constancia siempre nos darán grandes satisfacciones. Mi hermano menor hoy es una prueba de ello y fiel testimonio de que la estrategia funciona.

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