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¿Qué pasa si no vacuno a mi hijo?

La posibilidad de evitar enfermedades infecciosas potencialmente graves o mortales es el punto más atractivo cuando se habla de vacunas. Los avances científicos y sanitarios han permitido en los últimos años reducir en forma importante la morbimortalidad infantil a nivel mundial. Las inmunizaciones son parte fundamental de estos avances.

Si dejamos de vacunar  a nuestros hijos no sólo ponemos en riesgo su propia salud sino la de toda la población en general, pues el control actual que se tiene de enfermedades como la tuberculosis, la poliomelitis y el sarampión se vería seriamente afectado.

Como ejemplo, en Venezuela, hace unos meses se reactivó el contagio de difteria, enfermedad infecciosa que tenía más de 20 años controlada (no se reportaron casos en todo ese lapso de tiempo) por la presencia de casos de la enfermedad en individuos que no habían recibido esquema de inmunización adecuado (completo y a tiempo), propagándose a todos los niños y adultos susceptibles que se encontraban desprotegidos por ausencia de un correcto esquema preventivo. Situaciones similares se han visto a lo largo de la historia, para ejemplo la epidemia de difteria en la ex Unión Soviética en la década de 1990, cuando además de multiplicarse los casos de enfermedad grave y fallecimientos por esta causa a cifras alarmantes, se extendió el problema a gran parte de Europa e incluso a Estados Unidos.

La globalización actual y la facilidad para viajar, es una de las razones que permiten que las enfermedades que  están presentes en otras partes del mundo se trasladen rápidamente a nuevos ámbitos si la población no está correctamente vacunada.

Las enfermedades prevenibles por vacunas tienen altos costos no sólo humanos, sino económicos. La secuelas de una meningitis por ejemplo, son sordera, convulsiones, retraso psicomotor. La tuberculosis puede afectar cualquier órgano del cuerpo y su tratamiento es prolongado de hasta 12 meses. La tasa de mortalidad por difteria es elevada de hasta 60%, igualmente las diarreas por rotavirus son frecuentes y se manifiestan por severos cuadros de evacuaciones muy abundantes y líquidas que deshidratan rápidamente a un niño. Si no se cumple adecuadamente con el esquema de inmunizaciones nos enfrentaremos a una grave crisis de resurgimiento de enfermedades y de daños a largo plazo en nuestra infancia.

La mortalidad infantil en Venezuela, según cifras oficiales para el año 2015-2016 alcanzó preocupantes modificaciones. Se elevó hasta en un 40% en muchos estados, ubicándose a nivel nacional en 23%. Esta tasa es el principal indicador de la condición de salud de un país. Dentro de los factores que influyen en estos resultados se encuentran el aumento de embarazos en adolescentes con incremento de nacimientos prematuros; las malas condiciones de salubridad, disponibilidad de servicios públicos y sanitarios; el difícil y costoso acceso a medicinas y especialmente a las vacunas.

Nada es más importante que el bienestar de la infancia. Si no se asegura su integridad física, mental y emocional las estadísticas de salud se mantendrán en números rojos, pasándole factura diaria al futuro.

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