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Revisar la formación en la PNB

Alrededor de media hora, tres jóvenes ciudadanos fueron públicamente maltratados por –irónicamente-, jóvenes que portaban uniformes de la Policía Nacional Bolivariana y se desplazaban en unidades del mismo cuerpo policial. No me lo contaron: lo vi el sábado cuando transitaba frente a la Maternidad Concepción Palacios, en la parroquia San Juan.

Ignoro si el trío de retenidos estuvo incurso en hecho irregular alguno. De lo que sí estoy seguro es que órgano de seguridad alguno carece de facultades para aplicar procedimientos más irregulares aún.

El de menor estatura fue el preferido de uno de los oficiales, quien superó en abusos a sus compañeros de armas. En honor a la justicia, debo decir que la única dama del grupo no participó –al menos hasta donde yo vi- en la violación a los derechos humanos de las víctimas.

Por cada cachetada que recibió el hombre esposado desde el inicio, me preguntaba: ¿cómo alguien con el proceder del castigador egresó de donde lo formaron? ¿cuáles fueron sus calificaciones? ¿cómo hizo para esconder a sus instructores esa conducta obviamente reñida con los valores humanistas que debe caracterizar a los servidores públicos entregados a la materia de la seguridad colectiva? En cuál de las cátedras fue educado para revisar y revisar y revisar los lóbulos de las orejas su presa? ¿qué buscaba? ¿cómo hacía para ser fríamente indiferente a la mirada curiosa y natural de las y los transeúntes?

Nunca es tarde para revisar y precisar los aspectos a reevaluar. La Policía Nacional Bolivariana debe ser un cuerpo que responda a los conceptos y preceptos que le dieron origen. El 20 de diciembre de 2009, cuando fue creada, el Comandante Hugo Chávez dijo: “Nace la Policía Nacional Bolivariana y nace con un vigor moral”. El “vigor” que presencié el sábado dista mucho del referido por el Gigante desde Catia hace nueve años. Nunca es tarde para corregir.

¡Chávez vive…la lucha sigue!

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