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¡Que suene el timbre!

Cuando era chamo y se acercaba el inicio de clases, mi atención estaba puesta en el olor de los cuadernos nuevos, ayudar a mi mamá a forrar los libros, revisar y sacarle punta a todos los colores y ordenar la cartuchera, el bolso y el uniforme. Esa mezcla de aromas a nuevo año escolar, acompañaba ese ritual que una vez al año estrechaba más los lazos entre mi madre y yo, hasta que le traía la primera rotura en las rodillas del pantalón o los primeros raspones en los zapatos nuevos.

El arranque de las actividades escolares no nos debe agarrar desprevenidos luego de la desconexión vacacional, es como un pelotero en vísperas del inicio de temporada de béisbol, que comienza a calentar en los spring training. Para ello hay que hacer algunos ejercicios básicos para que nuestros pequeños y nosotros mismos, no lleguemos en las nubes a las aulas.

Lo primero que debemos hacer es regularizar los horarios. Si bien fuimos un poco flexibles con la hora de acostarse durante las vacaciones, ya es momento de recoger la rienda y enderezar los entuertos. Para que un niño tenga buen rendimiento escolar, debe descansar no menos de ocho horas continuas y es preciso que los acondicionemos a su horario habitual al menos una semana antes del inicio de clases.

Otra medida importante es reducir las horas de TV. Seguramente en vacaciones tuvo bastante de estos contenidos, tal vez hayas notado varias palabras nuevas en su vocabulario e incluso la presencia de un leve acento mexicano producto de tantas traducciones extranjeras que “engalanan” nuestros servicios de televisión. Es momento de hacerlos aterrizar y demostrarles que el mundo es mucho más que la caja boba antes que se lo demuestren otros niños en el colegio.

Pese a las restricciones naturales que enmarcan el regreso a clases, procura contagiarles la alegría del inicio del nuevo año escolar. La emoción de ver otra vez  a sus amigos, tal vez conocer a otros, la experiencia de aprender de nuevos maestros, el cambio de salón, la certeza de saberse más grande y, según alcance el presupuesto, el estreno total o parcial del equipamiento escolar. Si muestras una emoción auténtica y la compartes con ellos, seguro los chamos asumirán el inicio de clases con menos traumas.

Tarea para los padres

La primera tarea que tenemos es graduarnos de magos para rendir el presupuesto que invertiremos en la lista escolar, cosa sencilla de hacer si viviéramos en el mundo de Harry Potter. Pero algo que está más a nuestro alcance, es estar alerta y correr la voz sobre cuánta Feria Escolar se nos acerque, pues regularmente tienen algunas buenas ofertas y abaratan el gasto extraordinario que nos supone en estos días cumplir con los aperos escolares de los muchachos.

Pero también nosotros los padres nos tenemos que pulir en otras cosas, como por ejemplo conocer bien a la(s) maestra(s) que pasarán todo un año escolar con nuestros hijos. Sin ser impertinente y sin interferir en el trabajo de otros, conoce las actividades de tu hijo, pregunta sobre su rendimiento y familiarízate sobre la estrategia que usa el docente para impartir conocimientos. Acuerda con el educador un canal de comunicación fluido y constante que sea conveniente para ambas partes. No es paranoia, es que el pana “PorSiAcaso” resulta ser un buen aliado muchas veces.

Nunca está de más conocer las instalaciones de la escuela, recorrer sus salones, saber dónde está la dirección (es bueno saberlo por si hay problemas de conducta), las instalaciones deportivas, culturales y extra curriculares. Te dará confianza conocer el entorno en el que se educa tu hijo.

Por último, y no por ello menos importante, acompaña las actividades académicas y escolares en general de tus chamos, ellos lo agradecerán y tú vivirás, esta vez como padre, la experiencia que viviste de pequeño. Recuerda que la educación que recibe en la escuela es un complemento de la que tú le das en casa.

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