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Tiempo para ser niño

No hay nada más cursi e insoportable que una competencia de padres “echones”. Los hay de todas las edades y todas las clases sociales y suelen llenar los vacíos de las vidas propias, con las proezas de sus hijos (aunque las tengan que inventar) para ganar indulgencias con escapulario ajeno.

Estuve en una de esas charlas de las que uno quisiera escapar desesperadamente. Oí a una madre que vociferaba con orgullo: “Yo tengo a mis hijos en karate, natación, fútbol y música… es que tengo que aprovechar ahorita porque a los siete años ellos decidirán con qué se quedan”. Para mis adentros felicité a la señora porque no sé con qué mano milagrosa hace que le rinda el dinero para costear todas esas actividades a sus “hijos” (en plural), sin contar el colegio formal de los chamos. Pero además pensé en el tiempo que les resta a sus niños para jugar, hacer cosas de niños, rascarse la barriga o sencillamente, respirar.

En estos tiempos tan acelerados en los que vivimos, es imposible que crezcan niños lentos. Por ello, muchos especialistas recomiendan que llevemos a nuestros hijos a practicar actividades extraescolares a fin de enriquecer su desarrollo físico e intelectual, además de reducir los momentos de ocio que les faciliten el acceso a situaciones indeseables.

Sin embargo, abarrotar a los chamos de actividades extraescolares también resulta un error que puede traer consecuencias negativas. El exceso de actividades fuera del colegio propicia el estrés infantil, es decir, el chamo estará obligado a rendir con máxima eficiencia en todas las disciplinas en que los inscribimos, además de sacar buenas notas en la escuela, lo que genera una gran presión en personitas que no saben cómo manejarla. El estrés infantil se manifiesta con dolores de cabeza constantes, falta de apetito, déficit de atención, cansancio y dificultad para dormir, entre otros síntomas.

Otra variable que debemos observar, es que las actividades extraescolares deben ser para el disfrute y no una obligación. Es preciso observar si al niño le gusta una u otra actividad, si le hace ilusión y le pone interés propio. En caso contrario estaremos tratando de cumplir nuestros deseos para hacerlos realidad en la vida de ellos, generando además frustraciones para ambas partes.

De igual forma, debemos ser muy observadores sobre cuál es la actividad más apropiada para nuestros hijos. A los niños más activos les será más útil una actividad deportiva; mientras que a los más tranquilos les favorecerán las actividades creativas y artísticas. Sin embargo nadie conoce a tus hijos más que tú, por eso la observación es importante a la hora de escoger la actividad extraescolar más apropiada para ellos.

Espacio para jugar

Ni el karate, ni la danza, ni el curso de inglés, música o dibujo, enseñarán y harán de tu hijo un ser sociable, como el juego. Los chamos no van a disfrutar ninguna actividad extraescolar si no la conciben como un espacio de entretenimiento. Hasta jugar fútbol o béisbol puede resultar una tortura para los chamos, si se ven forzados a cumplir una rigidez extrema que les quite el espacio para el disfrute.

Los muchachos necesitan espacio para el juego, para el descanso, para ellos mismos. Abarrotarlos de actividades les puede robar esa esencia de la niñez que los lleva a trepar una mata de mango, saltar un muro o crear sus propias experiencias a partir de los sanos momentos de esparcimiento.

Juega con ellos. Los chamos aprenden mucho más a través del juego y tú puedes ser parte de ese aprendizaje. Muchas veces las mejores cosas que tienes para darles a tus hijos, están dentro de ti.

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