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El mensaje suicida del paraperiodismo

Estamos en guerra. Una guerra de cuarta y quinta generación. Hay quien duda de esto, pero asumamos que es un mortal con un síndrome de Estocolmo bien arraigado en su conciencia.

Desde hace 18 años en nuestro país se juega a matar al mensajero, sobre todo cuando nos vendieron muy bien en los 90s que «el medio es el mensaje».  Así, se ha orquestado un ataque sistemático al proceso revolucionario, con diversas armas y diversos calibres para intentar asesinar nuestra paz convertida en Constitución desde 1999.

En ese ir y venir de esta particular guerra de la burguesía contra el pueblo, los medios de comunicación han sido el arma letal que se sirven los empresarios, banqueros y políticos escuálidos para acabar con todo lo que sea chavista. Y lo han hecho. Han cobrado víctimas y todo en nombre de los más rebuscados eufemismos que disfrazan el odio y el asesinato en «paz y derechos humanos».

Políticos y empresarios ligados a la conspiración contra
Venezuela figuran en los Panamá Papers.

Los medios privados de comunicación han creado las condiciones para una situación virtual de caos y no descansan. Le venden al mundo la idea de un Estado Forajido pero negando la inmensa cantidad de obras y acciones que este gobierno ha realizado desde 1998.

Pero «por más que te tongonees, se te ve el bojote» dijo una vez Hugo Chávez. Y tan acertada reflexión da cuenta del paraperiodismo que existe en los medios privados. Y en algunos aliados que parecieran haber caído en ese juego de quinta columna y prestarse a las campañas de desinformación que estamos sometidos los venezolanos.

Y nada es casual. El surgimiento de medios digitales privados, de tendencia claramente opositora, con amplio presupuesto para funcionar, con campañas de publicidad en todos los medios tradicionales, deja muchas dudas sobre el periodismo que se practica en esos «portales». No sería nada extraño que fuesen financiados por la Usaid, la NED y sean fachadas de la CIA por medios de unas ONGs vernáculas.

Estos sitios web inventan hechos, tergiversan declaraciones, no contrastan fuentes, no remiten a fuentes oficiales porque según «no tienen acceso a la información pública», redifunden sin analizar lo que otros medios y agencias externas escriben sobre Venezuela y lo peor: no son capaces de dar las réplicas ni retractarse ni corregir sus infamias. Eso en definitiva no es periodismo. «Quien se llevó el periodismo que por favor lo devuelva» dijo Earle Herrera.

Y es que cuando se les cae el argumento de sus sucias campañas, hacen mutis y terminan propiciando el cuidado medioambiental, la adopción de mascotas y hasta lecturas del tarot. Un claro ejemplo lo estamos viendo con los Panamá Papers: se montaron como siempre en acusar a funcionarios del gobierno y cuando el tiro les salió por la culata donde los verdaderos implicados resultaron siendo los empresarios y políticos de oposición, rapidito voltearon la mirada y los dedos hacia el cielo, fingiendo demencia al respecto. Es que dan pena.

Hay otros «portales» que dicen ir al cerro a buscar información pero cuando los lees te das cuenta que esa realidad que pintan es de otro país. O publican una foto de un anaquel vacío, escriben que es en Venezuela y resulta que la foto es de Nueva York, del año 2013.

Todos los portales y medios de tendencia opositora publicaron
una foto editada de una mujer frente un anaquel vacío en NY, diciendo
que era en Venezuela. Hasta la autora, Allison Joice, tuvo que
aclarar.

Otro de origen leguminoso tiene en su plantilla a una fauna de desprestigiados personajes que se dicen ser la crema y nada del periodismo, con golpistas confesos, cómicos de novena categoría y cantantes de reguetón incluidos. Pero eso sí, la campaña publicitaria que se despliegan para darse a conocer es de todo lujo. Seguro el paraperiodismo da para mantener tal derroche payolero.

Particular mención a esos sitios web que rezan sloganes rebuscados. Un día publicaron una falsa historia sobre el comedor y el transporte de la Universidad Bolivariana de Venezuela y cuando una profesora de Comunicación Social de la institución, haciendo uso del derecho a réplica, increpó por las redes sociales a sus editoras a que rectificaran la información, éstas se negaron a hacerlo. Vaya paraperiodismo que «ilumina».

Un paraperiodismo que «ilumina» pero no rectifica cuando se le
pide réplica sobre una mentira acerca de la UVB

Es que hay de todo en ese mundo «para». Un connotado «periodista», que llegó a ocupar importantes cargos en el gobierno revolucionario recientemente publicó una carta donde acusa a un comunicador popular de propiciar el odio, en una olla claramente definida y montada por un personero de oposición en frente de un edificio de la Gran Misión Vivienda Venezuela en San Bernardino.

Pareciera que recibió muchos billetes verdes de esos que se robó el gran bachaquero de apellido Mendoza, porque días antes hizo alabos al pran de la harina. La verdad es que es triste ver cómo se arrodillan por unos dólares más. Decepción, rabia y vergüenza sintió más de un colega.

Por eso es que ese mundo del paraperiodismo es una trampa de arenas movedizas. Más reciente la cuenta tuiter de un señor que suele chismear con sus run runes fue hackeada y se ha descubierto de una manera muy divertida la cantidad de gente implicada en la permanente conspiración contra la Patria. Hasta gente que se quiere montar en una marea le pide su teléfono para entrevistarse con este personaje que ha dado el título y tubazo del año: #Bocarandapapers.

Hashtag Bocarandapapers. Sin comentarios.

Y así seguirán estos personajes que abusan de la ética y del noble oficio del periodismo. Poco a poco se irán descubriendo sus mentiras y pasarán a la historia como simples habladores de paja. Todos correrán la suerte del olvido mientras esta revolución seguirá avanzando, con sus aciertos y errores, hacia un país mejor de lo que estos paracos de la información aspiran.

Dijo Cicerón «Todas las cosas fingidas caen como flores marchitas, porque ninguna simulación puede durar largo tiempo.»

DesdeLaPlaza.com/ Noel Briceño Ríos

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