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Reajuste del mapa mundial: ¿cómo será el nuevo Oriente Medio?

Nacido sobre las ruinas del Imperio otomano después de la Primera Guerra Mundial, el actual Oriente Medio ha existido hasta que a las potencias les ha interesado su preservación, sugiere el historiador y periodista ruso Maxim Artémiev en su artículo analítico en el portal Slon dedicado al futuro mapa político de la región.

El analista destaca que lo más importante en este momento es que desde hace algunos años el actual mapa de Oriente Medio no se corresponde con la realidad política. Han dejado de existir Siria e Irak, dando lugar al surgimiento de «entidades cuasi gubernamentales» que no están representadas en el mapa pero que existen en la realidad.

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A día de hoy, después de la invasión estadounidense de Irak en 2003 y de la Primavera Árabe de 2011, todo ha cambiado. Los regímenes autoritarios fuertes que mantenían el orden en Libia, Irak y Siria cayeron y fueron reemplazados por una anarquía y un caos en los que, como en el protoplasma primario, han surgido nuevas formaciones estatales.

Los antecedentes de la crisis

La Conferencia de San Remo en 1920 y el Tratado de Lausana en 1923 determinaron el destino de las tierras árabes que formaban parte del Imperio otomano. Sobre sus ruinas surgieron, de manera totalmente artificial y con fronteras trazadas por las grandes potencias, Siria, Irak, Jordania, Líbano y Arabia Saudita.

Pero ya entonces los colonizadores colocaron minas que explotaron mucho más tarde. La inclusión en Siria de la zona costera de Latakia, poblada predominantemente por alauitas, dio al joven Estado sirio acceso al mar, pero exacerbó las relaciones interconfesionales, puesto que la minoría alauita, enérgica y persistente, ha dominado la política de Siria desde los años 60, provocando la animosidad y la envidia de los sunitas locales.

Si la existencia del Estado sirio tiene cierta antigüedad, Irak es un invento sin ningún precedente en la historia. Irak también se convirtió en un país compuesto: dos terceras partes de los árabes son chiíes, y la tercera parte restante, sunitas. Además, el norte del país está poblado por kurdos, que profesan varias religiones, y en el país viven también cristianos asirios.

Como resultado, casi de inmediato después de la formación del país comenzó la sublevación de los kurdos, que duró casi toda la historia de Irak. Los kurdos se convirtieron en el grupo étnico que más perdió después del nuevo reparto colonial de Oriente Medio.

La situación actual

A día de hoy, según algunas estimaciones, unos 45 millones de kurdos no tienen Estado propio, lo que les ha llevado a luchar por la autodeterminación.

Por otra parte, ha surgido el Estado Islámico, un ente transnacional que se encuentra en el territorio de Irak y Siria. Formalmente se construye como una estructura supraétnica unificada por una visión fanática del islam suní.

Su aparición ha conllevado la masacre y la huida de sus territorios ancestrales de cientos de miles de cristianos, yazidíes y otros ‘infieles’. De hecho, el norte de Irak, hasta hace poco multiconfesional, adquiere un carácter puramente sunita. No hay que olvidar que la guerra civil en Siria también ha provocado la masacre y la huida de los cristianos y otros grupos de habitantes que no sean sunitas.

Por lo tanto, el derrocamiento de los ‘regímenes dictatoriales’ significó la destrucción de la diversidad étnica y religiosa en esta otrora apacible región.

¿Qué nos espera en el futuro próximo?

A juicio del historiador, el territorio donde domina el Estado Islámico, rico en yacimientos de petróleo y recursos hídricos, está claramente delimitado y poblado casi exclusivamente por árabes sunitas, y por lo tanto el EI tendría todas las posibilidades de sobrevivir como una especie de ‘vedado fundamentalista’ si no trata de expandir su influencia.

En este caso el analista opina que no hay que fiarse de las promesas occidentales de  que no permitirá la fragmentación de Irak, puesto que en 1999 Occidente también aseguraba no tener intención de dividir Serbia.

El Kurdistán iraquí en realidad está fuera del control del Gobierno de Bagdad desde que la milicia kurda ‘peshmerga’ reconquistó en 2014 la ciudad de Kirkuk y la incluyó en el Kurdistán iraquí, pero es muy poco probable que los kurdos lleguen a un compromiso con el Gobierno central, asegura Artémiev. El Bagdad oficial nunca aceptará la transferencia de Kirkuk a los kurdos, y nunca les cederá voluntariamente el control de la ciudad. Todo ello dividirá definitivamente a los árabes y los kurdos y podrá fin a la existencia de un Irak unificado.

En cuanto a Siria, también es poco probable que sobreviva en su forma actual. Una victoria de los sunitas desencadenaría una masacre de alauitas, así que, por la sencilla razón de salvarse, estos últimos preferirían obtener su propio territorio independiente.

Dado que el núcleo de los opositores al Gobierno de Al Assad son fundamentalistas sunitas, es casi inevitable que la ley islámica, la ‘sharia’, se implante en el resto del territorio sirio, y tampoco se descarta que el grupo radical Al Nusra se una al Estado Islámico, dado que las diferencias entre ellos son mínimas.

Esto a su vez conllevará que los kurdos sirios no acepten verse bajo el control de Damasco.

En cuanto a los turcomanos, desde hace tiempo se encuentran bajo la protección de Turquía, incluso a expensas de un conflicto abierto con Rusia.

Por todos estos factores, incluso en el caso de una derrota del Estado Islámico Siria dejará de existir como un Estado íntegro.

«Vuelve a surgir la situación de Yugoslavia y Bosnia, pero en una forma mucho más dura», concluye el analista.

La primera ‘Bosnia’ sería el Kurdistán iraquí. Y si los kurdos logran separarse de Irak, lo mismo reclamarán los kurdos de Siria, y posteriormente de Turquía e Irán, aumentando la cantidad de Estados no reconocidos en el mundo.

DesdeLaPlaza.com/ RT/ MB

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