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Lo que la TV no dijo: El Caracazo NO FUE por el aumento de la gasolina

“El 2 de febrero de 1989 Carlos Andrés Pérez asume la presidencia de Venezuela, y anuncia una serie de medidas económicas, comprometidas con el Fondo Monetario Internacional. Como parte de la implementación de éstas, aumenta el precio de la gasolina el 25 de febrero. El 27 aumenta el precio de los pasajes del transporte público. El país estalla…

Pero el motivo viene de más adentro, y de más lejos” (Lilian Blazer, “Venezuela, febrero 1989, de la concertación al desconcierto”)

Con la tranquilidad que existe en Venezuela, después de la decisión de reducir el subsidio a la gasolina, anunciada por el presidente Nicolás Maduro, se rompe un mito histórico que, sin embargo, exige todo aporte posible para dejarlo atrás.

El ‘Caracazo’, explosión social ocurrida en Venezuela desde el 27 de febrero de 1989, hasta los primeros días de marzo de ese año, no fue producto de un aumento de la gasolina, sino del hastío de un pueblo convertido en esclavo por el sector privado, y engañado por los políticos, cuya osadía de alzarse contra un sistema que, como se confirmó con la elección de Hugo Chávez en 1998, iba rumbo al fracaso, costó cerca de 3000 vidas humanas, arrancadas por una masacre ordenada por el presidente de entonces, Carlos Andrés Pérez, del mismo partido que Henry Ramos Allup: Acción Democrática.

El Caracazo fue la confirmación social de un desastre económico, producto de la irresponsabilidad del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1979) que entregó a un sector privado parásito toda la bonanza petrolera que tuvo su gobierno (bonanza, no política petrolera, como la que sí tuvo el Presidente Chávez) de la incapacidad de Luis Herrera Campins (1979 – 1984) quien no pudo revertir la realidad de un país de rodillas, y de la incompetencia de Jaime Lusinchi (1984-1989) quien intentó buscar producción nacional con los mismos parásitos que hoy tenemos (‘empresarios’ que no elegimos, ni podemos revocarlos, solo cambiamos la clase política) y que recibió la misma medicina que están intentando imponer hoy al presidente Maduro (acapararon, desaparecieron el papel higiénico, el pan, la harina de maíz blanco -que entonces Polar sustituyó por harina de maíz amarillo, que no estaba regulada- y especialmente, la carne, que ya era imposible de comprar para los sectores populares)

Los resultados de aquellos gobiernos, que llevaron al ‘caracazo’, distan totalmente de la Venezuela con 27% de pobreza que dejó el presidente Hugo Chávez al presidente Maduro: En 1989 el 80% de la población vivía en pobreza (58% de esos pobres estaban en pobreza absoluta, y 20,83% de esos pobres eran niños y niñas), el 70% de la población, y casi el 100% de la población rural vivía en condiciones de sub-alimentación, 83% de los venezolanos carecía de servicios esenciales, y 44,44% vivía en condiciones de marginalidad. Lusinchi entrega un país con una deuda injustificada que ascendía a 35 mil millones de dólares, pagaderos en dólares que ya no teníamos, y que, solo pagando intereses, debíamos entregar el 58% de nuestro PIB a la mayor estafa financiera que la historia haya conocido: el Fondo Monetario Internacional.

Contradictoriamente, una industria que no era capaz de abastecer a tal cantidad de población había logrado en 1988 más de 8000 millones de bolívares (200.000.000 de dólares) en ganancia, también ese año la banca comercial privada obtuvo ganancias de 10.000 millones (250.000.000 de dólares) e inexplicablemente, por su baja exportación, la empresa privada tenía 60 mil millones de dólares colocados en el exterior.

Si la clase política no tenía respuesta para un hecho de extrema violencia, que no fue una protesta, tampoco una guerrilla, tampoco un golpe de estado, sino un estallido social, la arrogante TV mucho menos. La TV se atribuyó la ‘culpa’ (que en el fondo era exhibir un músculo que solo tenían parcialmente, para seguir chantajeando a los políticos) de los saqueos, por ser ella quien la dejó ver en sus pantallas. Como ya dijimos en nuestra columna titulada “Televisión Venezolana, años 90: Todopoderosa”.

Los propietarios de la TV, ante el Caracazo, asumen dos roles: contener la ira del pueblo, para no ser ella víctima de la misma, y unirse al clamor popular por los cambios, rompiendo la sociedad de cómplices que tenían con los partidos del estatus (AD y COPEI) participando activamente en la caída de los mismos, acariciando un fin que justificaba todo medio: La posibilidad de convertirse en opción política, sin intermediarios.

Era imposible pedirle a esa TV, que analizara entonces, a fondo, el motivo ‘que viene de más adentro, y de más lejos’ del 27 de febrero y los días subsiguientes, un motivo que iba mucho más allá de los saqueos, y de unos bolívares más por la gasolina: las medidas que intentó imponer el FMI a Venezuela (las que los mismos dueños de aquella TV aplicarían, si fueran gobierno) y la invisibilización de un pueblo excluido, negado a convertirse en esclavo de una clase que empobreció a una Venezuela rica en cada centímetro y milla náutica de su territorio.

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