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Argenis Pérez Ruiz, un artista que pinta con el corazón

Sentado apaciblemente en un banquito del bulevar de Sabana Grande Argenis Pérez Ruiz parece un gigante con montañas, saltos de agua y campiñas verdes a sus pies. Taciturno, mira a la gente pasar y también piensa en texturas, pigmentos y telas, en muchos temas para cultivar el paisajismo, género pictórico que le da para vivir desde hace más de 10 años, cuyos cuadros ofrece a los transeúntes como un conjunto de ventanas en las que el espacio urbano se asoma al mundo natural.

Argenis Pérez Ruiz nació en Maracay, estado Aragua, el  7 de enero de 1957. De niño ya expresaba su pasión por la pinturas cuando “dibujaba paisajitos de casas, árboles, barcos, a  lápiz, con una disciplina muy sencilla, suave, de iniciación”. Del bachillerato recuerda que siempre le gustaba “realizar tareas manuales, lo reflejé en mis estudios básicos como las manualidades, el dibujo técnico, eso moldeó mi sentir”.

Al crecer se dedicó a oficios de mantenimiento y se desempeñó como electricista hasta que tiempo después retomó su pasión cuando se radicó en el estado Lara y aprendió paisajismo con el maestro larense Hugo Daza. 

“En el principio es paisajismo porque allí uno fomenta el conocimiento del arte. Ahí aprendí a desarrollar lo que me enseñaron al principio, luego investigué, me uní a ciertas personas con las cuales he compartido y aprendí ciertas cosas, lo que es el abstraccionismo, expresionismo, dadaísmo y cosas así, he aprendido más, he desarrollado conocimiento más amplio en ese aspecto”, comenta mostrando sus lienzos.

Oficio de creador

Argenis Pérez Ruiz explica que el paisaje como obra pictórica es lo que más se vende “porque es lo que la mayoría conoce más. Así como cuando uno comienza, eso es lo que más conoce, porque ayuda para desarrollar la cromática, el color”.

Viviendo al norte de la ciudad, entre La Pastora y Altagracia, la vista al Waraira Repano debe inspirarlo al igual que lo hizo con Manuel Cabré. “Donde estoy residenciado, desarrollo. A veces pinto en un lugar que me apetece, como en las plazas”, explica y comenta que su trabajo se nutre también de fotografías, estudios y bocetos “propiamente dirigidos por la imaginación, la creatividad”.

Aunque algunas de sus piezas las coloca a consignación en un par de tiendas de arte, considera que la calle es el mejor lugar para la venta de sus pinturas. “Se venden más en la calle, mi trabajo ha sido siempre aceptado, les agrada, me preguntan y así es que me han conocido”, dice. 

Sin embargo, el proceso de producción de las obras tiene sus dificultades ante las cuales agradece a quienes cooperan en su producción de cuadros, que le lleva varios días para lograr la cromática que aspira realizar. “Siempre tengo una piecita o alguien me ayuda, me regalan tela, me regalan cosas y yo las desarrollo, le agradezco mucho a las personas que colaboran conmigo, con mucho afecto, las estimo”.

Actualmente, un cuadro suyo en la calle tiene un precio de 100 mil bolívares. “Siempre se vende, no creo que pase una semana que no venda un cuadro, le doy gracias a mi Dios que siempre he vendido”, afirma, quien trabaja de lunes a domingo, en el bulevar de Sabana Grande, en la cuadra entre la avenida Los Jabillos y la calle San Gerónimo, a partir de las 11 de la mañana. “Siempre estoy aquí para que la gente sepa, es un punto donde me pueden ubicar”.

La vida es inspiración

Pero no es únicamente el paisaje natural lo que inspira a Argenis Pérez Ruiz, también incursiona en otros temas de la pintura. “Tengo piezas, pero voy variándolas, traeré otro tipo de paisajes, marinas, ríos, estudios básicos”. Habla de desarrollar series pictóricas inspiradas en personajes nacionales como los cantantes y compositores Simón Díaz y Luis Mariano Rivera, que aspira poder llevar a salones de concurso nacional.

“Estoy preparando unos cuadros porque quiero hacer una exposición”, explica, sin embargo, considera que para este proyecto que plantea proponer al Museo Arturo Michelena, en La Pastora, es necesario una ayuda material adicional a lo que recauda con las obras que hace para vender. “Estoy ocupado entre la hechura y la venta y he hablado con algunos comerciantes de la localidad para que me apoyen, así como con las iglesias cristianas”.

Una experiencia parecida tuvo cuando participó en un concurso basado en el Guernica de Pablo Picasso. “Era una base y uno se inspiraba, la estudiaba, analizaba y creaba la pieza y la enviaba a concurso y había jueces que premiaban, con reconocimiento”, recuerda sobre el certamen en el que participó cuando se conmemoraron los 70 años del bombardeo de Guernica, durante la Guerra Civil Española.

También ha trabajado estudios de retrato, a mano alzada, se ha dedicado a lo figurativo, lo abstracto y aunque no siente predilección alguna por un pintor en especial ha estudiado con atención a Manuel Cabré, Armando Reverón, Paul Cezzanne, Salvador Dalí, Paul Gauguin y a Picasso. “Los he estudiado muy bien y han sido mis bases para desarrollar ciertos estudios y piezas que son de mi colección privada, que están guardadas en una tienda de un gran amigo”.

Cada cuadro, como el primero

Padre de un hijo que es músico y vive en Yaracuy, Argenis Pérez Ruiz recuerda siempre cuando logró hacer su  primer cuadro. “Cónchale, me emocioné mucho, me sentí muy alegre, gozoso, cuando lo vendí. Fue conjugar emoción con la dicha de venderlo a los pocos días, eso fue para mí, maravilloso, una emoción, porque siempre estaba haciendo dibujos, manchas, era porque estaba comenzando, había una enseñanza, y yo afanado quería lograr una pieza, como otros que lo lograban con su destreza, hasta que lo logré y fue este”, dice mostrando El Salto del Ángel donde muestra al Churún Merú en todo su esplendor.

Me acuerdo que fueron como 1.500 bolívares, eso era real, yo me emocioné. De ahí en adelante los vendía en mil, la gente preguntaba por mí”, recuerda especialmente por el largo proceso que lo llevó a realizar su primer cuadro exitoso. “Quieres lograrlo, pero ves que no puedes porque no tienes la destreza, la capacidad, el conocimiento de la cromática”.

Cual profesor explica el procedimiento de hacer el dibujo, la textura, esperar que seque bien, luego hacer las áreas cromáticas “definir volúmenes, luces y así, hasta el final darle una especie de toque o desarrollo cromático que hace más definida la composición”.

Argenis Pérez Ruiz ha recorrido gran parte del país, pero precisamente, el parque Canaima, entorno inspirador de gran parte de su trabajo, aún no lo conoce. “He vivido en casi todo el país, menos en esta región que es mi concepto. Para conocerla me he documentado, instruido, me han guiado y he utilizado los recursos modernos como la computadora”.

Ahora no quiere trasladarse tanto como antes, pues, como dice, de 1957 hasta ahora “no son dos días” y por esa razón prefiere no estar “pa’ arriba y pa’ abajo, dando brincos de allá para acá”, aunque sostiene firmemente que tiene una cita obligatoria con un paisaje que reforzaría su potencial creador.

“Te juro, si yo viajase y tuviese la dicha de ver lo que he pintado sería mucho mejor de lo que pinto ahora, aún a mi edad”, reafirma. Al final, como en un paisaje con un horizonte vital, Argenis Pérez Ruiz observa el destino como si estuviese metido dentro de alguno de sus cuadros. “Hay quienes cuando mayores fueron grandes maestros y yo aspiro serlo”, dice, sin egoísmo o vanidad.  Como si fuera un gigante sentado sobre las montañas, al despedirnos me dice: “Sé que aún puedo dar mucho en el arte”.

DesdeLaPlaza.com/ Pedro Ibáñez

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