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El legado de Yvamir Mora

por: Victoria Torres Brito

Estoy reuniendo el poco guáramo que tengo, para intentar expresar aquí, lo que considero es el legado que deja en este plano nuestro querido Yvamir Mora.

Reencontrarse con amigos y colegas en una funeraria es una de las cosas que más detesto en la vida. Tengo personalmente un conflicto severo con la muerte y eso hace que mis reacciones, ante estas terribles y por demás injustas situaciones, no sean las más adecuadas. Me da por reírme, por arrecharme, por llorar, por angustiarme, por ponerme a reflexionar, todo en fracción de segundos y con una intensidad increíble. La impotencia de recibir una noticia como es la muerte de un querido amigo y compañero de trabajo, nadie la quiere recibir en estos tiempos en los que llevamos las emociones en pulpa.

Conocí a Yva, como solíamos llamarlo, en Radio Nacional de Venezuela, él había comenzado a trabajar en los medios en el 98 y ya RNV era su tercera experiencia en radio, amaba hacer radio. Fue una de las primeras promociones de egresados en Comunicación Social de la Universidad Bolivariana de Venezuela, donde años después quiso dejar su granito de arena y aportar sus conocimientos a las nuevas generaciones de periodistas de este país y se convirtió en Profesor. A él le agradezco el haber logrado ubicar mi síntesis curricular a tiempo para comenzar a formar parte de un ambicioso y hermoso proyecto comunicacional con banderas de integración y de información veraz que fue y hoy es, La Radio del Sur, donde todavía batallamos contra la canalla mediática internacional.

Me sorprendió muchísimo su capacidad para «aguantar chalequeo» y bromas intensas de las que era objeto con quienes lo conocían y eso de no engancharse con las necedades de algunos amargos y a hasta envidiosos, de esa buena vibra que llevaba a donde quiera que llegaba. Esa personalidad tan alegre, honesta y genuina, no se consigue en todos lados (mucho menos en este medio donde se compite tanto y los egos a veces pretenden opacar las luces de un amigo sincero).

Era optimista, un luchador de esos que batallan sin hacer bulla pero que no descansa. Lo entrevisté hace poco y andaba en una de tratar de unificar el gremio. Así lo voy a recordar, siempre sonriente, una mirada muy dulce que hacía juego con la voz, un padre preocupado, un periodista íntegro.

Jéssica Sosa, amiga.

Nos cruzamos una vez por allá en el 2005 en los pasillos de RNV y tuvimos una química especial, la gente buena se reconoce y yo lo reconocí a él enseguida. Le comenté que era la coordinadora de cabina de RNV Activa, el canal juvenil recién creado y me dijo que él también había comenzado con esa responsabilidad y así comenzaron nuestras cosas en común, la otra cosa era la sonrisa. Su sonrisa era espléndida y contagiosa, siempre iluminaba los espacios, calmaba los malos genios y además era una excelente forma de compartir con colegas en el estrés intrínseco de esta profesión. Cada vez que tenía oportunidad, se llenaba la boca de orgullo y amor por su amada Naty, la luz de sus ojos.

Yvamir era pasión y entrega… Amaba su profesión tanto como a su hija. Para él no había día en que no viera materializado su sueño de un gremio unido. Los derechos de los periodistas era su bandera. Hombre justo, honesto y solidario, comprometido no sólo con la profesión sino con la lucha revolucionaria.

Milagros Inojosa, amiga.

Tiempo después me encontraba con sus dientes pelados saliendo de la cabina del canal informativo o corriendo con un «caliente» para la oficina de prensa. Yvamir era tan dedicado con su trabajo que asumía los horarios y guardias que a nadie le gustaba agarrar, trabajar de madrugada, pautas eternas. Tenía una desatacada claridad política y crítica, dejando siempre argumentos para el debate necesario y desde sus distintas trincheras enaltecía los logros en revolución. Hablaba sin medias tintas, su sinceridad te cacheteaba si así lo necesitabas. Se quedaba horas terminando su trabajo y asegurándose que todo estuviese en orden, era muy dedicado con sus responsabilidades y la excelencia era su bandera.

Su mayor aporte a la comunicación es la humildad y el cariño que le ponía a cada cosa que hacía. Yvamir es la encarnación de una proeza: pasar por este gremio ¡sin dejar enemigos! Un hombre carismático, cariñoso, lleno de bondad en su corazón y eso se notaba en sus trabajos periodísticos.

Randolf Borges, amigo.

Los que tuvimos la dicha de haber compartido con Yvamir Mora cualquier cosa, un café, una sonrisa, una llamada para fijar una pauta, pedirle un contacto o un favor, para disfrutar de sus consejos, recibir cátedra o regaños, debemos emular su andar, su compromiso con la labor periodística en este país, la entrega sin quejas de horarios ni fuentes, no amilanarnos por los desaciertos en el andar, salir a enfrentar la realidad con seguridad de que por lo que se lucha es lo correcto y necesario, asumir con entereza y humildad éste, el mejor oficio del mundo como diría El Gabo.

Por eso siempre diré que, a Mora nadie le regaló nada. Todo lo que alcanzó lo hizo con mucho esfuerzo, sacrificio y soportando la inclemencia de una sociedad que a la gente noble no se la pone fácil. Yo creo que Yvamir tiene que quedar como un ejemplo de la constancia, de la entrega y del compromiso, porque nunca lo vi quejándose, sino haciendo su trabajo, cumpliendo sus tareas, orgulloso de su UBV. Espero que ese ejemplo, lo tomen las futuras generaciones de estudiantes de la revolución, de que si se puede ser lo que uno quiere, si así lo determinan y se lo proponen.

Carlos Jesús Ríos, amigo.

Despedir a los colegas siempre pega mucho, te hace reflexionar sobre todos los sacrificios que uno hace a lo largo del desempeño de esta profesión, por el empeño a ese «amor al arte» con el que dejamos de asistir a compromisos familiares por andar de guardia o cuando nos entregamos de lleno a terminar una nota y se nos hace tarde, o cuando hacemos hasta lo imposible por llegar a una reunión con algún vocero y simplemente no va o te hacen esperar en el respectivo «plantón». Los que decidimos ser comunicadores en este país, sabemos lo duro, crudo y difícil que se puede poner a veces, ojalá nos quedemos con una pizca de tu amor por el periodismo y no desmayemos ni aflojemos la pasión.

Lo bueno es que, si corremos con suerte y somos privilegiados, quizás en este caos de vida tengamos el chance de encontrarnos con seres tan extraordinarios como Yvamir Mora.

Cambiaste muy pronto de paisaje Yva.

Se van los buenos…

Te extrañaremos que jode.

VTB

 

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