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En suelo venezolano se cultiva el verdadero manjar de los dioses: el cacao

El chocolate, derivado del cacao, es el verdadero manjar de los dioses. Y no es exagerada la afirmación.

El nombre científico del cacao es Theobroma y su traducción en griego es “alimento de los dioses”, por lo cual los mitos y leyendas, surgidos desde la época de la conquista y colonia que permanecen en todo el planeta, tienen un territorio fértil en una nación latinoamericana que los 13 de septiembre se unirá a la celebración del Día Internacional del Chocolate.

Y es que al norte de América del Sur, en un territorio bañado por las cristalinas y cálidas del mar de Caribe se halla una exuberante naturaleza, única en el mundo, con una variada geografía, en la cual a lo ancho de su territorio, brota un rubro que al ser transformado por procesos artesanales se convierte en una delicia para los cinco sentidos; el cacao venezolano, producto autóctono de la tierra caribeña.

Venezuela es el país donde, con el trascurrir de los años, ha evolucionado el cultivo del delicioso theobroma cacao, nombre científico que recibe el árbol del cacao o cacaotero que se constituye como planta de hoja perenne de la familia Malvaceae. El nombre del particular fruto llamado en América “Cacao” deriva del nahua “cacáhua”, combinación perfecta que sirve de abreboca al paladar.

Y es que el cacao en América Latina tiene una tradición milenaria ya que según el registro histórico los primeros árboles brotaron de manera natural bajo la selva de la imponente sombra tropical las cuencas del Amazonas y del Orinoco, hace unos 4000 años. Este estudio desmonta cualquier intento de señalar que el cultivo se produjo desde Europa y trasladado a Latinoamérica. La historia ocurrió a la inversa.

La exótica naturaleza de este producto agrícola se extendió rápidamente en Centroamérica alrededor de 1100 a.c. Durante el proceso de colonización el extranjero quedó prendado de las particularidades del fruto, sobre todo el placer al gusto que representó en la mesa del colonizador.Hernán Cortés en comunicación a Carlos I de España le comentó:

“Es un fruto, como de almendras, que venden molida y tiénenla en tanto que se trata por moneda en toda la tierra y con ella se compran todas las cosas necesarias”.

De hecho de acuerdo a la historia venezolana, el consumo interno se propagó hacia el siglo XVI y posteriormente pasó a Europa a través del Puerto de La Guaira. Sin embargo, no fue sino hasta el año 1621 cuando se produjo un vertiginoso crecimiento. ¡Un producto de exportación con sello venezolano!

Un producto con raíces venezolanas

Venezuela, tierra fértil donde cualquier semilla germina, vio crecer como territorio privilegiado, el marrón fruto desde sus inicios. Y es que investigaciones recientes han determinado que la mayor parte de las especies tiene su origen en este país suramericano. Cuando llegaron los españoles evidenciaron la presencia del cacao en las riberas de los ríos cercanos al Lago de Maracaibo así como hacia el sur, el centro y este del vasto territorio acuífero.

De igual forma las particularidades formas del fruto pudieron ser observadas en las selvas de Río Negro y el Alto Orinoco. La tradición aborigen relata que los indígenas tomaban una bebida a base de la semilla de cacao que denominaba “chacote”, al tiempo que ofrecían en los míticos actos de veneración a los dioses la manteca de cacao la cual era quemada en parrilleras de barro. Asimismo la variada cultura venezolana utilizó los granos como moneda y pudieron explotar sus propiedades medicinales, cosméticos y religiosos.

El cacao que brilla es oro

La fama del caco lo consolidó como un rubro relevante, sustento de la economía nacional que extendió sus dominios fuera de las fronteras del territorio venezolano. El incremento en sus exportaciones data a partir de 1621 cuando predominó el intercambio del producto y signó parte de la historia caracterizada por el contrabando, la esclavitud y la bandera independentista.

La evolución de su explotación está ligada íntimamente con las paradisíacas costas venezolanas, territorios testigos de la esclavitud, pero también de la pasión negra que cultivó la tierra prodigiosa y que al son del tambor y la música tradicional vio avanzar una cultura que se consolida en el tiempo.

Y es que el aprovechamiento de este producto aún evoluciona y se desarrolla en gran parte del territorio venezolano. Este fruto con calidad de exportación, reconocido internacionalmente encuentra en la vasta geografía venezolana una extensa variedad de presentación de ya que constituye 28 varietales diferentes que son procesados por las manos de los hombres y mujeres de maíz quienes lo cultivan con los procesos artesanales que acentúa su trascendencia.

Del árbol a la mesa

En las extensiones de la tierra venezolana se encuentran las manos que históricamente han llevado el cacao a la mesa venezolana y a la mesa foránea. Son esas manos y el corazón venezolano los que toman el fruto en las plantaciones donde los árboles tienen hasta 2 y 3 metros de altura y se encuentran bajo las sombras de árboles como el cedro o el bucare.

Una de las experiencias más exitosas del chocolate venezolano se encuentra en la Península de Paria. Ahí la familia Quintero-Esser ha consolidado un negocio familiar que en un principio se pensó como una posada turística y dio paso a un negocio con proyección internacional. A través de la marca “Chocolates Paria”, ha sabido mostrar al mundo el origen del mejor cacao del planeta.

Alida Quintero, una de las mujeres que está al frente de “Chocolates Paria”, madre además de la ex Miss Venezuela, Irene Esser, habla orgullosa del trabajo que le permitido llevar el cacao más allá de nuestras fronteras y que le ha dado la posibilidad de afirmar “que hoy por hoy en las temporadas nos visitan muchísima gente al Eco Museo de Cacao de Paria y podemos recibir hasta 200 personas por día”.

Un número significativo por demás en el amplio territorio sucrense. Señala que la particularidad de este exitoso ejemplo de producción de chocolate se debe a que este Eco Museo es una plantación abierta y en ella “las personas tienen la oportunidad de ver como desde una flor de una planta hay un proceso de transformación hasta convertirse en un bombón de esos ricos que hacemos”.

En la parte trasera se exhibe las plantaciones y su verdadero valor, el cacao. Las características de las plantaciones entre sí son muy similares. Las particulares plantas hacen crecer en su seno de 10 a 15 frutos, pudiendo en algunos casos desarrollar 20 frutos rojos que al madurar cambia de tonalidad a morado o verde que en su desarrollo se torna amarillo. Al darse cuenta de su madurez los tradicionales cacaoteros lo cortan y lo ponen a tostar en un caldero puesto a leña para cuando suelte la concha desmontarlo del fuego y desconcharlo.

Acto seguido, y la vista siempre del ojo vigilador de los hacedores del chocolate, los granos se dejan enfriar para iniciar el proceso de molienda con lo cual se obtiene una masa aceitosa popularmente conocida como pasta de cacao. Esta es mezclada con guayabita, canela y nuez moscada, para luego proceder a colocarlas en hojas de cambur para que seque al aire libre y exhiba una presentación que adquirirá diferentes formas de presentación para el exigente paladar mundial.

La Costa lo baila, la Costa lo exhibe

Al norte de Venezuela, las costas del estado Aragua acogen entre sus montañas y playas una historia conocida de progreso y alegría. Se trata del cultivo del cacao la cual ha arraigado a través de los años la Ruta del Cacao, como producto de atracción del histórico fruto, interesante a la vista, interesante al gusto.

Este territorio de pasión caribeña cuenta con espacios como la Hacienda Sabaneta donde los turistas conocen todo el proceso para la obtención del chocolate en sus más variadas formas. Es allí donde se puede vivir la experiencia de conocer de cerca el fruto y ver paso a paso como se obtiene el mejor chocolate del mundo, verdadero manjar de los dioses.

Entre otras poblaciones donde se cosecha el cacao en sus diferentes modalidades se encuentra la de Río caribe (Sucre) donde se obtiene el cacao criollo, trinitario y forastero, en la Hacienda Paria; en Choroní, Chuao y Ocumare (Aragua), Hacienda La Sabaneta, la Hacienda de Chuao; y Asentamiento Campesino La Isleña, Finca Agroturística El Encanto de San José y Empresa Campesina Cuyagua, respectivamente. En Barlovento y Río Chico (Miranda), Hacienda La Ceiba y Hacienda Mis Poemas. En el Zulia (Sur del Lago de Maracaibo) también hay haciendas cacaoteras activas que producen el cacao criollo de porcelana.

La señora Quintero siempre en todo momento, destaca las potencialidades del delicioso fruto, para ella “el cacao es el manjar de los dioses, su manteca se derrite a 37º que casualmente es nuestra misma temperatura, es decir que cuando la consumimos nos va a limpiar el organismo”. Su sonrisa se hace amplia cuando afirma “el chocolate es como el mandato de Dios para que nos sintamos muy felices y contentos de consumir un muy buen chocolate y si es natural, mejor”

Decir cacao es decir Venezuela. Sus letras han impregnado la historia venezolana y el paladar de todo aquel que se ha acercado a los múltiples lugares donde se cultiva en esta geografía prodigiosa. El cacao es y será reflejo de una cultura viva que ha visto de la tierra brotar un pequeño fruto capaz de trasformar un simple sabor en una experiencia deliciosa para todo ser humano que esté ansioso de conocer el placer de los dioses.

DesdeLaPlaza.com/ Jesús Villamizar

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