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El Che antes del Che

Un libro cumple su misión cuando atrapa e hipnotiza, cuando se vuelve necesario, cuando nos atrapa y desvela. Cuando se apodera de toda nuestra atención y se nos hace imposible soltarlo hasta llegar a la última página.

A veces ocurre que no es un libro esperado. Nos cae de sorpresa y nos toma por asalto. Lo vemos sin haberlo buscado y es él quien nos encuentra, nos hace un guiño y cae como por arte de magia, como si fuera una especie de imán, en nuestras manos.

Y así, como si nada, durante uno de mis recorridos por la Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN), que recién terminó la semana pasada, fui secuestrada por De Ernesto al Che, un recuento biográfico de Carlos Calica Ferrer sobre ese gran héroe guerrillero Ernesto Guevara de la Serna. Calica fue su amigo de infancia, se conocieron a los cuatro años cuando ambos, junto a sus familias, vivían en Alta Gracia. Calica fue el acompañante del segundo viaje del Che por América Latina, a quien se llevó de cómplice con la promesa de probar suerte en Venezuela.

Con una narración llana, este gran amigo del Che nos cuenta cómo era de niño y adolescente quien se convertiría en uno de los íconos más grandes de los pueblos en vías de liberación: un muchachito ocurrente e indomable, valiente y tremendo, azorado y sensible hacia las causas más nobles. En ese contar sobre el Che niño también nos abre el camino hacia las razones que lo llevaron a tener esa mirada amorosa tan extinta en estos tiempos desalmados: sus padres.

Un libro definitivamente adictivo

De Ernesto al Che es un libro editado por Txalaparta, un sello independiente español con más de 20 años de existencia y más de 600 títulos publicados. En la FILVEN resultó ser una de las editoriales más buscadas por sus interesnates contenidos y sus precios accesibles. Fuera de la época de FILVEN, sus libros se consiguen en la red de Librerías del Sur, gracias a las importaciones de la Distribuidora Venezolana de la Cultura.

Esta narración de Calica fue publicada por Txalaparta en el 2007, pero dos años antes había sido publicada en Argentina por la editorial Marea. Gracias a la magia del cine, el primer viaje del Che por Latinoamérica (con Alberto Granado) es ampliamente conocido. Aquella versión del Che joven interpretada por el mexicano Gael García Bernal en el 2004 se quedó sembrada en nuestra memoria. Granado se había quedado en Venezuela y el Che, todavía Ernesto, emprendió una segunda travesía para ir a su encuentro. Es cuando convence a su entrañable amigo de infancia Calica para que se sumara a la aventura.

Y bien, aquí un abreboca:

“La propuesta de Ernesto llegó como él solía hacer las cosas: más como un desafío que como una invitación. Hacía poco que Ernesto había vuelto de su viaje por Latinoamérica que había emprendido con Alberto Granado, y yo, como todos los amigos y familiares, no me cansaba de escuchar los cuentos y las anécdotas de ese viaje increíble. Primero habíamos seguido las alternativas de sus peripecias a través de las cartas que recibían los Guevara y que devorábamos como si se tratara de una novela de aventuras. Así que Ernesto volvió hecho un héroe a nuestros ojos y lo escuchábamos con admiración contar una y otra vez sus hazañas”.

Después de mucho ir y venir, pensar y repensar, Calica tomó la decisión:

“El desafío estaba planteado y era tentador e inquietante a la vez. Mi amigo me empujaba a aventurarme a tierras desconocidas, casi sin recursos, a mí, que al único lugar al que había viajado era a las playas de Punta del Este y de Carrasco, en Uruguay, donde me llevaban de chico mis padres a veranear. Es que en esa época las distancias eran distancias: era muy difícil, caro y trabajoso viajar. Sólo lo podían hacer unas pocas personas con mucho dinero y tiempo disponible. Y Ernesto, claro, que inventó una forma de viajar sin un peso, haciendo dedo, durmiendo en cualquier lado y comiendo lo poco que se pudiera encontrar por ahí. Hoy, después del hippismo, de la revolución juvenil de los sesenta y setenta, puede sonar común, pero en ese tiempo era una osadía”.

Los grandes personajes de la historia no mueren nunca. Y libros somo este, donde son reconstruidos a partir de la memoria colectiva de sus cercanos, se convierten en una herramienta invaluable para mantener vivo el legado que nos dejan.

“Jamás podría haberle dicho que no. No era la primera vez que Ernesto me desafiaba, y yo nunca me había achicado” cuenta Calica y así, a partir de la decisión tomada de una nueva aventura, viaja hacia el pasado para contarnos cómo era el Che antes de convertirse en el Che.

Les confieso que este libro se hace particularmente adictivo. Parece una máquina del tiempo que nos lleva a lo largo de sus imágenes y recuerdos a conocer más de cerca al héroe guerrillero. Nos recuerda así que también fue niño y hombre, que no sólo es esa imagen icónica de la fotografía tomada por Korda (Alberto Díaz) en 1960 y que pasaría a transformarse en ese Che histórico de las plazas, de los libros, de las camisetas.

Espero que también tengan la suerte de ser secuestrados por De Ernesto al Che, tal vez cuando el azar los encuentre con una próxima FILVEN, con una Librería del Sur o con una venta de libros de Txalaparta. Será todo un privilegio, se los aseguro.

DesdeLaPlaza.com/Gipsy Gastello

@GipsyGastello

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