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Ángela

Ángela es una niña negra que no sabe por qué se llama así.

Un día me preguntó si me gustaba su nombre. Yo le dije que era como si pudiera volar.

Su nombre nació de una montaña, color de pólvora. Se asomó por la ventana sur de su madre, una cabeza de puño zurdo, florecido.

Con ella creció la palabra resistencia y Andrés Eloy pudo pintar un angelito negro. Pero para ella, sólo se abrió el cielo de los obreros con tierra en el pecho.

Ángela no sabe por qué han incendiado las casas de sus vecinos y la suya permanece intacta.

Ángela quiere ser blanca, la misma noche que un ejército de pálidos eleva las antorchas contra su piel, la misma noche que se declara África y África se hace Ángela para siempre.

Ése día, cuando a la niña Ángela le alisaron los cabellos, en Tennessee el río fue menos río.

Un día me confesó que no sabía lo que era el destino.

Y no supe cómo decírselo… Pero, lo ensayé: «Ángela tu vida está escrita. Serás uno de los brazos en la defensa de los derechos de las mujeres negras en un país hondamente misógino y racista. Serás uno de los pechos en la resistencia proletaria desde el ombligo de la bestia».

Y me digo: «no; no tiene tamaño para palabrotas».

Y, cómo decirle a una niña que las cajitas en las que guarda sus sonrisas son efímeras:

Ángela tu vida será de lucha y eso la hará hermosa.

Por cada hilo de tu cabello, un día podrá vivir, y seguirá bailando la tierra.

El destino es ahora, y ahora tu lugar es el camino, de la Colina Dinamita, en Birmingham Alabama, a la pequeña isla que llaman Nueva York. De la capital del mundo a la lengua romance. De Francia a Alemania. De Alemania al planeta Adorno y de Adorno a Marcuse. De la cárcel a la academia, otra cárcel. Pero te cuelas por el espacio ése que hay entre tus dientes frontales y te permites respirar.

Ángela, serás una pantera que estirará sus garras y arañará la historia, una pantera que a su paso delineará surcos de los que nacerán todos los volcanes.

Serás roja, ya no negra, y las ideas te agrietarán la cabeza.

De tu cabellera, el león aprenderá a imponer su presencia.

Y con tus ojos se tejió la oscuridad.

Serás peligrosa y sabrás que una reja no te hará menos libre.

Pero las querrás abajo y morirás y no caerán.

Nunca me preguntó cómo sería de abuelita.

No pensó que llegara a serlo. Pero, yo le advierto.

Ángela, el futuro no existe, el día se repite y en eso de vivir arrugamos el pedazo de hoja que somos, y nos hacemos grises.

A EE.UU. lo dirige un afroamericano, y lo mismo daría que lo siguiera gobernando Reagan, o Bush. Cuando tengas un poco más de setenta años ya no hablarás del comunismo, defenderás la democracia y yo me preguntaré ¿qué habrás tenido que callar para poder seguir siendo aquella niña que no sabe por qué se llama como se llama?

Ángela Davis (26/01/1944), política afroamericana, activista y militante del movimiento de los derechos civiles, los Panteras Negras y el Partido Comunista estadounidense. Candidata a la vicepresidencia en los años 80. Discípula de Herbert Marcuse en la Universidad de California, San Diego. Profesora jubilada de la Universidad de California. Actualmente, enseña en la de Syracuse, en Nueva York. Escritora y legenda viviente.

DesdeLaPlaza.com/Indira Carpio

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