En la era victoriana se decía que el largo del cabello era la gloriosa corona de una mujer. Podía ser símbolo de cálida sexualidad, belleza y seguridad.
Una niña victoriana usaba el cabello en trenzas hasta los 16 años y, una vez que se convertía en “señorita”, empezaba a recogérselo.
Para entonces, las puntas de la cabellera le llegaban aproximadamente a los tobillos. ¡Con aquella cascada de cabello, vale!
Era tan “precioso” el cabello en esa época que muchas veces se guardaba dentro de artículos de joyería o esculturas, incluso si su dueña ya había muerto. (¡¿Para qué guardar el cabello de una muerta?!)
El único momento apropiado en que una mujer se soltaba la cabellera era en la privacidad de su habitación, y su marido e hijos eran los únicos que podían verlo.
Al parecer, no obstante, la fotografía estaba infatuada con algunas de ellas, y ellas dejaban caer, orgullosas, todo el esplendor de sus larguísimos cabellos. (¿No se enrollarían con él y se caían al caminar?)
Sólo podemos imaginar la pesadilla que debió haber sido cuidar, cargar y peinar estas «tomusas”, para que solamente la familia pudiera verlas.
Aquí te dejamos las fotos con toda aquella “frondosidad”, ¿te dejarías crecer el cabello así ahorita?
DesdeLaPlaza.com/PijamaSurf/MD