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Estas son las cinco costumbres sexuales más curiosas de la antigüedad

Si un personaje de la Edad Media espiase por una mirilla imaginaria y descubriera lo mucho que ha cambiado el mundo en costumbres sexuales, posiblemente se alarmaría.

O, quizás, después de descubrir estas cinco costumbres sexuales más curiosas de la antigüedad seamos nosotros los que descubramos que, realmente, tenemos mucho que aprender de las artes amatorias de nuestros antepasados.

En las culturas preislámicas, los matrimonios podían concretarse de muchas maneras: secuestrando a la futura esposa, comprándola o, generalmente, estableciendo uniones entre miembros de la misma tribu o dos diferentes.

En cualquier caso, muchas familias, a la hora de ver emparejada a una de sus hijas, querían que ellas pudieran legarles un descendiente que heredase un estatus social más alto. De ahí que muchas mujeres abandonasen la casa de sus maridos y pasasen un tiempo en casa del hombre elegido por la familia hasta quedar embarazada.

Si el marido no había mantenido relaciones sexuales en la ausencia de ella, tendría derecho a criar a ese hijo tocado por la gracia de la casta más poderosa.

La importancia del Dildo

Aún hoy día hablar de consoladores o dildos nos resulta un tabú, sin embargo, te gustará saber que Cleopatra adoraba utilizar estos utensilios en privado.

Además de la cultura egipcia, los romanos y griegos también eran grandes consumidores de estos juguetes sexuales, que comenzaron siendo de madera y después forrados con cuero para simular mejor la textura del pene.

El impacto fue tal que las mujeres griegas estallaron en huelga tras las Guerra del Peloponeso y exigieron la importación de cuero para sus «cosas». Ante la negativa, comenzaron a utilizar barras de pan horneado para tal fin.

El Taoísmo no eyacula

El taoísmo es una filosofía china que percibe el mundo como un ente compuesto de dos partes: el ying y el yang. Traducido al ser humano, este concepto fluye a través de la energía conocida como «chi», que estaba íntimamente al «jing», comprendido principalmente por el semen.

Según el taoísmo, eyacular conllevaba una pérdida de esta energía, por lo que los creyentes del mismo debían mantener relaciones sexuales sin dejarse llevar demasiado y, especialmente, con mujeres vírgenes, una fuente segura de jing extra.

Todo esto es algo similar al fin que persigue la práctica del Tantra, que fomenta contener la eyaculación como una forma de que el espíritu evolucione.

La masturbación pública

En un 2016 en el que la ciudad de Nueva York recién inaugura su famosa GuyFi, la primera cabina para practicar la masturbación pública, la costumbre de los antiguos egipcios de tocarse en el río Nilo nos parece menos escandalosa.

Por aquel entonces, y durante el festival del dios Min, que representaba la faceta sexual de Dios, los faraones acudían al río egipcio para masturbarse en sus aguas, ya que, según la leyenda, aquel exótico cauce representaba el semen del dios supremo.

¿Y el sexo oral?

Cuando pensamos en felaciones y cunnilingus, estos nos parecen ejercicios demasiado contemporáneos como para relacionarlos con tiempos más antiguos, especialmente aquellos influenciados por la presencia de la Iglesia, la Biblia y el conservadurismo.

Sin embargo, el Kamasutra,  esa famosa Biblia sexual con la que India se adelantaba al resto de aquel «nuevo Occidente» incluía ya capítulos tan jugosos como el “auparishtaka», o «congreso oral», en el cual se ilustraba al lector con ocho tipos de felaciones diferentes.

A diferencia de los hindúes, los chinos apoyaban más el cunnilingus como un modo de alcanzar mayor longevidad para las mujeres.

Estas cinco costumbres sexuales de la antigüedad demuestran que nosotros no hemos inventado nada y que la religión ha marcado el gran hiatus entre el libertinaje de los primeros tiempos y unos últimos 50 años en el que retomamos viejas costumbres, experimentamos y, de algún modo, nos sentimos más a gusto con nosotros mismos. Porque sí, el sexo es salud, en cualquiera de sus variantes.

DesdeLaPlaza.com/iMujer/MB

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