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Los mitos del amor romántico

Decía Simone de Beauvoir que la palabra amor no tiene en absoluto el mismo sentido para ambos sexos y ésta es una de las causas de los grandes malentendidos que los dividen. El amor romántico aparece con especial fuerza en la educación sentimental de las mujeres.

El amor como proyecto prioritario y sustancial sigue siendo fundamental para muchas mujeres, sin el cual sienten que su existencia carece de sentido.

A las mujeres se les enseña a esperar “el príncipe azul”, en cambio, los hombres conceden más tiempo y espacio a ser reconocidos y considerados por la sociedad y sus iguales.

 

La diferencia de género marca el amor

Se enseña al género femenino que el amor es lo más importante y requiere entrega total. Y que la pareja es elemento fundamental en nuestras vidas; se nos crea un sentimiento que se expresa en que “si no la tienes, sientes que te falta algo”. Todo termina haciendo a las mujeres dependientes de la aprobación masculina, de la búsqueda amor ideal, de la entrega, de la abnegación.

Alejandra Kollontai afirmaba que esa necesidad femenina de amar es la causa de incontables tragedias en el alma de las mujeres de todas las clases sociales: los celos, la desconfianza, la soledad, el renunciamiento a sí mismas por adaptarse al ser amado, etc. Por eso, el romanticismo es un instrumento cultural del poder masculino.

Los mitos románticos son un conjunto de creencias socialmente compartidas sobre la “supuesta verdadera naturaleza del amor”. Aunque ya las mujeres no renunciamos al trabajo y al desarrollo personal por amor, seguimos soñando con el amor verdadero.

Los mitos que sirven para reforzar las expectativas del amor romántico son:

· Mito de la “media naranja”, o creencia de que elegimos a la pareja que teníamos predestinada de algún modo y que ha sido la única elección posible. Siendo la pareja ideal hay que permitirle más o esforzarse más para que las cosas vayan bien.

· La hiperidealización del amor y de la persona amada.

· No hay pasión sin sufrimiento

· La entrega y autosacrificio como demostración de amor, sumisión inconsciente a un modelo de relación que convierte al ser amado en una especie de rey al que hay que satisfacer a costa de cualquier cosa.

· Mito de los celos, o creencia de que los celos son un signo de amor, e incluso el requisito indispensable de un verdadero amor. Este mito suele usarse habitualmente para justificar comportamientos egoístas, injustos, represivos y violentos.

· Mito de la omnipotencia o creencia de que “el amor lo puede todo”, y por tanto, si hay verdadero amor no deben influir los obstáculos externos o internos sobre la pareja, y es suficiente con el amor para solucionar todos los problemas.

 

Columna semanal de La Araña Feminista

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