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Abril 19, 2017: Maduro gana el revocatorio

En un país donde el Presidente de la República tiene el derecho a las transmisiones conjuntas de radio y televisión (artículo 192 de la Ley Orgánica de Telecomunicaciones y artículo 10 de la Ley RESORTEME), y donde la TV privada ha rivalizado con el gobierno hasta el punto de apoyar un golpe de Estado, un sabotaje a la industria petrolera, y diferentes hechos violatorios de la Constitución, hasta que se aprobó, con mucho esfuerzo, la primera ley de responsabilidad social en radio y televisión de la historia de Venezuela, difícilmente una televisora privada se ha unido, voluntariamente, a las señales del Estado, para transmitir un discurso presidencial en su totalidad, y mucho menos, para visibilizar a la mayoría del pueblo venezolano, militante de la Revolución bolivariana

En el siglo XXI venezolano, solo si un hecho es de verdad incontrovertible, tan veraz que no es posible invisibilizarlo, ni desmentirlo, la TV privada se ha unido voluntariamente a acontecimientos que, de un modo u otro, han significado una derrota para sus intereses, y por el contrario, una victoria histórica del proceso que lidera la política venezolana: la Revolución Bolivariana.

Victorias decisivas que, al ocultarlas, solo les darían más fuerza, recordemos:

La TV al servicio del golpe, incluso en esas horas, se negaba a aceptar su derrota, seguía transmitiendo comiquitas, telenovelas, y las acciones del usurpador Pedro Carmona, creando el único y más vergonzoso bloqueo informativo de la historia de Venezuela.

Sólo cuando el pueblo venezolano, militante de la revolución, llegó a los canales privados a exigir que dijeran la verdad (protesta pacífica que los canales siguieron distorsionando, porque no dejaron de criminalizar a los círculos bolivarianos, como hoy lo hacen con los colectivos: «círculos chavistas exigen la salida al aire de estas entrevistas para salvaguardar nuestras vidas» mientras que el General Morao Gardona, jefe de la casa militar al servicio del legítimo presidente Chávez, anunciaba al país que en el palacio de Miraflores se  había desalojado a los  golpistas, y que el legítimo gobierno estaba en funciones, gracias a VTV, que ya había retomado su señal tras la acción insurreccional del gobernador de Miranda de entonces, Enrique Mendoza, los canales privados no tuvieron otro remedio que bajar el telón de su farsa y sumarse a la verdad, dejando solo la excusa de unos periodistas cobardes, capaces de grabar en vivo la caída de un gobierno, para luego no tener el mismo «valor» para transmitir su recuperación, de la mano del pueblo consciente y de su Fuerza Armada Nacional (hoy Bolivariana).

Ya en la madrugada del 14 de abril, roto el cerco, obligados por la verdad, toda la televisión privada se unió, sin necesidad de llamar a ‘cadena’, a la transmisión presidencial, a la que incluso canales adversarios de Venezuela, como CNN y la bipolar BBC de Londres también se unieron. La victoria del pueblo derrotando un golpe de Estado de derecha, unido a su Fuerza Armada, ya era noticia unánime: Hugo Chávez era el legítimo presidente de Venezuela que, sin duda, retomaba el poder. La segunda gran noticia fue la actitud que tomó el reinstaurado presidente, cuya vida también estuvo en riesgo, llamando al diálogo nacional, malinterpretado por la TV y los políticos opositores, quienes no tardarían en equivocarse de nuevo, llamando al sabotaje petrolero de 2002-2003.

  • 2004, madrugada del 16 de agosto: Hugo Chávez, sometido a un referendo que se pretendía revocatorio, vence la prueba con más de 19 puntos de diferencia, y la menor abstención hasta ese momento, dentro del siglo XXI (30,08%). Esta consulta fue histórica, por varias razones y hechos simbólicos: Hugo Chávez llegaba al quinto año de gobierno, según la derogada constitución de 1961 (es decir, su período presidencial hubiera terminado ese año, sin reelección, y por supuesto, sin continuidad), lo que significaba que se ratificaba el rechazo de Venezuela a volver al pasado, por otro lado, el país estuvo inmóvil, desde la derrota del sabotaje petrolero de 2002-2003, esperando este resultado, para definir de qué modo se gobernaría Venezuela a partir de ese momento (el desempleo era entonces el principal problema, a diferencia de hoy), la ratificación de Hugo Chávez en el cargo abriría definitivamente el camino de desarrollo económico, que solo se detendría en 2011, apenas anunció Hugo Chávez su enfermedad, momento que los enemigos de Venezuela consideraron la señal de partida para desencadenar todos los globos de ensayo que habían intentado antes de esa fecha (de acaparamiento selectivo de productos –leche en 2007, antes de la reforma, papel, aceite, azúcar, etc. – a un boicot económico generalizado, que representa su última esperanza de hacerse con el poder político). Una vez más, toda la televisión de la época (incluyendo CNN y otras cadenas internacionales) se sumó, derrotada y sin posibilidad de mentir, a la transmisión de un balcón del pueblo abarrotado de seguidores del vencedor Comandante Chávez, en plena madrugada. Los resultados del revocatorio, que terminó siendo aprobatorio, fueron dados a las 4 de la madrugada, y solo, aún con una victoria indudable y holgada, hasta que se escrutó el 94% de las actas, para que no quedara duda de una derrota irreversible para la MUD (entonces llamada “Coordinadora Democrática”) quien no tuvo la valentía de asumir su derrota, tras dos años de calle, golpes de Estado y sabotaje, hablando de un supuesto fraude, del cual el país aún sigue esperando las pruebas, resultado que no contradice estadísticamente ninguno de los procesos subsiguientes.
  • Victoria del pueblo chavista el 19  de abril de 2017: no habiendo ocurrido el revocatorio, por el sabotaje que la propia oposición hizo de su proceso, este día, 207 años después de la declaración de nuestra independencia, se convirtió, prácticamente, en el referendo aprobatorio al presidente Nicolás Maduro, tras cumplirse sus 4 años de mandato, la apoteosis de aquella marcha fue tal, que todos los medios venezolanos abandonaron a la derecha (la cual, particularmente este 19 de abril, fue tan pobre, que no pudo usarse ni siquiera como contrastepara transmitir integro (incluso CNN lo hizo) el discurso del presidente Maduro, pero especialmente, la impresionante marcha que, no solo llenó el destino prometido (la avenida Bolívar), sino que además se desplazó por todo el país, derribando la matriz de opinión del gobierno impopular (ese mismo “gobierno impopular” que, supuestamente, era el gobierno del presidente Chávez, antes de la victoria de la revolución bolivariana, en el referendo revocatorio del 15 de agosto de 2004)

Lo ocurrido al celebrarse 207 años de nuestra independencia, se ratificó el lunes, primero de mayo de 2017, cuando el presidente Maduro, delante una multitud, según algunos observadores, mayor que la del 19 de abril anunció que convocaría una Asamblea Nacional Constituyente, para cerrar definitivamente las hostilidades que una derecha venezolana, apurada por elecciones ilegales que evitaran un repunte de la popularidad de Maduro, está imponiendo con reducidos grupos violentos en algunas zonas del país, haciendo oídos sordos a los insistentes llamados a dialogar.

Un buen inicio, rumbo al fin del cerco económico, y con dicho fin, a la esperada estabilidad que, ya logrado lo político y social con Chávez, haga a Venezuela un país libre en lo económico.

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