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¿Cuántos verán el Óscar?

Las temporadas de premios traen consigo el interés de mucha gente por apostar por tal o cual actor como ganador de este o aquel galardón. Este 2017, los nominados a los Óscar nuevamente causarán revuelo y muchos murmurarán sobre si merecen o no ganar el premio. Como todos los años, los Óscar y El Globo de Oro generarán gran expectativa.

Del mismo modo en que quien regala flores o globos el 14 de febrero no está necesariamente enamorado, quienes ven los premios de la industria del cine no son necesariamente cinéfilos o amantes de las películas. Existen un millón de razones distintas para regalar flores en “San Valentin” y existen un millón de razones diferentes para ver las ceremonias de premiaciones. Respeto a quienes disfrutan de ellas, pero no veo los Óscar, no veo El Globo de Oro, no me interesa saber quien ganó tal o cual premio. Creo haber visto ambas ceremonias dos veces, el año pasado y en 1994.

Aunque los Óscar reconocen año tras año a un sinnúmero de actores, actrices y películas de gran calidad, no deberían ser el único espejo para contemplar el talento. Ningún premio debería serlo. El talento de Meryl Streep no puede medirse por los galardones que ha conquistado y Al Pacino, es sin duda alguna, mucho más que el único Óscar que ganó en toda su larga y fascinante carrera.

Un premio no debería influir a la hora de ver una película, ganarlo o no es una circunstancia fortuita. ¿Quién dice que sólo ganan los mejores? ¿Cuántas películas premiadas son un fraude? ¿Cuántas buenas películas no han estado jamás tan siquiera nominadas?

En el cine se pueden valorar: las actuaciones, el guión, la escenografía, la dirección y un sinfín de aspectos, pero no el nivel de compenetración personal que puedas llegar a tener con una cinta.

Entiendo a los amantes de los premios, a veces necesitamos que otros nos digan que es mejor o peor. Es difícil tener criterio propio, nos gusta confiar en el ajeno. Pero regirse por “la academia” o las “voces autorizadas” a la hora de elegir un filme no parece una decisión acertada.

Alberto Fuguet, el escritor chileno y director de cine, escribió que “el cine no se puede dar el lujo de ser autista, autorreferencial e ininteligible solo por ganar festivales de segunda. En Hollywood no hay ni becas ni apoyos estadales. El cine puede ser un arte pero, también, es una industria. Eso no tiene nada de malo ni exilia, ni excluye a nadie” eso es cierto, y quizás también por esa razón existen los premios, son parte de la industria.

También son un homenaje al mundo del cine y todo eso esta muy bien. Los Premios en general y los Óscar en particular son un gran espectáculo y una plataforma para el reconocimiento, pero no deberían ser el termómetro para determinar lo que debes ver. Hay vida después del Óscar, del Globo de Oro, hay mucho cine antes y después de las temporadas de premios.

La mayoría de la gente admira el éxito social, ganar algo, gozar de popularidad, eso también tiene que ver con el valor que le da la mayoría a los galardones.

En la historia de la humanidad hay una constante: muchos artistas murieron sin reconocimiento alguno y en condiciones inmerecidas. Franz Kafka y Vincent van Gogh son dos buenos ejemplos. ¿Cómo sabes que el mejor actor se ha llevado una estatuilla? ¿Cómo estas seguro que la película premiada es esa cinta definitiva que cambiará tu vida?

Los premios no deben ser el único termómetro del espectador para medir el talento o para acercarse a las obras sean cinematográficas o no.

Un verdadero amante del cine debe ser un curioso, alguien que siga su propio camino y llene su ruta de las historias que más le conmuevan.

@luisauguetol

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