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Muchacho malcriado

Muchos de ustedes estarán de acuerdo conmigo en lo desagradable que resulta un niño antipático o maleducado. En la crianza de los chamos, este es el primer síntoma de que algo malo estamos haciendo, pues su forma de relacionarse con otras personas comienza a llenarse de conflictos y choques constantes. Para ahorrar en molestias propias y traumas para tus hijos, es indispensable moldearlos en valores y principios.

El mundo civilizado está regido (aunque no lo parezca) por los valores positivos. La ausencia de ellos implica riesgos a la paz individual, grupal y social. De allí los recientes hechos violentos que han llevado a un grupo de ciudadanos con los valores trastocados, a atacar a otras personas por sus pensamientos políticos, por su color de piel o por su condición social. Cuando una persona se atreve a prender en candela a otro por la razón que sea, estamos en presencia de alguien cuya alma está totalmente corrompida.

Para evitar esta corrupción del espíritu, la historia hoy nos obliga a velar porque las generaciones futuras logren salir del abismo social en que un grupo pretende meterlas. Para eso es preciso que revisemos algunos principios elementales para alcanzar una sana convivencia en sociedad:

  • Empatía: Es necesario enseñar a nuestros hijos a ponerse en lugar de los demás, entender cómo piensan, cómo sienten. Para ello empecemos por darles el ejemplo de interesarnos por lo que ellos nos dicen y nos muestran.
  • Gratitud: No reduzcamos este valor como el de dar las gracias solamente. Va ligado a sentimientos muy internos de cada ser, ese que es capaz de agradecer de corazón a alguien que hace algo por nosotros.
  • Humildad: Es lo contrario de arrogancia. Los chamos deben entender que nadie es superior a nadie en forma alguna. Ser humilde nos enseña a explotar al máximo lo bueno que tenemos y mejorar lo malo que hay en nosotros.
  • Autoestima: Si un niño tiene amor propio, será más fácil que aprenda a valorar a los demás. La autoestima se fomenta desde el elogio, pero es una enseñanza que debe ir acompañada de la empatía.
  • Amistad: Es un valor que nos enseña la importancia del afecto con otros que no son de nuestra familia. Enséñales a cultivar y conservar amistades.
  • Esfuerzo: El niño debe aprender que conseguir cualquier cosa en la vida, conlleva un esfuerzo. Cuando facilitamos en extremo sus peticiones, los convertimos en seres caprichosos y malcriados.
  • Respeto: Este valor es aplicable a todo lo que nos rodea. Su enseñanza debe pasar por el respeto a sí mismo como al resto de los seres humanos, a sus ideas, a sus diferencias. Pero también a la naturaleza, a los animales, al medio ambiente.
  • Patriotismo: Es un valor que cultiva el respeto y amor a la Patria. Su enseñanza pasa por inculcar respeto a la historia, valores, símbolos y manifestaciones culturales propias del país, entendiendo que gracias a todo ello, se configura el propio ser nacional.

Seguramente quien lee estas líneas podrá agregar otra lista de valores a la que aquí presentamos, pero los descritos arriba pueden asegurarnos la formación de individuos ganados para la construcción de la paz tan necesaria en estos días. Tal vez algunos ya está deformados por tanto odio, pero las futuras generaciones merecen una nueva oportunidad y nosotros, sus padres, somos garantes de ello.

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