La violencia política en Venezuela

Diciembre de 2015. Hay elecciones parlamentarias en Venezuela. Para los partidos de oposición ésta sí es la oportunidad de barrer con el chavismo. El Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), asegura que trabaja con su militancia para la victoria.

En medio de la alta temperatura pre-elecciones del país, todos relacionan todo con las votaciones: Las medidas del gobierno son electoreras, también los discursos lambiscones de la oposición. Es electorero el precio y los reclamos y el carterista y el infiltrado.

Por estos días, se habla más de paramilitares (que no son chiste ni fábula) que de enfrentamientos entre grupos rivales ideológicamente.

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A la distancia de un monitor, quizá hasta cause risa ver, por ejemplo: a unos diputados encorbatados de Japón o de México cayéndose a silletazos, cachetadas, patá y kunfú, porque no llegaron a ponerse de acuerdo. Incluso, en épocas de la política 2.0 un video de estos puede hacerse “viral”.

Muchos opinarán en sus redes. De seguro no faltará quien condene la trifulca calificándola de barbarie, pero lo cierto es que la violencia, por siglos, ha formado parte de las disputas políticas. Y eso no es excusa, es una verdad.

Escribió el intelecutal orientalista Edward W. Said:

“Naturalmente, ha habido terrorismo, y casi todos los movimientos de lucha modernos se han basado en el terror en alguna de sus etapas. Ocurrió con el Congreso Nacional Africano de Mandela como en todos los demás, sionismo incluido” (1).

En Venezuela

Desde Caín y Abel, apunta el analista venezolano Alberto Aranguibel, la política ha tenido asociada a la violencia (2). “Ahora, en su estado ideal, la política requiere de un altísimo nivel de conciencia entre quienes la practican”.

En el caso específico de nuestro país, “las organizaciones políticas contemporáneas se vieron obligadas, por el modelo representativo, a organizarse en función de las elecciones”, agrega Aranguibel.

Eran entonces, partidos políticos formados exclusivamente para la organización del voto. “Es por ello que el uso de la violencia fue recurrente en las diputas de los cargos”.

Ahora bien, resulta cuando menos un despropósito, pretender que en Venezuela la violencia relacionada con hechos políticos es una manifestación reciente.

Cobra vs. Cabilleros

El bipartidismo venezolano, que tuvo su etapa de esplendor con los partidos Acción Democrática (AD) y Comité de Organización Político Electoral Independiente (Copei), históricamente ubicados en la “cuarta república”, desarrollaron sus espacios con un fuerte componente de violencia.

Dos grupos de choque fueron tan tristemente célebres como los partidos que los toleraron:

-Cobra de Copei. (Conocidos por recibir entrenamiento militar israelí) Una facción de esta banda, dirigida por Alejandro Peña Esclusa, dio origen a la falange venezolana de Tradición, Familia y Propiedad (TFP) (3) y

-Los Cabilleros de AD.

“Buena parte (aunque no exclusiva) de la violencia generada por estas bandas armadas, era en disputas intra-partidos”, asegura Aranguibel.

Las casas de los partidos, las convenciones, eran asaltadas por sus propios partidarios. Al no contar con el favor de la mayoría, se imponían a punta de pistola y porrazo. “No olvidemos que AD y Copei eran partidos electoreros y no para la organización popular”.

Caso similar a Estados Unidos, tanto Demócratas como Republicanos, existen para eventos electorales.

Dice Aranguibel: “La gran diferencia de esos antiguos partidos con la propuesta de Hugo Chávez reside en que el Comandante concibió la organización política, no para elecciones, sino para acompañar al pueblo en la construcción del Poder Popular”.

Bancos en la mira

Para nadie es un secreto que en la Venezuela repartida entre AD y Copei, era habitual que cada cinco años (cuando se convocaba a elecciones) aparecían habitualmente en la prensa, titulares de robos a entidades bancarias.

Existe abundante literatura digital en la que se asegura que esos robos, dirigidos desde los cogollos de los partidos políticos, se hacían para financiar las campañas electorales.

Caravanas de carros blindados y oficinas de bancos en las capitales de las ciudades, eran los objetivos.

No menos violento, era el control de las llamadas Tribus Judiciales. La Tribu de David, (cuyo capo fue el dirigente adeco David Morales Bello) era quizá la más poderosa y con mayores tentáculos en todo el sistema judicial.

Un secreto a voces fue que Eduardo Fernández, El Tigre, lideraba la Tribu verde.

Así como en el famoso pacto de puntofijo, AD y Copei se repartieron el control de la justicia, desde la ex Corte Suprema, hasta el juzgado más pequeño en la frontera con Brasil.

Nada se decidía en materia de justicia, sino pasaba antes por el tamiz de los caciques de esas tribus.

Violencia política e inseguridad

Pero, la inseguridad asociada a eventos electorales es otro fenómeno. “Y yo lo he venido estudiando”, explica Aranguibel.

Asegura que existe una corriente de opinión política “que dispara la violencia. Se trata de discursos irresponsables, sobre todo de candidatos que disputan un cargo”.

“Por ejemplo, he notado este tipo de reacciones en municipios como Baruta, El Hatillo, incluso en Ocumare del Tuy. Un candidato declara que en El Hatillo hay una sola patrulla, y de inmediato comienzan a registrarse hechos delictivos. No digo que generados por un partido, pero si por la irresponsabilidad en el discurso”.

DesdeLaPlaza.com / Ernesto J. Navarro – Premio Nacional de Periodismo 2015

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1.-Said Edward W. “Nuevas Crónicas Palestinas”. Editorial DeBolsillo. 2003. Pág. 237.

2.-De Guaicaipuro a Robert Serra: Los asesinatos políticos en Venezuela:

http://ernestojnavarro.blogspot.com/2014/11/de-guaicaipuro-robert-serra.html

3.-TFP quiso asesinar al Papa en Venezuela:

http://www.aporrea.org/actualidad/a8513.html