Noticias desde el frente cultural

Guerra económica, guerra mediática, guerra de cuarta generación, guerra psicológica, guerra no convencional, etc… Hay muchas guerras en estos tiempos, y nosotros en el proceso de construcción del socialismo bolivariano somos combatientes en todas ellas. En mayor o menor intensidad, en un tiempo u otro, con diferentes ingredientes. En medio de estas guerras, que son todas la misma guerra, es preciso decir que el frente cultural ha sido el menos entendido, el más descuidado y donde estamos sufriendo derrotas francamente lamentables.

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La guerra cultural es fundamental para destruir el espíritu de los pueblos. No basta con dominar la economía, ni destruir militarmente los puntos estratégicos de una nación, no basta incluso con eliminar físicamente a los individuos. Es fundamental eliminar los elementos que hacen de ese pueblo una unidad socio histórica con una identidad propia, es decir, con un lugar en el universo. Para esto hay que buscar profundo e identificar esos elementos catalizadores, es necesario determinar cuales son los mecanismos, los valores, los sueños y la savia que ata a ese pueblo a la tierra. Una vez destruidos estos elementos no hay orientación posible. El pueblo vagará sin rumbo en un desierto donde no hay referentes ni sentido de la construcción. Un tiempo donde sin identidad ese pueblo será víctima de todos sus expoliadores sin poder oponer una resistencia considerable.

Pero no es cierto que la guerra cultural se dé solamente en términos y ámbitos simbólicos. Lo simbólico transcurre en el plano material. La dignidad, el amor, el sueño de libertad transcurren en el plano social material donde se come y se consume, donde se convive y se trabaja. Las historias de amor están vivas en la gente y esta gente vive en enramados complejos donde los aspectos materiales son substancia elemental. Pudiéramos decir que no hay poesía ni muñecas de trapo sin un sustrato material claro. Y en este sustrato material está la alimentación, el vestido, la tecnología, la vivienda, y algunas otras cosas difícilmente asociadas a los valores sutiles de lo cultural.

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En la estrategia de la guerra cultural imperial contra nuestros pueblos, el plano material es milimétricamente analizado para saber por dónde atacar. No hay guerra sin análisis ni planificación. Las apetencias, las debilidades, las carencias y los hábitos de consumo pasan a ser las cabezas de playa por donde el enemigo dominador entra y se apodera del alma de los pueblos. Es decir gana la batalla cultural. A un pueblo que desconoce sus elementos identitarios, cualquiera le vende espejitos. Venezuela con su cultura de puerto impuesta por años de lógica petrolera identifica lo nuevo o lo moderno con lo que viene de afuera. Mientras que lo originario, lo tradicional es identificado con el pasado y con lo conservador. Esta fórmula nos ha hecho realmente vulnerables y pasto seguro para las maquinarias trasnacionales de imposición de gustos y consumo masivo.

Las noticias desde el frente cultural no son del todo alentadoras. No caeremos en pesimismos, porque el pueblo resiste y crea permanentemente.  Pero no son pocos los terrenos que perdemos ni pocas son nuestras expresiones tradicionales que están en peligro de extinción. Las oleadas impositivas imperiales siguen llegando a la orilla y tocan tierra con facilidad cuando no hay memoria ni conocimiento de las raíces.

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Arte: Oscar Sotillo