Aceitunas, mi queso, crisis humanitaria y el mercado full

El fin de semana fue escabroso para quienes semanalmente vamos al mercado municipal más cercano a casa, confiando en que allí obtendremos precios más accesibles, así ello no sea del todo cierto. La marea de demandantes de rubros decembrinos nos obligó a dividir, en dos, la visita que generalmente hacemos en un ratico durante las primeras horas del sábado.

Aquello de la crisis humanitaria con que la ultraderecha estafó a buena parte del mundo para obtener respaldo en el derrocamiento de la democracia revolucionaria, terminó de vivir sus últimas bocanadas el domingo bien avanzada la tarde. Alcaparras, aceitunas, pasas, pimentonces, cebollas, todo tipo de carne y hojas para hallacas –entre otros insumos-, activaron a una multitud que no quiso dejarlo para última hora y aumentaron las cuentas de expendedores cuya cuentas bancarias se vieron numéricamente favorecidas.

¡De vaina! compre el medio kilo de queso que buscaba y el pote de mantequilla de marca más económica. Para quienes venden, mi necesidad no era la más interesante dado el volumen de gente que exigía los productos ya mencionados. Los plátanos, un toallín y un bombillo de 100 vatios debí buscarlos al siguiente día.

Si de ética se tratara, las y los apocalípticos del desastre deberían salir al ruedo y admitir su fracaso. Pero no, no lo harán. Aunque ante sus ojos tengan las evidencias más claras sobre la derrota que sus mentiras han recibido, bobaliconamente repetirán que nos hundimos en el fango de un Estado fallido, forajido e invadible. Esta mediocre y desgastada cartilla les garantiza los millones de dólares que le inyectan los igualmente bobalicones de la Casa Blanca y sus cómplices.

América Latina cierra el año con tensión social en gran parte de sus países, obstinados por el cerco inhumano del neoliberalismo que compró su presente e hipotecó su futuro. En la República Bolivariana de Venezuela, por el contrario, despedimos el año 2019 (sin ocultar los moretones de la guerra económica), con al alma fresca y una gran sensación de victoria antiimperialista que ya es ejemplo mundial.

En cuanto a mí, que no compro alcaparras ni nada que se le parezca, veré cuál me invento para ser tomado en cuenta en el mercado el fin de semana que viene.

¡Chávez vive…la lucha sigue!