X

Chamo, ¿tú eres marico?

Es casi como un peso el hecho de que uno se tiene que mostrar ante los demás como «marico» para que puedan darse cuenta de que uno es homosexual. —Chamo, ¿tú eres marico?, preguntan. Hay tantas veces en las que las personas se hacen los sorprendidos cuando uno expresa abiertamente su preferencia sexual: «Sí, me gustan los tipos. Gran vaina».

Bueno, tampoco tan violentos. Pero en muchos casos se torna incómodo el hecho de que alguien te pregunte si eres o no eres gay porque no lo tienen claro. Hay, primero, un estereotipo bien marcado en la mentalidad de muchas personas: creen que todos los hombres homosexuales tenemos que ser afeminados o, por el contrario, que las mujeres deben ser «bien machitos».

Pues no, señores. Uno acepta que ocasionalmente tenemos nuestros momentos de «maricura», pero no por eso tenemos que andar comentándole a todo el mundo qué es lo que nos gusta. Nosotros elegimos con quiénes, en dónde y en qué momento. Eso sí, no se trata ni quiero decir que tenemos que vivir ocultándonos hasta de nosotros mismos, para nada. Al contrario, mientras seamos más auténticos lograremos sentir más libertad.

Y de eso quiero hablarles. De la libertad. Sobre todo cuando la comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (+) debemos vivir en una jaula. Quizá suene exagerado, pero es así. Y esta realidad puede que no sea la misma de todos nosotros, pero hay tanta gente que debe vivir ocultándose por miedo, por los señalamientos, por no ser aceptada, no por los amigos y la sociedad en general, porque eso pasa a un segundo plano, sino por su propia familia.

En otras oportunidades ya he hablado de varias experiencias y varios temas relacionados. Algo que recuerdo muchísimo, algo que me quitó tanto, pero que me dio también tanto, es haber decidido conversar –no confesar ni salir del mal llamado closet– con mi familia acerca de mis preferencias sexuales. Ellos de alguna forma lo sabían. Ustedes saben, un «yo no me esperaba esto» mal actuado.

¿Por qué lo menciono? Miren, estando claros con nosotros mismos y con las personas que forman parte de nuestro entorno, de verdad, que realmente lo que piensen los demás va a perder todo el peso que pudo haber tenido durante tanto tiempo en nuestras vidas. No importará tanto si realmente los demás «se dan cuenta» de que nos gustan las personas de nuestro mismo sexo.

Tenemos que ser sinceros desde el principio. Tenemos que darnos siempre la oportunidad de ser nosotros mismos y por eso les comentaba el momento en el que yo decidí asumir completamente el destino de la mía. Luego de conversar con mi familia acerca de todo esto, me sentí más ligero y desde entonces la misma presión y el ocultamiento que había dentro de mí se fue desvaneciendo. Esta decisión tan importante para mí, que marcó el inicio de una vida diferente, me dio más libertad, y realmente ya no me siento obligado a negar mis emociones ni mis preferencias hacia nadie.

Tantas noches mirando al techo sin conseguir respuestas de nada y sin entender. Un día desperté y sentí tan mía esa posibilidad de amar a quien yo quisiera, de querer a quien yo quisiera y de sentir placer con quien yo quisiera sin cuestionarme tanto, sin dejarme vivir al margen de las demás, sin dejar que continuara afectándome lo que los demás pudieran pensar acerca de mí. Un hombre que besa a otro hombre, un hombre que ama a otro hombre, un hombre que disfruta el sexo con otro hombre.

El 17 de mayo se celebra el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, y aunque no he vivido de cerca ningún tipo de agresión por mi preferencia sexual, sé que hay cientos de realidades lamentables que han llevado a tantas personas al límite final de quitarse la vida. Ese límite que ni siquiera dejó que ellos mismos terminaran de conocerse, de vivir, de sentir plenamente.

Lo he dicho anteriormente y lo vuelvo a comentar aquí. No se trata de una «sinvergüenzura», no es moda. Los familiares y amigos deberían, antes de señalar, tener por lo menos un mínimo de comprensión porque no es nada fácil tener que afrontar este proceso sumamente arduo, porque en muchas ocasiones ni siquiera nosotros mismos sabemos porqué nos tiene que gustar alguien de nuestro mismo sexo.

Entonces la libertad radica allí. En no tener que sentirse obligado, en aceptarse uno mismo y en dejarse llevar. La mejor parte de aceptar abiertamente nuestra sexualidad es que apartaremos de nuestro lado a personas que realmente nunca quisieron estar y que solo se quedarán con nosotros quienes nos respeten y quieran como somos.  Al final, ¿quién nos dice que el amor y el placer solo está enmarcado únicamente en la heterosexualidad.

—¿Chamo, tú eres marico? —Sí, soy marico.

@Luisdejesus_

Related Post