Chávez y la pedagogía de la rendición

Hijo de maestros de escuela, Hugo Rafael se puede presuponer docente, educador, pedagogo. Sobre todo cuando uno le conoce dando clases dominicales en un programa llamado Aló Presidente (generalmente se transmitía, por radio y televisión, los días domingos) y su extensión puntual para el estudio de ideas, llamado Aló Teórico.

Dibujar, puntualizar didácticamente el desarrollo de sus ideas en ejemplares esquemas, es algo que aprendimos a disfrutar de cada conversación con el Comandante Chávez, especialmente desde cuando, como pueblo, lo convertimos en Presidente de la República para el período que comenzó en 1999.

Sin embargo, no queremos detenernos en formalidades ni resaltar sus atributos a partir de perfiles que, muchas veces, pueden quedarse tan solo en apariencias o ideas preconcebidas de algo.

Lo indudable es que el líder de la Revolución Bolivariana nos encaminó hacia una nueva manera de aprender con eclepticismo, cuestionando, problematizando, intercambiando saberes, al mejor estilo de los llamados «educadores populares» como Samuel Robinson (Simón Rodríguez) y Paulo Freire, por nombrar tan solo a dos de generaciones distantes.

Sin embargo, la pedagogía (o más bien andragogía, para ser más precisos) de Hugo Chávez, siembra, cultiva, cosecha saberes en un intercambio dialéctico en el que todos aprendemos. El maestro Hugo Rafael Chávez Frías, acompañaba, cuestionaba y se cuestionaba, leía, escuchaba, organizaba su pensamiento a la luz de su conciencia de raíz Bolivariana pero también Robinsoniana y Zamorana (recuérdese el llamado «árbol de las tres raíces») además de proletaria y campesina, por razones económicas y sociohistóricas de clase.

Ese Chávez, a quien vimos públicamente desaprender y aprender cotidianamente en la contribución para una nueva cosmovisión sin dominados ni dominadores, es el mismo que, siendo varón, llanero y militar (formado con seudo valores feudales y capitalistas) nos lleva a entender que la verdadera Revolución no es lucha, toma del poder, «asalto del cielo», guerra y violencia, sino paz: «está revolución es pacífica pero no desarmada».

Enseñanza nueva, propia de alguien espíritualmente lúcido y de altísima conciencia que con su ejemplo nos acerca a una nueva epistemología, la de las mujeres y hombres libres. El conocimiento de quienes intuyen con autenticidad, desde el corazón y transmiten la aceptación como valor auténticamente dialéctico del convencimiento en vez del vencimiento.

Todas la revoluciones que lucharon y vencieron, hasta el presente, han demostrado la posterior fragilidad de quien conquista e impone su poder por encima de los vencidos, llevando a la perpetuidad el dominio de unos por otros y no la solidaridad y el amor -propios del universo y de la vida- entre todos, con (y no contra) los otros.

Hay dos momentos históricos en los que Hugo Chávez nos enseña el valor y la proyección de la rendición. El llanero, el macho, el soldado, se rebela contra la perversión y la muerte que genera toda lucha y se rinde.

Esa es la clave pedagógica que Chávez nos enseña con su ejemplo para lograr que está Revolución Bolivariana y Chavista, no tenga retorno.

El Nazareno y los cristianos auténticos (lamentablemente quedan muy pocos) llamaron a la salida luminosa de la rendición, Resurrección. La vida. La revolución es verdadera cuando permite a la humanidad recuperar su esencia originaria de amor. De lo contrario es lucha, miedo y defensa de pretendidos egos de superioridad. El 13 de abril de 2002, es parte de las lecciones de Chávez con la pedagogía de la rendición para la liberación.

Ilustración: Xulio Formoso