El lenguaje da puñaladas a la conciencia

No estamos lidiando con pensamiento político
 sino con mazamorra ideológica.
No enfrentamos un proyecto de país alternativo
 sin la furia babosa de odio
y frustraciones personales.
No se trata de interactuar políticamente
con formaciones antagonistas,
gente que piensa distinto,
sino lidiar con patología sicopolíticas irrecuperables”
Rigoberto Lanz

Los laboratorios donde EEUU diseña, planifica y ordena ejecutar sus planes terroristas de Estado en contra de sus objetivos militares en el mundo, incluyen el mensaje, los medios para inocularlos y el lenguaje.

Es decir, eso que muchas veces hemos definido como “fuego de artillería” contra los pueblos que están en la mira de ser invadidos a punta de metralla, bombas y misiles, forma parte en la actualidad de los pertrechos insustituibles del Pentágono en la conquista de los cerebros, en el dominio de la conciencia y en la ideologización de todo pensamiento de resistencia y vanguardia.

El lenguaje da puñaladas a la conciencia. Adocenadamente, las masas receptoras de chismes, rumores y falsas noticias, repiten acríticamente lo que reciben. Sin verificarlo, sin cotejos. La guerra de invasión contra Venezuela, se encuentra en la actualidad jugando entre las fases de “ablandamiento” y reforzamiento por acciones de desmovilización mediante el terror. Asediar un hospital materno-infantil hasta obligar a evacuarlo o procurarse alguna víctima, como ocurrió el pasado jueves 20 de abril en la parroquia El Valle de Caracas, es un acto de terrorismo y no una “protesta”, aunque bajo este último concepto lo pretendan divulgar por el mundo los agentes del imperio: “el pueblo está descargando su arrechera hasta que se vaya Maduro”. Las transnacionales de la información y los aparatos 2.0 coordinados desde el imperio yanqui-sionista, por la CIA, se encargan de convertir en “noticia” una supuesta “crisis humanitaria” donde lo único “humanitario” es la cosificación y mercantilización de los individuos hasta convertirlos en zombis, en enajenados “infofrénicos” que, de manera desproporcionada y acrítica, consumen “información” que van a repetir, sin saber para nada lo que dicen y, mucho menos, si la supuesta información es veraz.

El primer espacio invadido por el enemigo es el de la memoria, es el de la conciencia. Se trata de masificar la enajenación. Desarticular la identidad. Fomentar y proliferar el individualismo, el “sálvese quien pueda y como pueda”. Desmontar toda sensibilidad y solidaridad y caminar hacia el objetivo de “salir de Maduro”, sin importar para nada el cómo, el para qué ni el qué vendrá después. Es vencer el pensamiento hasta colocar a los individuos como dependientes del “salvador” que les llegará con ropaje de marines o de demócratas a la usanza yanqui.

En esas dos primeras fases de la planificación de los invasores se encuentra hoy Venezuela. Para eso han atacado y atacan nuestra economía, nuestra organización y respuesta social Bolivariana y Chavista, nuestras misiones, los servicios públicos, todo cuanto simbólicamente puedan utilizar como “emblema del fracaso” de la revolución chavista y del gobierno de Maduro.

Pocas veces somos capaces de percatarnos a tiempo de la dimensión destructiva a la que conllevan los ataques a la memoria, a la conciencia. Dejemos de llamar “marchas” a las emboscadas terroristas que despliega la derecha en Venezuela en contra del pueblo, de nuestra Guardia Nacional Bolivariana y Policía Nacional Bolivariana. El poder de la burguesía utiliza un lenguaje de sutilidades y edulcoramientos que encierra la crueldad del terrorismo con el que dominan al mundo, explotan a trabajadoras y trabajadores y adormecen sus conciencias hasta colocarlas a su servicio con acrítica sumisión.

El pueblo patriota se atrinchera y comienza a reaccionar contra el fuego recio de la metralla terrorista disparada, actualmente en Venezuela, sin pausas. El desespero por acelerar los reacomodos imperiales de la geometría del poder obligan a los Estados Unidos -por igual- a detonar la más poderosa bomba no-nuclear en Afganistan o, simultáneamente, al despliegue terrorista contra este pueblo de Bolívar y Chávez.

Estar alertas no es sólo saber cubrirse de las balas y las piedras, sino saber hacerlo también de los ataques contra nuestra economía, contra nuestros estómagos y, sobre todo, contra nuestra soberanía, nuestra memoria de pueblo y nuestra conciencia. Unidad, estudio, batalla  y victoria.

Ilustración: Iván Lira