¿Dónde está Hipólita, la comunicadora?

Por: Iván Padilla Bravo

La Negra Hipólita, así, sin connotaciones discriminatorias eso de “negra”. Tono cariñoso, familiar: mi negra, negrita linda, la negrita y, sin embargo, no olvidemos que formaba parte de los esclavizados cuya fuerza laboral era utilizada por imposición de unos “dueños” blancos, peninsulares, imperiales monárquicos o promonárquicos, blancos criollos, también, oligarcas. Bolívar, nuestro Simón, Libertador del yugo español, aprendió a quererla a incluirla, a hacerla su familia, pero también la nuestra, a liberarla.

Es la imagen de la Negra Hipólita, la de una mujer entre la ternura y la rebeldía. Solidaria, valiente, amorosa. Y así la trae hasta nuestros tiempos y la hace Revolución Bolivariana nuestro Comandante Hugo Chávez, quien, en el ejercicio de sus funciones patrióticas y revolucionarias de instaurar el mejor de los gobiernos, por su contribución firme para alcanzar la mayor suma de felicidad para todas y todos, mujeres y hombres de nuestro pueblo, bautiza con el nombre de Negra Hipóplita a una Misión de solidaridad, sin igual, por la que se rescata de la calle, del abandono, de la miseria, de la drogadicción y el alcoholismo, de la pobreza extrema, a individualidades o pequeños grupos o colectivos extremamente marginados por la crueldad e inhumanidad del capitalismo.

La Misión Negra Hipólita tendió la mano solidaria a miles de abandonados. Rescató a “niños en situación de calle” , a los adolescentes, jóvenes y adultos que habían sido empujados a la desesperanza y el marginamiento social y económico más extremo, sin otra tabla de salvación que la que, en apariencia, le ofrecían las drogas o el licor. La Misión Negra Hipólita se convirtió en el más contundente mensaje comunicacional que impactaba de esperanza a toda la sociedad venezolana, nuestroamericana y del mundo, que comenzaba a entender que un mundo nuevo es posible.

En oportunidades anteriores he llamado la atención acerca de la contundencia de la guerra comunicacional o mediática que el imperio de las transnacionales del capital y sus aparatos político, militares e ideológicos, emprenden contra la humanidad, pero, de manera muy particular y enfática contra los pueblos soberanos y decididos a ser libres, independientes, antiimperialistas y socialistas. Como Venezuela.

He dicho y sostengo que, a la presente guerra de asfixia económica, de hambre, desabastecimiento, manipulación en la distribución de bienes, fomento del bachaqueo y acoso desde el capital financiero a través de la inflación inducida y otras consecuencias económicas y sociales, el imperialismo, particularmente el Pentágono y la CIA, desataron y tienen en pleno despliegue hoy, una guerra mediática que no es solo la que evidenciamos a través de los medios y tecnologías de la comunicación e información. Es también la guerra mediática del “cara-a-cara”, del rumpor, del mensaje “four minutes men”, como técnica de laboratorio y aplicación de calle por sujetos entrenados especialmente para ello.

He dicho y sostengo que, la aparición, como “disparos de artillería” de nuevos contingentes de desarrapados, de lastimeros, de miserabilizados, “enfermos”, reales o aparentes, pedigüeños de toda calaña, unidos a carteristas, vendedores ambulantes, buhoneros y otros especímenes similares, es parte de una estrategia imperial, de carácter erosionador, difusor de ideología y rumores, con fines muy específicos de crear matrices contrarrevolucionarias, antibolivarianas y chavistas y cuyo objetivo inmediato se ha centrado en la figura del presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, el camarada Nicolás Maduro.

A ese contundente ataque mediático no hemos sabido responder y, ni siquiera se conoce que se haya adelantado algún estudio o se estén planteando estrategias para contener la eficiencia contrarrevolucionaria e ideologizante de los planes y acciones enemigas que, cada día, lavan más y más cerebros de compatriotas en Venezuela y hacen peso para demoler nuestra revolución y toda su esperanza socialista.

Por eso es que hoy, nuevamente, planteo el tema públicamente y exhorto al despliegue de la Misión Negra Hipólita como estrategia visible de acción para atender a los supuestos o reales nuevos contingentes de “abandonados”, enfermos de calle, drogadictos, alcohólicos y pedigüeños que presentan una imagen de decadencia, empobrecimiento y caos de Venezuela, al tiempo que atacan comunicacionalmente los cerebros de las grandes masas de compatriotas.

La Misión Negra Hipólita debe ser relanzada hoy con urgencia y, además, se le debe definir claramente su perfil estratégico comunicacional, como respuesta real y contundente a la guerra mediática que el enemigo capitalista e imperialista tiene desplegada, en este preciso instante, contra Venezuela, contra la Revolución Bolivariana y Chavista y contra la esperanza de los pueblos nuestroamericanos y del mundo que están empeñados y conscientes de la urgencia de salvar a la humanidad y acabar con el dominio del capital y de su pensamiento hegemónico.

En cuanto a la pregunta: ¿Dónde está Hipólita? Si se nos perdió de vista, es a la Revolución Bolivariana y Chavista a la que toca responderla. A nuestro Gobierno presidido por el camarada Nicolás Maduro y a todos quienes entendemos que ésta también es una indelegable tarea nuestra. La Misión Negra Hipólita es respuesta de estrategia comunicacional en medio de esta guerra.

Ilustración: Xulio Formoso