En Netflix: Mi mejor amigo (2018)

La película argentina Mi mejor amigo (2018) escrita y dirigida por Martín Deus está disponible en Netflix

 

En algunas películas funciona mejor lo que se sugiere que lo que se dice literalmente. En ocasiones vale más dejar que el espectador complete el relato, que se figure lo que vendrá, que decirlo y caer en obviedades. A fin de cuentas, el cine es fundamentalmente imágenes y hay muchas formas de comunicar en silencio. Este es el caso de Mi mejor amigo (2018) la cinta argentina escrita y dirigida por Martín Deus.

En la película disponible en Netflix, los personajes hablan sin abrir la boca. Comunican sus intenciones con la mirada, acciones y gestos. Sucede con los jóvenes, pero también con los adultos. Todos manejan un lenguaje que va más allá de lo que pueden decir. Por esta razón el largometraje (lleno de silencios) no amerita de grandes diálogos para comunicar sus emociones.

La amistad entre Lorenzo (Ángelo Mutti Spinetta) y Caíto (Lautaro Rodríguez) es genuina. Su relación se establece desde las diferencias. ¿Va mucho más allá? Esa es una de las preguntas que nos hacemos durante todo el filme. Los vínculos humanos genuinos puede que no tengan nada que ver con el sexo o las intenciones sexuales. El amor verdadero siempre trasciende el deseo o las sombras que éste impone para magnificar su importancia.

La cinta recrea el valor de las relaciones y el poder del compromiso para compartir la vida con los otros más allá de las diferencias. En Mi mejor amigo los adolescentes maduran muy rápido y los adultos son simples testigos.

Recordando en ocasiones a Llámame por tu nombre (2017), la película de Deus gana al centrar su historia en dos de sus personajes. El relato de su amistad, los pequeños detalles con los que son capaces de forjar su vínculo nos regalan una historia emocional, carente de prejuicios.

El reconocimiento de la propia identidad (y la ajena), la superación de nuestras limitaciones son los aspectos en los que reflexiona el joven director argentino en este filme que dice mucho más de lo que uno puede imaginar cuando comienza. Lo que parece obvio en las primeras escenas se transforma, lo que parece falso se vuelve real. La cinta mejora en su transcurso hasta brindarnos un final coherente con las ideas que se nos han planteado.

¿Es un final triste? ¿Es un desenlace políticamente correcto? Cada espectador debe decidir que calificativo le pone al clímax de la historia donde más que resolver los planteamientos que se han presentado durante todo el filme, se deja un final abierto.

De Mi mejor amigo rescato la ternura y la alegría de descubrir un cine sobre sensaciones que no necesita la estridencia de un drama desgarrador para meternos en la piel de los personajes y hacernos partícipes de sus miserias y sufrimientos.

@luisauguetol