Es terrorismo en vez de Golpe de Estado

Urdir un Golpe de Estado desde una plataforma exterior al país «objetivo» es o puede ser un acto de invasión, terrorismo o coloniaje supremacista. En el sentido estricto, un Estado puede decidir modificar su estructura interna de dominación y, generalmente, lo hace con la forma violenta del Golpe o «putch» recurre, para ello, a cuadros «descontentos» desde el interior de sus propios aparatos militares y políticos.

Actualmente, la gira «turística» emprendida la pasada semana por un torpe policía gringo llamado Míke Pompeo, quien anda disfrazado de diplomático por Surinam, Guyana, Brasil y Colombia, está programada para consolidar un Golpe de Estado contra Venezuela.

Esto no es novedoso. Forma parte de las estrategias dibujadas por los amos del mundo y convertidas en múltiples tácticas desde el Departamento de Estado estadounidense, a través de la CIA y  el Pentágono. Pero que no se siga llamando «Golpe de Estado» a lo que no lo es. Digan, señores imperialistas, señores supremacistas: «vamos a invadir», «vamos a reconquistar y colonizar» a Venezuela. Pero no que aquí habrá un Golpe de Estado para deponer al presidente constitucional, Nicolás Maduro y a la estructura gubernamental de conformación democrática.

El Estado como organización administrativa socioeconómica del dominio del capital sobre el mundo, tiene o pretende tener un carácter global para asegurar eficacia y eficiencia en la explotación «del hombre por el hombre», en el yugo del burgués sobre el proletario. Es decir que, en este sentido, el Estado es un concepto supraterritorial y nada, o muy poco, tiene que ver con las  Naciones o formaciones sociales específicas.

Las dos acepciones como espacios para la combinación de represión y consenso en procura del «equilibrio» al gusto y favor de los dominadores, suelen coincidir, tanto en el sentido general -global- como en el sentido particular -Nacional- en torno a una misma hegemonía de clase.

El «problema» surge en aquellas formaciones sociales (países, para simplificar la comprensión) que deciden ensayar la construcción de un Estado de nuevo tipo que, aún permaneciendo bajo el mismo esquema de producción capitalista de explotación, es capaz de ensayar formas de distribución y consumo equitativos, próximos a la igualdad dada por aquello de «de cada quien según sus capacidades y a cada quien según sus necesidades».

Venezuela es uno de esos casos mundiales que en la actualidad intentan establecer una ruptura con el Estado global (gobernado por los llamados amos del mundo») desde un Estado soberano y Nacional que, en nuestro caso está definido por los principios que el pueblo Constituyente se dio en 1999 -en la Constitución de la República Bolivariana– y que están legítima y soberanamente vigentes en la actualidad.

Es eso con lo que Pompeo, su «jefe inmediato» Donald Trump, y los superiores imperiales yanqui-sionistas, bajo las órdenes de los amos del mundo (Club Bilderberg, para quienes así lo entiendan mejor) pretenden caotizar a Venezuela y llevarla a sucumbir por medio de un «Golpe de Estado» al estilo de los recientemente victoriosos en países como Bolivia, Ecuador y Brasil, hoy con Estados (estaditos) incondicionalmente plegados al verdadero Estado capitalista, al Estado imperial que tiene su asiento físico en el Palacio Presidencial de la Casa Blanca en los EEUU.

Queremos, con todos estos argumentos contextuales, entonces, contribuir a entender que Venezuela es un Estado en Revolución, que construye su organización social y política a partir del consenso (Democracia participativa y protagónica) y prescindiendo al máximo de la represión. Un Estado para una sociedad nueva, para una sociedad postcapitalista, de igualdad y a la que  Hugo Chávez denominó poéticamente la «Patria socialista».

Nuestra realidad venezolana, especialmente en los últimos 20 años, al definirse bajo los parámetros constituyentes del Poder Popular, se caracteriza por la abierta confrontación (Estado vs Estado) entre dos Estados antagónicos: el capitalista, global, imperialista y el popular, soberano, de la clase trabajadora.

Cuando un determinado Estado se autogolpea, recurre al Golpe, lo hace para introducir cambios que no representen cambio alguno. EEUU sabe que quiere dar un Golpe en un Estado (el venezolano) que no quiere acomodo sino ruptura radical a través de la Revolución Bolivariana y Chavista.

Aquí, señor Trump, Pompeo, Bolsonaro, Duque y demás secuaces alineados contra Venezuela, se están enfrentando contra un pueblo digno, soberano y de paz, que optó Bolivarianamente por el Socialismo. Un pueblo que a sus patrañas, bloqueos, agresiones y amenazas les decimos firmemente ¡No pasarán! ¡Gringos, go home!

Ilustración: Iván Lira