Guaguancó de colores

Llenar de murales los espacios del barrio es un ejemplo y una acción contundente de cómo las artes visuales se pueden convertir en una herramienta social de agitación y transformación de la cotidianidad. Ante tanta palabra vacía y tanto slogan manoseado, el hacer marca una diferencia clara. Sabemos que detrás de estas acciones transformadoras hay obviamente una planificación, una negociación entre instituciones y comunidad organizada, una gestión vecinal comprometida y una voluntad de hierro, que es la que al fin permite que se den estas cosas.

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Sabemos por experiencia que no es fácil hacer un mural, que se necesitan materiales, herramientas, logística, transporte, acompañamiento, mecanismos comunicacionales, administración de recursos, etc. Celebramos junto al barrio Marín que sus calles se hayan llenado de colores, que las paredes deterioradas que flanquean sus plazoletas y sus calles históricas, ahora luzcan coloridas, llenas de historia, y cargadas de símbolos y formas, de líneas y retratos de los protagonistas que en otros tiempos y en estos mismos le dieron a este emblemático barrio caraqueño su bien ganada fama de barrio musical y artístico.

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Es significativo para el habitante del barrio pasar un día por una esquina abandonada y al día siguiente experimentar la sorpresa del retrato del poeta Aquiles Nazoa o un gigantesca efigie de Chuo Quintero. La esquina es otra, la comunidad es otra, el vecino es otro. El arte transforma, esto no es un decir, es una verdad objetiva. Se transforma el artista hacedor, se transforma el transeúnte que le da a su rutina una leve sorpresa, se transforma la calle y se transforman las relaciones sociales. El arte burgués, por el contrario no va a las calles, no se contamina de esquinas, ni se abre a todos. El mural siempre ha sido vanguardia de los movimientos políticos que pretenden liberar la vida social, y por ende deben liberar las artes de las ataduras de la dominación.

Lo invitamos a llegarse hasta la estación de Bellas Artes o la de Parque Central del Metro de Caracas, cruzar el puente sobre la autopista, desembocar en san Agustín, caminar hasta el Teatro Alameda y subir por una de las calles adyacentes. Allí está Marín, guaguancó de colores, un conjunto de murales e intervenciones urbanas que son ahora del barrio, que son para celebrar la vida, la historia y el hacer colectivo.

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DesdeLaPlaza.com/Oscar Sotillo

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