Hallaca ‘go yo

Pareciera no coincidir las circunstancias, con la grosera pretensión de los que quisieran vernos comiéndonos en vez de una hallaca, un cable, en los días decembrinos más significativos para la mayoría de los venezolanos como los son el 24 y el 31.

El año pasado fue uno de los más complicados para los venezolanos debido a la abrupta escasez que se cernió sobre el país, obligándonos a buscar cuanta ingeniosa solución se nos ocurriera para aplacar la falta de alimentos en las mesas de nuestros hogares.

Plátanos por aquí y por allá, yuca, papa, ocumo, auyama, hasta arepas se llegaron hacer con estos rubros, por la falta de la harina de maíz. Hasta arepas de fororo y gofio llegue a probar. Vegetales y hortalizas por ‘coñazos’ también fueron protagonistas del menú.

Tanto así, que hasta un amigo decidió convertirse en vegetariano, para poder acostumbrarse a lo que solo se encontraba en aquella ocasión.

Aun así, pude tener la dicha y suerte podría decir también, como muchos allegados, de poder hacer y disfrutar desde la comodidad de mi hogar, del tradicional plato navideño acompañado hasta de refresco y ‘cañadonga’.

En el 2017, un año que en comparación al anterior -se pudo percibir- resultó ser un poco más fácil, por decirlo de una forma, para encontrar los alimentos básicos de la población. Unos caros, sí, bachaqueados por supuesto, pero evidentemente se hicieron ver un poco más, así como la ayuda que resultó ser los llamados Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que con lo que solo podrías comprar un solo producto en los especuladores, con ellos podrías comprar un bolsa con más de 10 productos de la cesta básica.

Pero ahora llegó diciembre y resulta ser que aunque este año fue mejor que el anterior, ahora sí que es difícil hacer la bendita hallaca. Este año sin duda alguna, el que tenga la posibilidad de hacer este tradicional manjar navideño, probará su ingenuidad, porqué con los exorbitantes precios de los ingredientes para su elaboración solo nos queda, como dice la canción, es ¡llorar y llorar, llorar y llorar!

Un kilogramo de aceitunas, un millón de bolívares (Bs. 1.000.000), uno de alcaparras, un millón trescientos mil bolívares (Bs. 1.300.000), uno de pasas más de 800 mil, sale más barato comprar la carne y el pollo, a precios caros, pero sale más barato… ¿extraño no? Muchos querrán decirnos, ¡apaguen la luz que llegó diciembre!

Más de una hallaca en la mesa de los hogares venezolanos será tipo degustación, es decir, solo probar. En otros hogares, serán vegetarianas, porque con los precios especulativos de la carne y el pollo, para muchos será imposible. Eso sí, diversos rellenos florecerán: huevo, caraota, sardinas, el que tuvo la suerte de comprar pernil, seguramente la hará de pernil, el que no consiguió harina de maíz, la hará de maíz pelado, y así sucesivamente surgirán opciones.

Lo cierto de todo esto, es que al venezolano nada ni nadie le robará las navidades. No valdrán sanciones, ni mucho menos corruptos ni deficientes que impidan que nos sentemos en muestras mesas para pedirle al niño Jesús, y al año nuevo, por un mejor país, por un país más productivo, más próspero, más abundante, y sobre todas las cosas, más unido.

Mientras tantos a esos, les decimos: ¡Prendan la luz que es diciembre, buen provecho y feliz navidad!